Las espadas de ambas soltaron chispas frente a sus rostros, a lo que Lavanda haciendo uso de su gran fuerza y de un cambio en como sostuvo la espada con su mano, pudo repeler el ataque que vino hacia ella, apartando a la Otra con mucha fuerza.
La Otra Lavanda, la que fue apartada y la que antes era la original ahora tenía una expresión cargada de odio.
Mientras que Lavanda, la original, tuvo que sostenerse usando su espada. No estaba muy acostumbrada a pelear, al menos no en su forma humana. Ella era quien aparecía cuando su magia Bestia, estaba activa.
Aunque ahora, eso ya no importaba…
— ¡No, no, no puede ser!— Grito la Otra Lavanda, aquella que hasta hace poco era la original— ¡Yo he estado allá afuera, sufriendo, llorando y amando! ¡Yo soy a quien llaman Bella!
De alguna manera, Lavanda era consciente de que lo que decía era verdad.
Antes de convertirse en una niña mágica y como casi todas las personas que no peleaban y que solo trataban de sobrevivir, Lavanda estaba ayudando ya sea en línea frontal, curando a los soldados o preparando y acomodando suministros en los campamentos de la retaguardia.
— ¡Lavanda!— Grito uno de los soldados que la conocía cuando la vio pasar— ¡Ven a jugar con nosotros un momento!
—Lo siento chicos, tengo bastantes cosas que hacer ahora mismo— Dijo está, mostrándose avergonzada.
— ¡Vamos, solo serán cinco minutos ¿Verdad, chicos?!— Insistió el soldado mientras los soldados a su alrededor se emocionaban pues en realidad todos la conocían, aunque había un par de ellos que no la ubicaban y serían ellos las victimas del juego que seguía.
— ¿Bromeas? Es una chica— Dijo uno de esos soldados ignorantes.
— ¿Y qué? Tú mismo dijiste que le ganarías hasta el más fuerte, bueno ¡Aquí esta!— Dijo el chico orgulloso.
— ¡No me jodas!— Se quejó el tipo— ¡Es una chica y no es ni un soldado!
— ¿Entonces tienes miedo?— Preguntó el primero mientras el resto comenzaba a exclamar: ¡Uuu!
— ¡Muy bien, me enfrentaré a ella pero si la lastimo, que la culpa caiga en ustedes!— Dijo y todos comenzaron a felicitarlo mientras hacían lo mismo con Lavanda, aunque a esta última le pedían que no rompiera su brazo.
Ambos se prepararon para las fuercitas.
Otro soldado fue réferi, asintiendo cuando estuvieron en posición. También verifico que no estuvieran haciendo trampa— Bien… ¡Comiencen!
Ambos chicos comenzaron a hacer fuerza cosa que sorprendió al soldado.
¿Cómo es que una chica que no parecía ni siquiera tan musculosa le estaba dando pelea? El tipo trato de concentrarse y usar todas sus fuerzas pero no movía a la chica ni un centímetro.
Fue entonces que Lavanda comenzó a hacer fuerza lo que hizo que el tipo se sorprendiera pues ella si lo estaba moviendo.
— ¡¿Está haciendo trampa?!— Preguntó con dificultad el pobre soldado.
—Para nada— Afirmo el chico réferi, entonces hizo que otro de los soldados también verificara y este asintió, consciente de que ninguno estaba haciendo trampa— ¿Ves? ¡Tú puedes, Lavanda!
Lavanda gano tras cinco segundos.
— ¡Lo admito, eres fuerte, niña!— Dijo el soldado, sacudiendo su mano.
— ¡Muchas gracias!— Dijo Lavanda, sonriéndole con tal brillo que el tipo termino sonrojándose y apartando la mirada para que esta no lo notara.
—Gracias, puedes continuar con tu trabajo ¿Necesitas ayuda en algo, por cierto?— Ofreció otro chico.
—No se preocupen, ya casi termine pero ustedes no estén desperdiciando el tiempo, por favor ¡Les traeré unas cuantas galletas cuando termine mi trabajo!— Les dijo Lavanda y todos se mostraron de acuerdo.
—Ella…— Comenzó el soldado que había perdido.
—Ni se te ocurra— Dijo otro soldado, sujetando su hombro— No acepta a nadie, es inalcanzable para todos, aunque creo que así está bien ¿Sabes? Es bastante reconfortante tenerla para todos.
—Supongo que tienes razón— Término asintiendo el primer soldado aunque eso no significaba que lo dejaría tan rápido, al fin y al cabo, esa chica era hermosa y fuerte, algo que llamaba mucho la atención.
A Lavanda no le molestaba jugar con ellos, de hecho, era agradable, pues al final, su extraña fuerza servía aunque sea para jugar.
Esos recuerdos solo la hicieron ir más hacia atrás.
—La chica herida tardara en recuperarse pero lo hará— Dijo el médico que entendió a la molesta chica que recibió la golpiza de Lavanda cuando eran niñas— Lo que me lleva a la siguiente pregunta ¿Realmente solo la golpeaste con tus puños? No estoy molesto, solo quiero constatarlo.
—Solo fueron mis puños— Acepto la pequeña Lavanda, con la vista abajo.
—Y-ya veo, entonces tendremos que realizar otras pruebas…
Las pruebas mentales no fueron las únicas que se le realizaron pues aquel medico sabía que pese a que los niños tenían mucha fuerza, el daño causado no podría considerarse normal para ningún niño.