No me odies, Quiéreme

Cambiando de parecer

Mientras Alonzo se dirigió a su entrevista sin estar muy seguro de que le esperaría, Alicia entró a su departamento rogando a todos los santos que existieran y a los que beatificaran en los siguientes cincuenta años, para que su hermano no se pusiera roñoso y le diera el trabajo a Alonzo, no es que eso le beneficiara en algo, pero siempre que estaba en sus manos hacia lo posible por ayudar, al parecer él necesitaba encontrar un trabajo.

Cuando Alonzo habló por celular con Ezequiel pudo reconocer la voz de su hermano, haciendo algunas conjeturas, dedujo que su papá le había dado el curriculum de Alonzo, y no se necesitaba ser adivino para saber que entre Heriberto y Ezequiel harían todo lo posible para descubrir que iba su relación. ―Cómo si realmente existiera alguna―.

A pesar de que Alicia sabía que no podían descubrir nada, porque no había ninguna relación, no dejaba de molestarle el hecho que ellos quisieran estar al pendiente de cada uno de sus movimientos. El argumento de Ezequiel era la cantidad de patanes que había sueltos por ahí, ella estaba de acuerdo que no existía el hombre perfecto, no obstante, quería cometer sus propios errores, y no que su familia decidiera por ella, Ali temía que, debido a la necesidad de su hermano de estar enterado de su vida, se le ocurriera decir que era hermano de ella, de ser así seguro a Alonzo no le agradaría nada, seguramente para él no sería más que una metomentodo.

No entendía porque si Alonzo le había dejado en claro que tenía cierta aversión hacia ella y a cualquier persona que fuera cercana a Sonia, y esta última le dijo que lo mejor era que se alejara de él, no lo hacía, porqué tenía esa necesidad de acercarse a él, quería saber porque le molestaba tanto su presencia, ya que, su aversión no era por ser amiga de Sonia, él dejó claro lo mal que le caía desde antes de saber que eran amigas, y no entendía que es lo que lo causaba. Extrañamente, estaba siguiendo el consejo que le dio su amiga el día que le platico de su primer encuentro con él, aunque, claro Sonia desconocía que la persona a la que tanto odiaba era la misma persona que ella había conocido en la biblioteca.

―Hola ―saludó Sonia con cara de asco, cuando entró al departamento.

―Hola. Pensé que llegarías más tarde.

―Supongo que, si hubieras sabido que llegaría antes, no lo hubieras traído contigo. ―dijo señalando a Adrián que se encontraba dormido en el sillón.

―Lamentó informarte que a pesar de saber que llegarías temprano, habría traído a Adrián hoy. Si no quitas esa cara, te vas a arrugar más de la cuenta. ―agregó. Sonia era vanidosa al extremo y se preocupaba demasiado por las supuestas arrugas que tenía.

―Si insinúas que estoy vieja, te recuerdo que solo soy casi de tu edad.

―Quizás deberías recordarlo cada vez que te ves al espejo durante las mañanas y en las noches.

―Lo que tú digas. ¿Pero no habíamos quedo que te ibas a alejar de Alonzo?

―Que yo recuerde no acordamos nada, tú exigiste que me alejara de él, pero yo no te dije que lo haría, de lo que si estoy segura es que quedamos en no volver a tocar el tema.

―No lo tocaríamos si no hubiéras traído a su hijo.

―No estoy segura si estás molesta de que traje a Adrián porque es un niño, o por que su padre te cae muy mal, o tal vez un poco de ambas.

―No pongo peros cuando llegan a visitarte tus sobrinos, y eso que son unos demonios.

―Si lo hiciera estoy segura de que ya hubieras conocido el puño de Elisa. Sonia entiendo que no te gusten los niños, también que su papá no te caiga bien, pero al menos por hoy podrías dejar tus quejas a un lado.

―Solo por hoy. ―concedió.

―Gracias.

―Supongo, entonces, que seguirás viendo a Alonzo.

―Sí, al rato cuando venga por Adrián tendré que verlo.

―¡Qué simpática eres! Me refiero a después de hoy, ¿saldrás con él?

―Creo que vas demasiado rápido, no tengo pensando salir con él, al menos no de momento y aunque no lo creas, las veces que lo he visto han sido pura casualidad. Por ejemplo, hoy, él estaba hablando por teléfono cerca de la barra de la cafetería cuando yo llegué, su hijo estaba un poco inquieto y me acerqué. Después resultó que el tenía una entrevista de trabajo y no tenía a nadie que lo cuidara.

―Claro, ¿y tú te ofreciste?

―No, el me lo pidió directamente, al final logramos un trato interesante.

―Tengo miedo de preguntar, ¿pero, qué clase de trato?




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