POV:MARÍA JOSÉ.
Siento el frío del suelo, al mis rodillas hacer contacto con ello. Él sigue aferrado a mis brazos llorando sin parar, nunca creí que vería al hombre serio y un poco frío tan vulnerable, llorando como un niño entre mis brazos, y no puedo evitar sentirme terriblemente mal.
—Era mi único hermano…
Sí, eso sí era doloroso, yo no tengo hermanos pero siempre quise tener uno.
—Siempre estará en nuestros corazones, vive ahí —susurro acariciando su cabeza.
Se siente tan raro ver a un hombre llorar así, sobre todo a él, que se ha mantenido firme, y sé que lo ha hecho por sus padres, y en ocasiones también por mí.
Se aleja, y me mira a los ojos, toca mis mejillas y seca mis lágrimas.
—Lo siento —su voz sale en un ronco murmullo muy bajito.
Le sonrío.
—No tienes que disculparte.
Poco a poco con el tiempo que tenemos juntos, he ido conociéndolo a fondo, esa faceta tan dura que había utilizado en el primer día del suceso nunca apareció, no sé como pudo creer que yo tenía la culpa pero eso ya no tiene importancia.
Ahora estamos en el presente.
—¿Eres feliz?
Esa pregunta es algo confusa, frunzo el ceño confundida sin alejarme. ¿A qué se refiere?
—¿De qué me vale salvar la empresa si no cumplo mi promesa? Si eres infeliz por mi culpa…
Dios… él sentía todo eso. ¿Cómo no? Sólo que no lo veía por pensar que era la única que sufría.
—No digas eso Antony, yo lo hice por decisión propia, y tú estás cumpliendo tu promesa, tal vez de una manera extraña pero estoy bien, estuviste ahí las dos veces que intenté quitarme la vida, y eso donde sea que él esté, es suficiente y ve el esfuerzo.
Con una media sonrisa acaricio su mejilla con ternura, mientras siento mis mejillas mojarse.
Largo rato después, de haber alejado esas emociones nos dirigimos a la empresa.
En cuanto tuve la oportunidad salí para verme con el detective privado que había contratado, tal vez era más que eso, un espía tal vez, pero a mí sólo me interesaba su labor.
—¿Tú crees que los hayan sobornado?
—Tal vez, porque se supone que era lo primero que deberían hacer, revisar las cámaras de seguridad del estacionamiento —me explica mientras nos adentramos a la delegación.
—Entonces, podría ser que lo hayan hecho pero se negarán a mostrar pruebas —hablo mientras hago mi mente trabajar.
—¿Quiere que...?
—No, no me interesa la policía o que haga, no mientras encontremos al culpable.
Doy un largo paso adelante al las puertas abrirse, pero alguien detrás de la puerta me bloquea el paso.
Lentamente levanto la cabeza, dejando de ver su camisa azul y me encuentro con sus ojos grises.
»Antony«
Parpadeo varias veces sin apartar los ojos de los suyos, él me mira sorprendido y confundido a la vez.
Desapercibida, me toma del brazo y me arrastra detrás de él, metiéndome a la primera oficina que visualiza sin darle importancia al resto.
—No me hiciste caso —niega con la cabeza. —. Y la verdad no me sorprende.
—Tengo derecho a buscar el culpable —me defiendo. —. Además, me dijiste que…
—Sí, sí —farfulla molesto. —. Pero también te dije que te quería fuera, por favor Mary.
—No puedo aceptar eso, Antony, es mucho pedir.
Suspira, deja de dar vueltas como un león enjaulado y se acerca a mí, me toma de los hombros, su cercanía me permite oler su fragancia a café con vainilla, eso era tan típico en Antonio.
—Por favor linda —penetra mis ojos con los suyos. ¿Me ha llamado linda? —. Mi madre no me dejará vivo si te pasa algo, y yo no podré vivir con eso. Te prometo por lo que más quiero que encontraremos al culpable, pero tú prométeme que no te involucrarás.
Sacudo mis hombros, y me alejo, sé que él está rogándome algo por mi propio bien pero… no puedo. ¡No puedo!
—No puedo, Antony.
Lo escucho suspirar, no dice nada más, y me dispongo a tratar de que me entienda. Camino hacia él, y aunque tiene los ojos en el suelo me coloco frente a él.
—Puedo cuidarme, Antony, tal vez te estés tomando muy en serio tu promesa, no me pasará nada, además sólo me están informando.
Vuelve a tomarme se manera protector de la muñeca y arrastrarme detrás de él. Protesto varias veces pero me ignora, uso la excusa de que el detective me está esperando pero sólo recibo un: «que espere» debía admitir que en ciertas ocasiones se comportaba como Antonio, pero eso es notable una vez que lo conoces más o él se abre a ti.
Estaciona frente a la casa de sus padres, nos colamos al jardín, de hecho él me sigue arrastrando detrás suyo.
—Vez —me señala una ventana, si no me equivoco es la habitación de Antonio. —. En esa habitación prometí cuidarte, y lo voy a hacer, sin importar sobre quien tenga que pasar.
Trago grueso, y junto mis labios. Se lo tomó muy en serio, no logro ni suspirar bien cuando veo que estamos adentrándonos a la casa de sus padres.
—¿Qué…?
—Mi madre quería que te trajera a almorzar.
Sonrío, no cabe duda que ella sería una gran suegra, bueno, lo es, desde pequeña me ha tratado como una hija, ahora más.
—¡Querida! —exclama, corriendo a abrazarme cuando cruzo la puerta trasera.
Le sonrío y correspondo a su gran abrazo. El señor Daniel le sigue, y me reprenden por seguir utilizando la palabra «señor»
Me siento en casa por como me acogen, sinceramente son los mejores suegros, no de la manera en que quise, pero así es la vida.
Salimos de la casa de sus padres alrededor de las ocho de la noche, como había cenado ya, me fui a la cama inmediatamente, antes de dormirme bajo por un poco de agua y me encuentro con él en la sala trabajando.
«Ni la noche es suya»
Sigo derecho hacia la cocina, tomo un poco de agua y regreso para ir a la cama pero mi conciencia no me lo permite.
—No crees que deberías descansar, entiendo porque no habías hecho tu vida, no tendrías tiempo para tus hijos ni esposa —comento sentándome a su lado.
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Editado: 25.09.2024