No me odies, Quiéreme

Y el corazón destrozado

Alicia permaneció frente a la puerta cerrada durante unos minutos mientras las lágrimas seguían cayendo por su cara sin que las pudiera controlar.

―Ali ―llamó Sonia. De alguna forma ella sabía que cuando Alonzo se enterara de la verdad se molestaría mucho, pero no esperaba que fuera tan cruel, en todo el mundo quien menos se lo merecía era Alicia.

―No lo digas, por favor.

―¿Qué? ―cuestionó confundida.

―Te lo dije, no estoy preparada para escucharlo.

―¡No iba a hacerlo! Ven. ―Sonia llevó, más bien, arrastró a Alicia hasta el sofá enfrente de la televisión, era evidente que su amiga no quería distraerse, pero no pensaba dejar que se encerrara en su mundo, solo porque Alonzo estaba siendo muy obtuso.

―No imaginé que se fuera a molestar tanto. ―reconoció―. Sé que le mentí y eso estuvo mal, pero no lo hice para hacerle daño.

―Lo sé, Ali. No tienes que explicármelo. Sé que lo hiciste porque querías ayudar.

―¿Entiendes por qué odio tanto el dinero de mi familia?

―No, no lo hago.

―Mis anteriores parejas se acercaban a mí por el dinero y una vez que lo tenían se desaparecían, con Alonzo era todo tan diferente, porque creía que al igual que él tenía que trabajar por necesidad, y no por gusto, pero ahora que sabe que tengo dinero se aleja porque no quiere a alguien como yo.

―Ali, está enojado, pero va a pensar las cosas y se dará cuenta que se equivocó y lo mucho que está perdiendo.

―No creo que esté perdiendo nada.

―¿Después de lo que pasó sigues creyendo que no está interesado en ti?

―Dame una razón para que crea todo lo contrario.

―Sí se enojó tanto es porque hay algo que le importa, no te puedes enojar por algo que no te afecta. Si no estuviera interesado le habría dado lo mismo… ―el celular de Alicia sonó interrumpiendo a Sonia.

―Es Ezequiel ―dijo después de revisar.

―Debes de hablar con él. ―Alicia asintió, antes de deslizar la mano sobre su teléfono para responder la llamada.

―¿Hola?

―Ali ―dijo desesperado―. Yo… ―escuchar a su hermano tan angustiado, le hizo pensar que a lo mejor su llamada no tenía nada que ver con Alonzo, y algo grave estaba sucediendo con su familia.

―¿Qué pasa? Me estás asustando.

―Se me salió decirle a Alonzo que eres mi hermana. ―musitó.

―Debí sospecharlo, nunca me ibas a dar una oportunidad. ¿Verdad?

―No es eso, yo en verdad quería ayudarte.

―Tus maneras no son muy ortodoxas.

―Sé que siempre la riego contigo, por favor escúchame.

―No quiero hablar, Ezequiel, Alonzo se acaba de ir y sinceramente no tengo ánimos para charlar y menos contigo.

―Lo siento, Ali.

―Está bien, ya debería estar acostumbrada.

―Por favor no la tomes con papá y mamá. Ellos no tienen la culpa.

―Da igual.

―¿Puedo ir a verte?

―Si respondo que no de todos modos estarás aquí, y no te irás hasta que no te salgas con la tuya.

―Más tarde paso por tu departamento.

―No traigas a Elisa y a los niños, no estoy de humor.

―No lo haré, te prometo que si después de que hablemos no quieres saber de mí, lo entenderé.

―Ya no puedo creer en tu palabra, Ezequiel. ―Alicia terminó la llamada.

―¿Qué pasó?

―Ezequiel fue quién le dijo la verdad a Alonzo.

―¿Crees qué le haya ofrecido dinero? ―Alicia abrió los ojos, no esperaba esa pregunta, sin embargo, conocía la respuesta.

―No ―respondió segura. Alonzo no había sido un caballero precisamente hace un rato, pero estaba segura de que su enojo y furia no era a causa de que Ezequiel hubiera tratado de comprarlo, era a causa de que ella le había ocultado información.

―¿Cómo puedes estar tan segura?

―Porque Alonzo está enojado porque no le dije quién soy, y ya te lo dije él no quiere saber más de niñas ricas, no hay razón para que aceptara dinero de Ezequiel. A parte, mi hermano nunca me ha hablado después de darle dinero a cualquiera de mis exnovios.

―La pregunta no es qué si Alonzo aceptó el dinero, sino Ezequiel se lo ofreció. Él pudo ofrecerle, y Alonzo rechazarlo.




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