Ni 1millón de Estrellas

Capítulo 7

- ¿¡Qué!? - dije poniéndome entre mi amiga y el.

- ¿No lo ha escuchado? Que lo limpie con la lengua - dijo acercándose a mi amiga

Ella, avergonzada, empezó a acercarse a el.

- ¡Ni se te ocurra! - respondí poniendo mi mano en el pecho de mi amiga y echándola hacia atrás.

- ¿Lo harás tú? - rió irónicamente.

- ¿Estás mal de la cabeza? - dije mirándole con odio - ha sido un accidente, no lo hizo queriendo.

- Ese no es mi problema.

- El nuestro tampoco, eres rico ¿no?, derrochar dinero para ti no es una molestia, comprate un uniforme nuevo.

- Obvio que lo haré, pero ahora tu escoria de amiga me ha humillado.

¿Enserio? ¿¡Estaba escuchándolo bien!? 

- Después de todo lo que me has hecho y de lo que le habrás hecho a otras personas....¿me estás diciendo que esto es humillarte?

Sin pensarlo dos veces, tiré de mi brazo hacia atrás y, con mucha fuerza, lo estampé contra su cara haciéndolo caer al suelo.

- Vamonos, aquí solo hay basura - dije cogiendo de la mano a mi amiga, llevándola lejos y dejando a ese estúpido con cara de tonto.

Fuimos hasta una fuente para que Sasha se limpiara ya que el chocolate manchó su mano y un poco la ropa.

Hoy, el de la lavandería iba a tener éxito....en lo que llevamos de día ya hay tres uniformes sucios y una bandera.

- ¡Enserio, no entiendo como alguien puede ser tan imbécil! - dije enfadada mientras mi amiga se remangaba y metía las manos bajo el caño de agua.

- Hay gente para todo - dijo ella suspirando - no le des mas importancia. Ya pasó, y wow, ¡Fuiste mi heroína! - respondió sonriendo - voy a terminar enamorándome de ti - me dio dos codazos.

- Calla tonta - reí - cualquiera habría hecho algo así. No creo que nadie permitiera ese comportamiento.

- Créeme que si lo hay.

Mi cara de sorpresa fue mas que evidente.

- Hay mas de una que le habría tirado el chocolate a propósito solo para tener contacto con Julen, y si le obliga a limpiarlo con la lengua, lo harían mas que encantadas.

Ya no sabía si sorprenderme, asustarme o reír. Nada aquí parecía normal y tenia que empezar a acostumbrarme.

El resto de las clases fueron extremadamente bien, tanto que estaba alerta por si algo pasaba.

- ¡Hasta mañana Lynn! - dijo mi amiga despidiéndose de mi con un abrazo.

- ¡Hasta mañana!

Subí en mi bicicleta y fui directa a casa.

 

 

 

- ¿Que haré con esto? - dije enseñándole la camiseta a mi hermana.

- Tirarla a la basura - se sentó a mi lado encima de la cama.

- Christin - le miré con odio causando su risa.

- Papá y mamá me van a matar - me dejé caer hacia atrás cubriendo mi cara con ella.

- ¡Me pido tu dormitorio!

Esta niña se estaba ganando una buena colleja.

- Ve a la lavandería.

- No puedo pagarla.

- Lynn, tienes dos trabajos, ¿como no vas a poder pagarlo?

- Aún no he cobrado y lo anterior se lo tuve que dar a mamá y papá para una deuda. Además, esta camisa es de calidad, no va a ser barato limpiarla.

Y mas aún siendo manchas de sangre....

Ella suspiró.

- Métete a prostituta.

- ¿Te gusta que te peque? - dije asombrada por su capacidad de molestarme, pero esto solo le causó gracia.

- Ponte otra camiseta blanca hasta que puedas llevar esa a la tintorería. Mamá tiene muchas, si coges una no creo que se de cuenta. 

Era lo más lógico que había dicho en toda la tarde.

- Me has sorprendido hermanita - revoloteé sus pelos haciéndola gruñir mientras se volvía a peinar con la mano.

Rápidamente me colé en la habitación de mis padres y busqué la camiseta que más se pareciera. Para mi suerte, había una prácticamente igual, la única diferencia es que el blanco de la camiseta de mi madre era un par de tonos más oscura que la original, pero solo tendría que aguantar con ella unos días hasta que me dieran la paga de la cafetería y de la gasolinera.

Hice de mi camisa una bola y la escondí en una esquina de mi armario para que mi madre no la encontrara. Puse la "nueva" junto con mi uniforme para usarla mañana.

- Listo - dije para mi misma.

Tras eso, fui a la cafetería con mi amiga. Le expliqué todo lo sucedido mientras preparábamos pasteles para reponer los que faltaban. Su cara de asombro era mas que obvia.

- ¿Es enserio? ¡Parece una película!

- Yo a veces no se si estoy despierta o muerta, porque no es normal nada de lo que pasa allí.

- Me alegra que al final aceptases ir allí. Perdona por haberme puesto así los otros días.

- No te preocupes - sonreí y ella me devolvió la sonrisa junto con un dedo manchado de nata en mi cara.

Fue así como la guerra de nata comenzó.

 

 

 

 

- ¡Te dije que mi coche utiliza gasolina de calidad, no esa basura! - me gritó aquel cliente.



#4704 en Novela romántica
#311 en Joven Adulto

En el texto hay: adolescentes, drama, amor

Editado: 18.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.