Pasado
Unas horas antes de la boda.
Alguien carraspeó detrás de sus espaldas pero no se giró. Se quedó unos segundos más observando el paisaje exterior del jardín. Pronto se iba a casar, cambiando su vida de una forma radical con una mujer que no amaba. La detestaba por su carácter superficial y llena de vanidad. No podía ignorar por más tiempo el carraspeo que había escuchado. Se dio la vuelta y vio a quién iba a ser su cuñada.
La tímida Clarette.
Nadie de su familia se daba cuenta de la presencia de la chica. Le daba pena haber presenciado como la madre actuaba con ella, dejándola en un segundo plano, como si no fuera su hija dando amor a la otra.
— Señorita Rawson, ¿qué hace ahí sola? — aunque no sabía cómo se produjo, el que propició ese sentimiento. Desde hacía un año, sentía una ternura infinita hacia ella. No lo podía explicar. Era más que ternura. Además, no le gustaba tampoco como su prometida la trataba casi con crueldad por un pecado que cometió. Por hacerse pasar por ella y romper el compromiso con su ami... Charles.
Ojalá lord Rawson no le hubiera puesto una soga en el cuello. ¡Maldecía su estampa y por chantajearle sobre la fábrica de su padre! Hubiera deseado que años atrás su padre no hubiera firmados esos condenados papeles, que los unía a esa apellido.
— Quería disculparme una vez más.
Olsen tendió una mano hacia ella. Había visto pocos gestos de afecto hacia ella. No quería que ella se sintiera lo mismo con él. No iba a demostrarle que era igual que sus parientes. Ella se acercó y miró su mano sin saber qué hacer. Finalmente, la cogió.
— Ven — la llevó hacia el sofá donde se sentaron. No le preocupó que su traje se arrugara. No era su gran preocupación, aunque su ayuda de cámara hubiera fruncido el ceño y la nariz ante su gesto despreocupado con el traje —. Clare — la tuteó —, no te tienes que disculpar por algo que ya es pasado.
— Aun me siento culpable — el joven se fijó la mortificación en los ojos de la chica —. He arruinado la vida de mi hermana, de Caruso y la suya.
— No, recuerde que yo estuve ahí — le apenaba verla así. Se imaginaba que la gemela de ella había contribuido que aún siguiera sintiéndose así —. Esta boda no es culpa tuya. Créeme.
No había sido ella. Sino lord Rawson.
— Pero... Este matrimonio es una locura. Siento que yo lo he propiciado.
— ¿Una locura? Míralo por el lado bueno, seré su cuñado — él se alegró verla sonreír, aunque fuera una efímera sonrisa. No la había visto mucho sonreír. Hubiera podido decirle que ella no tenía esa responsabilidad, sino la mente despiadada de su padre —. ¿Me permite darle un abrazo?
— No sé si eso estará bien.
— Deje por un momento de pensar lo que está bien o no. Considere un abrazo de amistad o de cuñados — con esas palabras, la convencieron finalmente.
Le dio ese abrazo que ella había necesitado hacía mucho tiempo. Aunque no lo amaba, era un abrazo que le mostraba un sentimiento sincero. Owen era un chico bueno, a pesar de que él había traicionado a su amigo Charles. Ojalá, se perdonaran y volviera esa amistad de antaño. Ninguno de ellos se imaginó que había un testigo merodeando que observaría dicha escena y la malinterpretaría, creando un odio inexistente por años.
***
Nadie supo de su viaje intempestivo a Londres. Estaba estudiando en la universidad de Berlín cuando había tomado la decisión de regresar y hacerle saber a su amada que la había perdonado y le quería pedir una segunda oportunidad. Así que le envió una carta para hacerle saber que había llegado a Londres, citándola para verse en un lugar que nadie los llegase a descubrir. Tenía presente la importancia que ella guardaba su reputación e intimidad. Lo sabía muy bien para su desgracia.
Había pasado un año desde que se fue y puede ser que ella lo había olvidado. No lo sabía con certeza, pero tenía que intentarlo. Quería saber cómo estaba y si había alguna posibilidad para ellos. Después de ese tiempo, aún las palabras de ella de su último encuentro rondaban por su mente. Habían sido extrañas para él. Sin embargo, no consiguieron ablandar su corazón y perdonarla.
— Lo que viste no fue real. No era yo — tuvo la desfachatez de negárselo.
—Sí,te vi con él, besándote. Llevabas la misma ropa y el antifaz. Eras tú, ¿cómo lo puedes negar? — preguntó asqueado —. Además, Olsen confesó que él y tú estabais juntos. ¿Me lo vas a negar eso también en mi cara? Te citabas con él mientras tú estabas conmigo.