16.
El hombre de avanzada edad sabía como hacer sentir como imbéciles a sus alumnos, no es que algunos no lo fueran, pero una cosa es saberlo uno mismo y otra muy distinta es que alguien lo grite a los cuatro viento.
—James Holand —él hombre agarró su examen y se lo dio sin voltear a verlo.
«¿Sin comentarios sarcásticos? Eso es nuevo»
Extendiendo el papel en sus manos, se dejaba ver un hermoso ocho dibujado en tinta roja.
Su corazón latía a toda marcha, no podía creer lo que veía y sus manos lo representaban mientras temblaban de emoción, era lo que necesitaba y si seguía así su beca se encontraría fuera de peligro.
—¡Sí! —dijo casi en susurro tratando de controlarse de saltar y celebrar como quería.
No podía negar su felicidad, ¡lo había logrado!
Podía ver como el hombre seguía entregando exámenes y humillaba a sus alumnos con palabras ácidas hiriendo más de un sentimiento mientras varios ojos llorosos salían del salón, por egoísta que pareciera se alegraba de no estar en su posición.
Sin poder despegar su vista de su preciado examen caminaba por los pasillos del edificio. Le había costado conseguir pasar aquel examen del demonio que a propósito parecía haber sido más complejo que los anteriores, tuvo que sacrificar varias de sus pocas tardes libres solo para estudiar con Julie…
James paró en seco.
«Julie»
—Debo restregarselo en la cara a la enana, ¿cómo reaccionaria? —la sola idea de ver a Julie halagando su desempeño elevaba su ego y ponía una sonrisa estúpida en su rostro.
La gente pasaba indiferente a su lado, pero una voz captó su atención.
—Holand, acaban de entregarte tu nota ¿cierto?
Una chica de pequeña estatura y cabello lacio se plantó frente a él, de algún lado la conocía, pero no recordaba de donde.
—¿Ahm?... Y tu eres… —el silencio que se había formado era incómodo, él trataba de recordarla aunque era una misión prácticamente imposible.
—Lola, la chica que te salvó el pellejo —dijo la chica cruzándose de brazos y mirándolo como si le debiera algo.
—No quiero ser grosero, pero no tengo idea de donde te conozco —James fue sincero.
—El examen anterior sacaste una pésima nota y yo te recomendé a la señorita sonrisas, Julie Faivre.
Los recuerdos llegaron como olas a él, ella era esa Lola.
—Te recuerdo —no se sentía mal por no recordarla, solo la había visto una vez aunque debía admitir que sí le había salvado el pellejo de alguna forma. Ya que no tenía nada que hacer con ella James estaba listo para salir a buscar a Julie.
Con una sonrisa de satisfacción y recargándose sobre una de sus piernas la chica pretenciosamente no se había quitado de su paso.
—¿Necesitas algo de mí? —James ya quería irse de ahí pero la chica no se movía bloqueándole el paso, estaba tentado a rodearla y dejarla ahí parada.
—Y entonces, ¿cómo te fue?
—Bien.
—¿Solo bien?
—Sí, solo bien.
Alargar esa conversación era un sinsentido y él en serio que ya quería irse.
—Ya que te ayude, ¿no merezco una recompensa?
—…
—Aunque sea un gracias.
—Gracias —Lola no se veía satisfecha— Oye solo dime que quieres.
—No es nada solo pensé que después de que fui yo quien te ayudo, merezco algo más que un simple gracias…
—Espera —James la detuvo— ¿Tú me ayudaste? Me recomendaste a Julie, pero eso me lo pudo haber dicho cualquiera, quien en verdad me ayudó fue ella.
No le costaba admitir que fue Julie quien le ayudó y esa enana ni siquiera le había pedido nada a cambio.
Lola no esperaba esa respuesta de James, se sentía algo avergonzada— T-tienes razón y perdón. Seguro que fue un martirio tener que pasar tiempo con ella.
—¿De qué estás hablando?
—Yo también obtuve ayuda de ella así que supongo que sabes de qué hablo.
La forma en Lola decía eso era como si en verdad esperara que James estuviera de acuerdo con ella. Pero ella solo se estaba ganando cada vez más el desprecio de James.
—Explicate.
—Desde que entras a su casa sabes que solo es una niña rica y mimada, además de lo irritante que es cuando te sonríe y te trata de forma tan falsa y superficial, seguro que se ríe de nosotros a nuestras espaldas solo porque se siente superior como si estuviera haciendo un acto de caridad. Seguro que no tiene idea de lo que es el trabajo duro ya que todo lo puede resolver con su cuenta bancaria…
Lola seguía hablando, pero James ya había dejado de escucharla desde hace un buen rato. Podía estar de acuerdo con algunas cosas, pero Lola no conocía para nada a Julie.
—… Además de siempre vestirse tan femenina para que todos los hombres caigan a sus pies, es solo una falsa.
—¿Ya terminaste? —dijo irritado.
—Ahm, sí —respondió ella insegura.
—Bien.
Sin nada más que decir, James la rodeo como tanto había querido y se fue casi corriendo de ahí.
No entendía que tenía en la cabeza Lola, Julie literalmente fue su salvadora así como la de él en el pasado y ahora que ya no la necesita se pone a hablar mal de ella a sus espaldas, tal y como según ella, Julie hace cuando enseña. Julie jamás lo ha visto por encima del hombro, lo ayudó y le enseño y ahora gracias a eso respira con alivio, tal vez en el pasado hubiera pensado lo mismo que Lola, pero solo basta conocer a Julie un poco para darse cuenta que no es así. La enana es mimada de eso no hay duda, pero no es una mala persona.
Mientras caminaba fuera del edificio trataba de no pensar tanto en lo que Lola había escupido. Refunfuñaba cosas inaudibles y es que no podía procesar como alguien podía hablar mal de Julie…
Fue entonces que se detuvo, solo un momento para procesar lo que estaba pensando.
«Debo haberme vuelto loco.»
Entendía que ella había sido amable con él, de hecho tal vez demasiado amable al punto en que en ocasiones era molesta, pero así era ella. Cuando no estaban estudiando Julie se la pasaba hablando de cosas sin importancia y jamás se quejaba cuando no respondía o se quedaba callado, la chica incluso le preparó comida y no era incomodo sentarse en silencio con ella… nunca pensó decirlo, pero estar con Julie era agradable.