Ally
No podía creer lo que había sucedido, ni en mis más locos sueños lo hubiera hecho, pero me encontraba feliz, después de tanto tiempo era agradable sentir esta sensación tan bonita. Solo había un problema: el miedo. Miedo a que todo salga mal, miedo a salir herida o a herirlo.
— ¿En qué piensas? —preguntó Max.
— En nada —respondí intentando fingir una sonrisa, pero él me conoce muy bien y no me creyó.
— ¿Es por lo de Jake? —el tono de su voz era cauteloso. Y eso era otra cosa, Max y Jake se llevan muy bien, tal y como le dije en un inicio. Si llegara a salir con él, Max estaría en una situación difícil, si llega a pasar algo no quisiera que él tuviera que elegir.
No respondí, solo lo vi por unos segundos y después desvié la mirada, soltó un suspiro y dijo—: Hablaremos en casa.
Asentí en respuesta, no quería hablar, sentía un nudo en la garganta que me asfixiaba. Sin previo aviso me levanté y con paso apresurado me dirigí a un costado de la biblioteca.
Varios pensamientos rondaban mi mente y todos tenían que ver con la misma persona, Jake, una parte de mi sabía lo que sentía, pero la otra se negaba a aceptarlo. Jake es un gran chico, en lo poco que lo conozco ha demostrado ser increíble, y yo —un suspiro cansado salió de mí—. Yo soy un desastre hecho persona, hay tantas cosas malas en mí que siento que no merezco salir con alguien como él, es decir, ¿en qué universo yo podría gustarle a él? El que nos hayamos besado y que haya dicho que me extrañó no quiere decir nada, ¿cierto?
Cerré los ojos, intentando alejar todos esos pensamientos, pero de pronto apareció el causante de estos y mi corazón dio una pequeña voltereta.
— Te estaba buscando —dijo Jake mientras se sentaba a lado mío. Una pequeña sonrisa surcó mis labios, pero tan pronto como vino se fue. Tal vez no era correcta la decisión que tomaría, pero el miedo había ganado.
— Oh, ¿para qué?
— Yo… yo tengo algo que decirte —un leve sonrojo cubrió sus mejillas, se veía tan lindo. Una sensación agradable se esparció por todo mi cuerpo, una sensación que podía hacer cambiar mi decisión.
— Claro, dime —respondí con una pequeña sonrisa, para evitar que se ponga más nervioso.
— Me gustas —había determinación en sus palabras, pero al ver que no decía nada, aquella determinación fue perdiendo fuerzas y un tenso silencio nos envolvió. Me había quedado sin palabras, no sabía que decirle. En mi cabeza había una gran trifulca mental, lo que sentía contra el miedo, era una gran batalla con un solo vencedor.
Por fin iba a decir algo, cuando el agregó: — Sé que tal vez es muy pronto y eso, pero en serio me gustas mucho Ally, quiero seguir conociéndote, descubrir cada faceta de ti.
— Yo. Tú. Nosotros —. Una pequeña sonrisa que indicaba diversión apareció en su rostro y mis mejillas enrojecieron. No podía ni formular bien una frase.
— ¿Vas a seguir diciendo pronombres? —preguntó en un tono burlón, pero aún así pude darme cuenta de que estaba ansioso por una respuesta.
— ¿Cuándo… cómo pasó? —mi voz salió en un susurro. Realmente no lo entendía.
— Eso es algo que no puedo responder, porque ni yo mismo lo sé. No sé en qué momento empezó esto. Sólo es algo que siento, Ally —la manera en la que pronunció mi nombre y el brillo de sus ojos me ayudaron a tomar una decisión, la cual me daba miedo, pero a la vez me hacía sentir feliz.
— Tú también me gustas —respondí, distintas emociones cruzaron su rostro y una sensación que no podía identificar se asentaba en mi pecho—, pero…
Ni siquiera me dejó terminar de hablar cuando sentí sus labios sobre los míos. Fue un beso lento, delicado, pero provocó estragos en mi pobre ser.
— No digas ‘pero’, por favor —su voz era un susurro, de no ser por la distancia a la que nos encontrábamos estoy segura de que no lo hubiera escuchado—. Los peros no traen nada bueno.
— Tienes razón —respondí, atontada por el beso compartido hace un momento—. Solo que en este caso era un ‘pero’ bueno o algo así.
La confusión se instauró en su lindo rostro, mientras que el nerviosismo se apoderaba de mí. Esto no era algo fácil de decir, bueno, al menos para mí no lo era.
Solté un suspiro antes de hablar. — Iba a decir, pero ¿qué vamos a hacer? ¿qué procede?
— Vamos a ser y hacer lo que tú quieras —la sonrisa que me brindó logró tranquilizarme y sus palabras también.
— ¿Y que hay con lo que tú quieres? —pregunté.
A pesar de sus bonitas palabras y de todo lo que estas causaban en mí, no podía ser egoísta, también debe importar lo que él quiere de esto, lo que sea que vaya a haber entre nosotros.
— Yo quiero muchas cosas Ally y todas son contigo —el brillo en su mirada al decir esas palabras era digno de admirar—. Puedo esperar el tiempo que quieras hasta que te sientas lista para salir conmigo.
— No tienes por qué esperarme, Jake —mi voz salió suave—. No me esperes, porque… —respiré profundamente antes de continuar— porque yo quiero salir contigo.
Una tierna sonrisa se extendió por su rostro y la sonrisa que estaba en el mío no podría quitarla nadie. Sin pensarlo dos veces me acerqué a sus labios y deposité un casto beso en ellos. Sus labios eran suaves y dulces. Jake provocaba sensaciones muy bonitas en mí y no estaba acostumbrada a ellas, aunque si lo pienso, no será difícil acostumbrarse.
El resto del receso pasamos hablando de muchas cosas, disfrute ir conociendo más de él. También llegamos a un acuerdo: Si surge alguna duda o problema debemos hablarlo, no importa que tan difícil sea. Al parecer los dos creemos en que es importante una buena comunicación en una relación. Además, aún no definimos una etiqueta para lo que somos, estamos en el proceso de ir conociéndonos y eso me gusta. Los dos somos conscientes de lo que sentimos y tenemos muy claro lo que queremos.