No seré tuya #4

Capítulo 19

Nunca imaginó ni en sus alocados sueños, porque había soñado con él aunque fuera brevemente, que los labios del duque fueran tan suaves y cálidos. Tampoco se imaginó la respuesta de su cuerpo ante el beso. Miles de mariposas se expandieron por estómago como una flor abriéndose a la calidez de los rayos del sol. 

Si su corazón había latido rápido, con ese beso, ahora parecía salírsele del pecho. Se quedó quieta sin saber cómo reaccionar porque aún estaba fingiendo y porque, realmente, no quería que ese beso tan dulce acabara.  No podía decir que nunca había sido besada, porque había compartido un beso o dos con el profesor, muy fugaces y todos ellos a escondidas. Pero este beso era diferente. No lo podía explicar pero lo era. Sin embargo, se estuvo quieta y sin poder participar en ello. ¡La había pillado tan sorpresa! 

Unos segundos después notó sus labios desnudos. El aire se puso en su lugar en vez de los labios cálidos del duque.

 Se había alejado e intentó controlar el aire de sus pulmones. Sentía que había corrido en una carrera... Estuvo atenta a cualquier ruido que procediera de él. Tan quieta que le costó fingir hacerse la desmayada. En cuanto oyó un suspiro resignado, notó que se levantaba para alejarse de allí.

— Tendré que buscar a alguien — creyó escuchar aunque no estaba segura. 

 Cuando no lo escuchó más, supo que se había ido. 

Se irguió rápidamente con los ojos abiertos sin poder creer lo que había ocurrido. Se llevó las manos a sus mejillas ardiendo . ¡Dios, la había besado! Nadie se lo creería si lo llegara a contar. Bueno, si lo llegaba a contar a más de uno se echaría contra el duque. No provocaría una pelea entre familiares. 

Se levantó ella también sin acordarse ni siquiera el golpe en la cabeza, en donde se había dado contra la puerta, comenzaba a inflamarse. No podía negar que se había sentido en una nube, aún estaba en esa nube. Dándose cuenta de su infantil comportamiento, paró de pensar en el dichoso beso. Se centró en irse para que no la pillara el duque. Seguramente no habría creído su papel y por eso la había besado para ponerla a prueba.

Dicho pensamiento apagó cualquier ilusión que podría haber tenido. Si fuera sincera, no le gustó para nada ese pensamiento. Si era verdad, habría sentido que había sido falso cuando realmente para ella había sido inesperado pero bonito. Muy bonito. 

Se marchó corriendo de allí dirigiéndose a su habitación. No era habitual en su carácter huir, pero en cuestión de sus sentimientos, sentía que tenía correr lejos de allí. Subió las escaleras directa para su dormitorio. No se esperó en  ese momento  encontrarse a Dante, que estaba por el pasillo. Cuando pasó por delante de él y  la vio tan agitada la detuvo.

— Eh, jovencita. Espera un momento, pareces que vienes corriendo y no hay tanta prisa.

—Sí la tengo — viendo el ceño fruncido de su padre negó rápidamente —. Bueno no tengo prisa. ¡Estoy cansada!

Mentía muy mal y Dante lo sabía. Sus mejillas ardieron de la vergüenza, más todavía, porque se habían puesto coloradas antes por el... ¡No, no iba a pensar más en ello! Abrió la puerta de su habitación y la dejó abierta porque su padre no se iba a quedar con los brazos cruzados sin saber qué le había pasado. 

—Mírame Alice —aunque ella no lo quería hacer, lo hizo. Es cuando Dante se fijó en una ligera hinchazón en su frente —¿Dónde te has dado el golpe?

Hizo una mueca y se sentó encima de la cama, sintiéndose culpable y mal. No quería mentir a su padre pero lo hizo para proteger un poco al duque. Bueno, no había sido su culpa directamente, o sí. Si no hubiera metido el hocico, no habría pasado.

  — Fue tras una vuelta en caballo. Cuando llegué a las caballerizas, me tropecé... ¡Fui muy torpe y me di contra la puerta!

Él negó con la cabeza sin poder creer su torpeza.

— Podrías haber tenido cuidado  —  se llevó una mano al rostro, Alice se fijó el aspecto cansado de su padre —. Entre tu madre y ahora esto que te ha ocurrido, me matáis. 

Alice se preocupó; el tono con que había hablado no era muy alegre que se pueda decir.

— No me hecho tanto daño. Apenas me duele — se tocó y sintió casi un relámpago en su cabeza. Si no se lo tocaba, no le dolería —¿Mamá está bien?

Dante le sonrió, aunque estaba cansado, mostró esa sonrisa algo de felicidad.

— Tu madre va a tener otro bebé.

  — Oh, eso es fantástico —  ahora comprendía del malestar que tuvo su madre anoche. 

Algo le llamó la atención y se quedó a cuadros cuando vio al duque enfrente de ella, con el rictus serio. 

Alice, se ha dado cuenta de tu pésima actuación, pensó con un nudo de miedo en su estómago. 




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