Eleanor.
Me despierto sobresaltada. Otra pesadilla.
Me pasó la mano por los ojos tratando de borrar esas imágenes. No funciona, pero al menos logró despertarme por completo.
Me levanto de mi cama y miro mi cuerpo desnudo en el espejo. Una mueca de asco se asoma en mis labios al ver los rasguños en mis muslos, pero de a poco se van curando y ni una cicatriz está en mi cuerpo.
Como si nada hubiera pasado.
Me visto rápidamente sin dejar de observar mi reflejo. Mi pelo castaño ya estaba bastante lacio, y debajo de mis ojos negros se hacían presentes unas ojeras.
Malditas pesadillas.
-¡Leah si quieres comer debes bajar ahora!-Bufé al escuchar el grito de Acacia del primer piso.
-Si hubiera querido llamarme Leah, lo hubiera dicho. Mi nombre es Eleanor. -Le dije apareciendo a su lado, provocando que de un respingo.
-Es más lindo Leah. -Me respondió y rodé los ojos.
Malditos novatos.
-¿Qué hay para comer hoy?-Preguntó uno de los chicos bajando, Nicanor. -¿Chicos de preparatoria o de universidad?
-Ninguno. -Me apresure a decir. -La gente del pueblo esta sospechando. Esta semana será a pura bolsa de hospital.
-¡¿Qué?!-Preguntó Teo apareciendo a mi lado.
-¿Me quieres dejar sorda imbécil?-Le pregunté mientras lo empujaba y lo estrellaba contra la pared. -Lo debemos hacer si queremos quedarnos aquí.
-¿Y por qué queremos quedarnos aquí exactamente?-Preguntó Catrina desde el umbral de la ventana con sangre en su boca.
Maldita perra.
-Porque es el lugar más seguro para ustedes. -Les dije.
-Oh, porque el sol nos quemará y tu eres la única inmune a ello. -Dijo Nicanor con una notable molestia.
¿Por qué acepté ayudarlos? ¡Satanás ayúdame!
-Exactamente por eso, no creí que tuvieras cerebro. Oigan, solo llevan un tiempo en esto....
-¿Un tiempo? ¡Llevamos doscientos años Eleanor!-Me gritó Acacia haciéndome frente.
-¡Y yo llevo miles!-Le grité furiosa mientras podía sentir mis colmillos salir. -No saben nada de lo que es vivir así. Es mejor este pueblo para ustedes.
-¡Ya basta!-Gritó Teo. -Nos quedaremos y beberemos de bolsa solo una semana. Luego podremos atacar a la gente.
-Nada de muertes. -Sentencié furiosa y todos asintieron.
Reeducar a un grupo de asesinos no iba a ser fácil, así que debía controlarlos.
Me fui a sentar al sofá y prendí la televisión. Las estúpidas noticias del estúpido pueblo de Mystic Town no llamaban demasiado la atención.
"Muerte múltiple de adolescentes en un campamento ayer por la noche" "Murieron desangrados"
Me altere al leer esas palabras. Mis chicos no podían haber sido, ya qué les estuve enseñando como controlar su sed de sangre.
-¡Vengan aquí!-Grité y en menos de un segundo todos estaban frente a mi. -¿Fue alguno de ustedes?
Comencé a escuchar sus respiraciones y sus latidos, todos iban a ritmo así que no estaban nerviosos o sabían controlarse a la perfección.
-Respondanme de a uno. -Les pedí y asintieron.
-No. -Respondió Acacia y su ritmo cardíaco siguió estable.
-Estabamos contigo, no fui yo. -El ritmo de Catrina era el mismo.
-No. -Nicanor no mintió.
Solo faltaba Teogonio, y dudaba de él.
-¿Dudas de mí?-Me preguntó furioso.
El y su estúpida descendencia.
-Solo responde. -Le contesté.
-Si Eleanor, fui yo. -Mintió, su ritmo cardíaco cambió.
-¿Y entonces quién fue?-Me pregunté a mi misma mientras me levantaba.
Comencé a caminar dando vueltas. No quedaban pocos clanes con vida y menos en pueblos tan alejados. Últimamente todos los vampiros se alojaban en las ciudades, así era más fácil que pasen desapercibidos.
Mis cuatro aprendices se quedaron estáticos mientras me veían caminar de aquí para allá. No tenía ni una sola pista de quien había estado haciendo matanzas. No quedaba nadie. Y mucho menos en Mystic Town.
-No importa. -Sentencié mientras volvía a sentarme. -Tal vez que no fue un vampiro.
-¿Y un licántropo?-Preguntó Nicanor y lo miré con los ojos abiertos.
-Estan extintos hace años, créeme. -Le dije.
Yo me encargué de asesinar al último.
Me miró confundido y solamente me dediqué a fulminarlo con la mirada. ¿Acaso desconfiaba de mí?
-Pero...Acacia hace unos días vio uno. -Susurró Catrina aunque lo escuché como un grito.
-¿Qué?-Pregunté lentamente mientras me levantaba. Tratando de no perder la calma.
-Hace unos días en el bosque...había un hombre. -Comenzó Acacia mientras se levantaba. -Y tenía los ojos amarillos y colmillos. Además de garras.
No podía ser.
-¿Hablaste con él? ¿Supo que eras un vampiro?-Le pregunté rápidamente.
No podía permitir otra guerra entre especies.
-No, lo vi de lejos y salí corriendo. -Contestó asustada.
-¡Sabía que no debíamos venir!-Grité frustrada hacía el techo.
-Pero...si tu dijiste que estaban extintos ¿Cómo pasó?-Eso era lo que no sabía ¿Cómo pasó? ¿Cómo pude permitir que pasara? Ni siquiera se me ocurre el odio que deben tener los licántropos en este momento.
¿Cómo volvieron? ¿Quién faltó morir?
-No lo sé, y eso averiguare. -Le contesté y salí de la casa.
Comencé a caminar y hacer el menor ruido posible, no quería que nadie me escuchara y menos que me viera.
Era imposible la existencia de licántropos, yo me había encargado de matar a Aquiles hace cien años y desde ese momento ningún hombre lobo sobrevivió.
¿O tal vez sí?
No lo sé, las dudas inundaban mi mente y solo quería saciar esas preguntas. Sin darme cuenta llegué al centro del pueblo. Estaba totalmente desolado y yo estaba sumida en mis pensamientos.
-¡Cuidado imbécil!-Grité al darme cuanta de que un joven chocó contra mí.
#11630 en Fantasía
#4389 en Personajes sobrenaturales
#6317 en Thriller
#3471 en Misterio
vampiros, amor odio romance pasion, paranormales sobre naturales
Editado: 10.06.2021