Sofía
Miedo, en ese preciso momento sentía un terror enorme. Quería soltarme de su agarre y salir corriendo.
Ian me sonrió
Escuchamos a alguien y los dos volteamos a la par. Al ver a Laín me soltó las manos y se tensó de inmediato.
—Así que dime, Ian. ¿Realmente pretendes asesinarme?
Laín había escuchado aquello. Ian negó riendo.
—Tu no entiendes que haría lo que fuera por estar con ella.
—Creo que no has pensado bien las cosas pues no se te ha ocurrido que al hacerlo irías a prisión y no serviría esto. — Laín hablaba con mucha tranquilidad.
Yo por dentro moría de nervios. No quería que algo saliera mal.
—Estas mal…super mal. Estas zafado del coco, será mejor que dejes de acosar a Sofí y te vayas de aquí antes de que llame a la policía.
Aquello lo había dicho Naím, y por alguna razón ellos siempre estaban en los momentos más oportunos…algo que realmente agradecía.
Pensé que con eso Ian entendería, que las cosas se habían tranquilizado, pero no fue así.
—Perdón, Sofí…pero si no eres mía…— llorar, quería llorar al ver que había sacado un arma y me apuntaba con ella —. No serás de nadie.
Ninguno se movió, nadie dijo nada, una chica había entrado a la librería y al ver la escena salió corriendo de ahí a toda prisa.
Debía estar tranquila y no empeorar las cosas, pero por alguna razón mi cerebro mandó las señales equivocadas. Caminé directo a él, hasta que el arma estuvo en mi pecho.
—Dispara, adelante, anda— agarré la boca del arma y la puse en mi corazón —. Ya me cansé de esta mierda, no te amo, no me gustas y jamás estaré contigo. No es amor lo que sientes.
—Es obsesión— intervino Naím—. Como la canción— al decir esto Laín le dio un codazo. Ian no retiraba el arma, seguía apuntando, no temblaba, estaba firme.
Nos miramos, nadie decía nada, el lugar estaba tenso, esperaba que las cámaras de seguridad estuvieran grabando.
El dedo de Ian se acercó más al gatillo.
—Te iras tu primero luego yo, al menos estaremos juntos en el paraíso.
Disparó.
Sentí que el alma se salió de mi pecho.
Ian soltó el arma y se dejó caer, la sangre empezaba a salir de su pecho. Naím rápidamente corrió auxiliarlo mientras Laín se acercaba a mí. Me rodeo con sus brazos y me apretó hacia él.
—Tranquila, ahora todo está bien.
Buscaba al responsable del disparo, para mi sorpresa el dueño de la librería estaba ahí y guardaba su arma.
—Hay que llamar a una ambulancia— dijo Naím.
—Ya vienen en camino.
—Y a la policía.
El señor se acercó a Naím y a Ian, le apretó el hombro al primero y le dijo.
—Yo soy la policía.
Ese señor era todo, pero había llegado justo a tiempo, sí no, esta escena hubiera sido completamente diferente
Se llevaron a Ian con una buena herida, por suerte o desgracia no iba a morir, no tuve que dar ninguna declaración, no podía presentar cargos, no tuve que hacer nada pues el dueño de la librería se encargó de todo, me dijo que él se encargaría Antes del subirse a una patrulla se acercó a mí.
—Y bueno… ¿Firmaras el contrato?
Negué. No quería lidiar con cucarachas.
—Lo siento, ya encontré otro lugar.
Bueno, está bien. Tomate unos días de descanso…creo que los necesitaras.
Cerró la librería antes de irse.
Yo me fui con los hermanos, en el camino le conté a Naím lo que había pasado con mi madre, le conté que no tenía a donde ir. Cuando llegamos a su departamento me dijo.
—Ponte cómoda Sofí, siéntete como en tu casa.
No era tan grande en sí, pero si mucho más que dos simples cuartos.
Me senté en uno de los sillones, minutos después llegó Naím con una taza de té y me la dio.
—Esto te ayudara contra los nervios.
Lo agarré y comencé a tomarlo.
—Pusiste en riesgo tu vida pequeña— dijo Laín.
—Lo sé, no estaba pensando con claridad.
—No sé quién estaba más loco, si Ian, si Laín por provocarlo o tu…
—Lo bueno que ya pasó todo— le dije sonriéndole.
Este asintió.
—Pasaras la noche aquí, mi habitación esta libre, yo dormiré con Laín, solo voy a cambiar las colchas pequeña Sofí.
—No, no Naím. No quiero estorbar.
—El que estorba es Laín…pero a el no encuentro ni como correrlo— dijo en modo de juego saliendo de la habitación.
Nos quedamos solos. No sé cuánto tiempo paso hasta que Laín habló.
—Lamento no haberte ido a buscar, yo…tenía que arreglar un asunto. Sam…ella, ella está embarazada.
No lo digas Sofí, no lo digas.
—Ah…felicidades.
Ay idiota.
—No es mío, Sofí— dijo de inmediato.
—Y yo soy un unicornio…
—No es el de él, confirmo— se metió Naím asomando la cabeza en la habitación.
¿Le creía? Sí… No dudaba.
—¿Y quién es el padre?
—Eros…— respondió.
—¿Qué…como es que…?
Laín se levantó y se sentó a mi lado.
—Es una larga historia, y eso ya no importa, pequeña. No importa en lo absoluto. ¿Sabes lo que significa?
Asentí.
—Ya no hay nada que nos impida estar juntos.
Excepto mi madre, pero ya me encargaría de ella después.
Naím salió del cuarto y se pasó al de Laín cerrando la puerta. Este me tomó la mano y me llevó a la habitación.
La habitación era más grande de lo que había imaginado, una cama matrimonial en medio con dos buros a los lados enfrente estaba la televisión con un mueble y un play station encima. Caminé y logré ver un pequeño baño dentro.
—Al fin de cuentas creo que tener una librería si deja dinero eh.
Laín sonrió. Cerró la puerta de la habitación y se acercó a mí.
Tocó mi mejilla hasta hacer un recorrido a mi cuello, después bajo más su mano jugando con mi pelo.
—Eres tan hermosa.
Se pegó más a mí y coloco ambas manos en mi cara depositando un beso en la punta de mi nariz.
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Editado: 23.02.2022