Ally no permitas que esto te siga afectando, tu eres fuerte, eres valiente; repetía internamente esas palabras. Inhalé y exhalé despacio, poco a poco sentía como todo volvía a la normalidad, alcé el rostro y vi que Jake me miraba con preocupación, aunque su mirada tenía cierto brillo de tristeza.
— ¿Te encuentras bien? ¿Quieres que vayamos a enfermería?
— No te preocupes —respondí en un susurro—. Solo fue el impacto y la preocupación del momento.
Jake me miró con duda, como si no me hubiera creído, pero al final no dijo nada y solo asintió levemente.
— Hmm, ¿quieres qué te acompañe a la clínica? —preguntó en un tono nervioso mientras tocaba con su mano el lóbulo de la oreja.
— Es tu primer día de clases, no puedes faltar. Además, esa clínica esta algo lejos de aquí en autobús.
— Puedo faltar, hoy solo era el día en el que conocería el instituto.
Una sonrisa de agradecimiento se formó en mi rostro no sería capaz de ir sola, Max está en un examen y no puedo pedirle que me acompañe.
— Muchas gracias, Jake, te lo digo en serio. Prometo algún día compensártelo.
Salimos apresuradamente del instituto y fuimos a la parada de autobuses más cercana, a los pocos minutos llegó el autobús que nos dejaba a una cuadra de esa clínica.
— Ten tu celular —dijo Jake mientras nos sentábamos, no había recordado que él lo tenía.
— Gracias —dije con una pequeña sonrisa.
No sabía si debía escribirle en este momento a Max, sé que se enojará por no avisarle en el momento que salimos del instituto, pero lo conozco y es capaz de dejar el examen a un lado para venir conmigo.
— Ya debemos bajarnos —dijo Jake, sacándome de mis pensamientos.
Ninguno dijo nada hasta que entramos a la clínica.
— Buenos días, soy Ally Thompson —dije a la señorita que se encontraba en recepción.
— Buenos días, ¿tiene cita o viene a visitar a un paciente?
— Vine porque me llamaron —respondí en un tono amable.
— Déjeme reviso el registro
— Debe acercarse al piso tres, habitación 220. Es el paciente… —no alcancé a escuchar su nombre porque me dirigí corriendo hacia el ascensor. Ni siquiera me detuve a esperar a Jake, cuando me di cuenta él estaba en el ascensor conmigo.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron salí a paso apresurado ya que no se podía correr en los pasillos, cuando llegué a la puerta de la habitación los nervios habían invadido mi cuerpo, mi mano temblaba mientras la acercaba a la manija de la puerta.
— Todo estará bien Ally —comentó Jake tratando de animarme. Tomé un respiro profundo y abrí la puerta.
Ni en mil años me hubiera sentido preparada para ver esto. No podía creer lo que estaba sucediendo y las lágrimas solo se deslizaban por mis mejillas.
La persona en la camilla se encontraba con una venda en la cabeza, había varios moretones en su cuerpo y su labio estaba partido, incluso tenía un yeso en la pierna.
Lentamente me acerqué a la camilla, era una imagen dolorosa, quise retener mis sollozos pero no pude.
— No llores —susurró—, me duele verte llorar.
— ¿Qué te pasó? —pregunté entre sollozos.
— No es nada grave, estoy bien —dijo con voz cansada, intentó sonreír pero al hacerlo una expresión de dolor cruzó su rostro.
— ¿Qué no es nada grave? ¡Estás escuchando lo que dices! Estás en un jodido hospital, no puedes decirme que no es nada grave.
— ¿Quién es tu amigo? —preguntó para cambiar de tema, pero que ni crea que esto quedará así.
— Él es Jake, un compañero del instituto.
— Mucho gusto —dijo Jake con cierto tono de incomodidad—, lo mejor será que te espere afuera.
— Gracias por acompañar a la luz de mis ojos, muchacho.
— Gracias Jake, si quieres puedes irte —le dije con una pequeña sonrisa.
— Tranquila, te voy a esperar, iré a la cafetería.
— Me agrada, luce como un buen chico —dijo con una extraña sonrisa en el rostro, podía imaginarme lo que estaba pensando.
— No intentes cambiar el tema, ¿qué te pasó Lily?
Soltó un suspiro antes de hablar y sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, tal vez al recordar lo que pasó.
— Tuve que ir a la otra sucursal de la cafetería porque hubo algunos problemas, cuando estaba regresando no pude controlar el auto y me estrellé contra un árbol.
Bueno, ahora tenía sentido que esté en esta clínica.
— ¡Ay, Lily! Debes tener más cuidado, eres como una madre para mí no soportaría perderte —dije al borde de las lágrimas.
— Mi niña —en sus ojos veía un brillo de nostalgia—, todavía no me perderás, me tendrás durante mucho tiempo. Quiero estar presente en todos los momentos importantes de tu vida —dijo mientras sostenía mi mano con cariño.
— Quiero estar presente en tu graduación de la universidad, te ayudare con los preparativos de tu boda, también cuando tengas hijos, y los consentiré como no te imaginas. Me regañaras por mimarlos demasiado, pero en el fondo sé que te encantara que haga eso.
— Creo que el golpe en la cabeza te afectó —bromee—. Los medicamentos para el dolor han de ver sido muy fuertes como para que me estés hablando de bodas e hijos.
— Sé muy bien lo que digo.
— Sabes lo que opino con respecto a eso —le recordé.
— Hay algo que debo decirte —dijo nerviosamente y la preocupación apareció en mi pecho—. No es algo grave —agregó al ver la expresión que puse.
— ¿Qué es? —pregunté curiosamente.
— Estoy saliendo con alguien —susurró y sus mejillas comenzaron a obtener un ligero tono rosa.
No era una noticia que esperará y el asombro fue evidente en mi rostro.
— ¿Lo conozco? No, si lo conociera ya me hubiera dado cuenta —dije pensativa—. ¿Quién es? ¿Cuándo lo conociste? ¿Cómo lo conociste? —pregunté sin cesar y Lily solo se rio.
— Pues…—iba a responder todas las preguntas que le hice, cuando de repente la puerta de la habitación se abrió y mi padre entró corriendo con una expresión de preocupación que marcaba su rostro.