POV: MARÍA JOSÉ.
Aunque no era la manera, no me arrepiento de haberle pegado esa cachetada.
Ahora resulta que Antony no le dijo nada, aunque puede ser que ella vio los documentos y él no llegó a verlos. A diferencia de él, pienso demostrarle que si yo creo en él, así tal vez me gane su confianza.
No puedo culparlo, él pasó casi toda su vida viviendo de una manera, y yo no puedo venir a cambiarlo de golpe.
Me siento muy aliviada ya que la prueba salió negativa y no tuve que contarle nada a Antony.
La semana pasada habían arrestado a alguien pero no era el asesino, aún así siento que el caso está avanzando.
Dalia me ha culpado porque Antony está molesto con ella, la verdad no es algo que me preocupe. Después de todo, dudo que vuelva a querer sacarme de mis casillas.
Entro al restaurante mientras hablo por teléfono con Antony.
—¿Ya llegaste?—pregunta.
—Sí.
—Supongo que no ha llegado.
Miro detrás de mí para confirmar.
—No, pero no ha de tardar —tomo asiento sobre una mesa cerca del cristal, como me gustan para poder ver afuera sin dificultad.
—A veces dudo de que sepa que estamos casados —suelto una leve carcajada. —. En serio.
—Tranquilo que es un buen detective y respetuoso.
—Bueno, cuídate y no tardes, nos vemos en casa, nada de alteraciones.
Sonrío embobada, y me despido. Cada vez que me repite esa frase, que no ha dejado de repetirlo después de lo que pasó la semana pasada con Dalia, me recuerda a mi madre, pero me quedo tranquila porque sé que papá la cuida bien.
—Buenas tardes señora González —me sorprende sentándose frente a mí, y le dedico una sonrisa.
«¿Cómo se le ocurre que éste hombre tan educado se pasará conmigo?» pienso, aunque nunca se sabe.
—Vayamos al grano, tienes que ver esto —se acomoda pegándose más a la mesa, saca su maletín y seguido unas fotos. —. ¿Conoces a ésta mujer?—con sus dedos empuja la foto hacia mí.
La tomo y observo la foto, el impacto que siento logra causarme toda una corriente eléctrica, Dios mío, esto no puede ser verdad. Mi mandíbula cae de la impresión.
—Es Dalia —suelto alzando un poco la voz, cosa que controlo inmediatamente. —. ¿Qué hace ella con ése tipo?
Era el mismo del tatuaje en el dorso de su mano, el que tenía las características exactas del vídeo.
—Se me hacía familiar —comenta empujando otra foto. —. Los seguí por más tiempo, y se reunieron dos veces, tal vez más y no supe.
Las otras fotos, ella le entregaba algo al tipo ése. Me quedo en blanco por largos minutos tratando de analizar las cosas, tratando de armar aquello de pies a cabeza. ¿Acaso Dalia tendrá algo que ver? ¡No lo creo! Ella es ambiciosa pero hasta tal punto, Dios.
—No le diga nada, no la altere, no nos conviene, una vez que tengamos pruebas suficientes tendremos al tipo y él tendrá que confesar, así si está implicada la atraparemos, están haciendo unas pruebas las huellas en el auto, pero su esposo ha mantenido todo eso en discreción.
Asiento como boba a todo lo que me dice, estoy tan indignada, por un lado estoy nostálgica porque muy pronto sabré quien es el asesino, pero esto es extremadamente complicado.
¿Cómo se sentirá Antony si Dalia tiene que ver? Se supone que es su mejor amiga por Dios, aunque más bien era su amiga con derechos.
Sacudo la cabeza bruscamente alejando esos pensamientos.
—No se preocupe, haré de todo para conseguir esas pruebas o que tengas permiso para hacerlo con tu equipo —farfullo.
Inclina su mano y toca la mía suavemente, todo éste tiempo ha sido un gran detective, me ha escuchado y ha entendido mis ideas, cosa que no puedo hacer con Antony, porque sino se vuelve loco por mi seguridad, no me cree por la culpa de Dalia.
Cuando salgo del restaurante, los reporteros me toman desapercibida, pero los de seguridad actúan rápido sacándome de ahí. Hasta que el asesino no esté detrás de rejas, nada se hará público.
Entro a casa y lanzo mi cartera sobre uno de los sofás de la sala, un olor a comida rusa me guía hasta la cocina, avanzo hacia allí y me encuentro con el chef Antony, me apoyo al muro y desde ahí lo observo.
—No sólo sé sentarme detrás de un escritorio —dice volteando a verme, pensé que no me había sentido.
Río.
—Claro —Avanzo hasta estar a su lado, miro lo que está preparando, y luego me dirijo hacia la nevera. —. Supongo que también harás las ensaladas rusas.
—¿Me ayudas?
Alzo las manos.
—No tocaré nada —frunzo el ceño al olfatear un olor desagradable. —. ¿Estás haciendo algo más?—tapo mi nariz con el dorso de mi mano.
—No —niega confundido.
—Al… algo huele muy… —tapo mi boca al sentir una arcada, salgo disparada hacia las escaleras para llegar al baño.
Mantengo las manos en el aire mientras expulso todo lo que había ingerido hoy. Cuando pienso que acabo, vuelvo a vomitar.
—¿Comiste algo en el restaurante?—escucho su voz cerca de mí.
—No, sólo tomé café como siempre —contesto bajando la tapa del inodoro, y luego me siento sobre ella haciendo una mueca por el horrible sabor que siento en mi boca.
Toca mi cabeza tiernamente.
—¿Eso de la presión causa vómitos?—pregunta agachándose un poco para estar a mi altura.
—No —niego con la cabeza. —. Tranquilo, de seguro mi estómago se revoloteó por el olor y ya.
—Espero que no sea la comida, le he puesto mucho empeño —dice, limpiando la comisura de mi labio. —. Vamos, olvida los problemas por hoy.
Me levanto con su ayuda y antes de volver a bajar me enjuago la boca.
Luego de comer juntos, nos quedamos en el sofá a ver una película.
—Mi madre está organizando una fiesta por la recuperación de la empresa, y bueno como es gracias a usted no puedes faltar —comenta acariciando mi hombro.
—Claro que iré, tengo que acompañar a mi esposo y no puedo quedarles mal a mis suegros —desvío la mirada del televisor para mirarlo, él aprovecha para besarme.
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Editado: 25.09.2024