¡Examen! El examen fue lo primero en que pensé cuando me desperté. Alargué la mano y tantaneé en la mesita de noche, buscando mi móvil. Lo cogí y miré la hora. Faltaba solo un minuto para que sonara la alarma, así que cuando sonó lo apagué al instante. Con pasos pesados, caminé hacia el lavabo e hice mis necesidades.
Me maquillé y vestí rápido antes de bajar. Desayuné a toda prisa y salí para coger el bus. Desde que no hablo con William voy en bus al instituto.
Una vez en la clase, espero sentada en mi asiento con un bolígrafo en la mano al profesor. Estoy atacada de nervios, si suspendo este examen tendré que recuperar todo el semestre, y si sucede eso me quedaré estancada en este curso. Y no hay ganas de eso.
—¿Has estudiado mucho? —preguntó Natalie sentándose delante de mí. Hacia bastante tiempo que no hablaba con la prima de Will, Nat. Últimamente quedaba mucho con Phoebe. Me encogí de hombros y suspiré.
—Bueno… —contesté mientras cerraba los ojos. Cuando los volví a abrir, Nat había puesto una rosquilla en mi mesa. ¿Es ella un ángel atrapada en el cuerpo de una humana? Le sonreí y le di las gracias.
De repente, todos los alumnos que había en la clase se quedaron callados. Miré donde la mayoría, y ahí estaba Satanás, es decir William.
Rodé los ojos ante tanto dramatismo. Me comí la rosquilla, que por cierto estaba muy deliciosa, y justo cuando terminé de comer, el profesor entró por la puerta y comenzó a repartir los exámenes.
Las siguientes dos horas fueron una tortura. Cuando por fin tocó la hora de descanso, recogí mis cosas y salí de la clase junto a Nat.
Fuimos a la cafetería donde nos esperaba Phoebe. Cuando nos sentamos en la mesa. Saqué mi diario, donde guardaba la foto.
—Chicas mirad lo que encontré… —dije enseñándoles la foto.
—¿Qué…? —comenzó Nat.
—Ryan —señalé la cara de Ryan, el mejor amigo de Will, en la foto—. ¿Por qué no estáis sorprendidas? —Pregunté al ver que no mostraban reacción alguna.
—Sid, él vivió en Oregón durante un año —dijo Phoebe.
—¿Por qué? —pregunté con curiosidad.
—Por una cosa que sucedió con Mae. Ni siquiera sé si vale la pena explicarlo —murmuró. Levanté las cejas y la miré inquisitivamente.
—Cuenta —dije.
—Mae utilizó a Ryan para acercarse a Will. Ryan se quedó prendado de ella, y cuando él le contó sobre sus sentimientos ella le soltó la bomba. Entonces, él se fue para tomar un tiempo lejos de todo —explicó.
—¿Y seguiste siendo su amiga después de algo así? —Dije casi gritando.
—Ella cambió mucho desde entonces… hasta que viniste —agregó Natalie. Me mordí el labio.
Es una víbora, ella. Cómo pudo hacerle algo así a Ryan. Si él es un amor de persona.
—Cambiando de tema, ¿Alguna de ustedes quiere ir a Tailandia? —Cuando dije aquello, ellas me miraron sorprendidas—. Solo puede venir una…
—Dudo mucho que mi mamá me deje ir… —murmuró. Phoebe.
—Iré a Europa con mi familia —dijo Nat negando con la cabeza.
Después de clases, fui directamente a mi casa. Cuando entré, el olor a comida rica hizo que me gruña el estómago. Dejé mi mochila en el suelo, al lado de la puerta y fui corriendo a la cocina. Pero en lugar de encontrar a mi madre, estaba Olivia, la hermana de Will, cocinando.
—Oh, hola, Olivia —saludé.
—Sidney —dijo a modo de saludo.
—¿Necesitas ayuda? —pregunté incómoda.
—No, no tranquila, ya termino —dijo con una sonrisa.
—¿Dónde está mi madre? —pregunté.
—Arriba —contestó. Olivia cogió el último plato para llevarlo al comedor. Cuando salí de la cocina, detrás de ella vi a mi madre bajar.
Nos sentamos a comer. Debo admitir que Olivia cocina bien. La carne estaba riquísima. Yo me limité a comer mientras mi madre y Olivia hablaban.
—Podríais venir con nosotros a Tailandia —comentó mi madre. Menos mal que aún no había comenzado a beber agua porque sino la habría escupido toda. Miré estupefacta a mi madre—. Además, los billetes ya están reservados. Y no nos importa pagar dos habitaciones más.
—No, no podemos aceptar eso… —dijo Olivia negando.
—Solo pregúntale a tu abuelo, seguro que a él le gustaría salir, ¿vale? —dijo mi madre. ¿Por qué mi madre es tan amable con ellos? Quiero decir no está mal que sea buena, pero… ¿en serio? Se supone que era un viaje familiar.
Cuando terminamos de comer, mi madre la acompañó a la puerta.
—¿Por qué? —le pregunté a mi madre—. ¿No era esto un viaje familiar? ¿Por qué les invitas?