No ser Cenicienta

Capitulo especial

En otro lugar de la casa

En el cuarto principal de la casa, se encontraba Lady Thundarot con su hija mayor, Mary, quien estaba ansiosa por la llamada de su madre. 

 

La mujer estaba esperándola con su típico vestido negro, algo llamativo, pero delicado a la vista.

— Cariño –pronunció la mujer, mientras se paraba para darle un abrazo a su hija– Cada día estás hermosa

– Muchas gracias, madre –sonrojándose la chica por las palabras– Pero sabes que no todos se dan cuenta

– Tonterías –dijo acariciando su rostro– Eres hermosa, lo heredaste mi –sonriéndole con ternura.

Algo que caracterizaba a Bárbara Thundarot, viuda de Adams, además de su “humor” era su belleza. Cada hombre que le había visto se impresionaba por la mujer, ya que sus ojos castaños y su pelo corto rubio, daba un aspecto de seguridad y belleza.

Se casó dos veces, uno al que fue por obligación por un secreto, mientras el otro fue solo por interés.  Pero ahora solo tenía en mente un objetivo: Que su hija mayor, Mary, sea la siguiente reina del reino, no importa a qué costo.

 

– Eso lo sé –dijo orgullosa tocándole la mano que reposaba en su mejilla– Mi hermana y yo somos afortunadas por tenerte como madre –cuando escuchó la mención de su hija menor, quitó su sonrisa un instante, pero siguió con lo que tenía que decirle

– No estamos hablando de tu hermana, hablamos de ti. Sígueme –dijo mientras la guiaba al espejo de su cuarto, dejándola al frente de este– ¿Qué ves ahí cariño?

– Mi reflejo

– Ya lo sé tontita –mientras le tocaba la punta de la nariz– Hablo que me describas de lo que eres.

– ¿Lo que soy? –pregunto nerviosa. Pese a la belleza que le caracterizaba a Mary, nunca pudo describirse como es, ya que siempre siguió los deseos anhelados de su madre– Mamá yo…

– Bien –dijo– por esta vez te voy a ayudar. Yo veo a una joven hermosa, que me da orgullo cada día –mientras le acariciaba el cabello, relajándola– Pero –pronunció seria– Puede ser la persona que me lleve a la gloria o la persona que me humille hasta dejarme en nada.

<<Otra vez este sentimiento>>, pensó la joven, y no era falso. Bárbara, desde el momento que tuvo en sus brazos a Mary, se prometió que ella sería su milagro a todos sus deseos. Esto llevó a que fuera algo estricta con lo que todo lo que se relacionaba a ella, hasta de sus propios sentimientos, por lo que elegía hasta sus amistades. 

– No me veas así cariño –mirándola en el espejo– Todo es un simple plan, ya lo sabes. Primero: ser amiga de la pobre de Sarah Montgomery, segundo: ser hermosa y destaca por todo el que te ve; tercero: Que tu madre se case con David Adams, que era viudo; cuarto: Ir al baile y el más importante, el quinto, que es…–pronuncio esperando la respuesta de su hija. Pasaron unos segundos y al ver que no respondía, empezó a clavarle las uñas en su brazo derecho con algo de enojo.

– Quinto: Enamorar y… Casarse con el príncipe —mencionó con dolor. Al escucharla, dejó de hacerlo.

– Excelente –dijo sonriendo– Vas a ser una hermosa reina cariño. Ahora ve a tu cuarto y descansa, una futura gobernante debe ser...

– Perfecta –termino con ella

– Te quiero mucho cariño –abrazándola un instante y luego dejarla– Adiós

– Adiós, mamá –despidiéndose con una sonrisa.

                                                                                                                                                                              

Saliendo del pasillo, Mary se tocó el brazo adolorido por las uñas de su madre. <<Tranquila Mary, este es solo un recordatorio de lo que debes ser>>pensó. Lamentablemente, para ella, no era la primera vez que le pasaba, ya que cuando tenía siete años, quiso hablar con Thomas Burke, un niño de dos años mayor que ella, pero de una familia de poco dinero. No fue sorpresa el grito de horror de la mujer al ver a su hija hablar con tal error. Ese día no fue el dolor de ver como espantó al niño, sino de cómo le dolía la espalda después de castigarla hasta que se le grabó no hablar con nadie si su madre no lo elegía.

 

Las palabras eran las mismas: “Hago esto para que tengas un buen futuro cariño”. 


– Soy hermosa y debo ser perfecta –se repitió cuando llegó a su cuarto– Nada ni nadie me va a quitar lo que me corresponde –dijo con seriedad.

 




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