POV: ANTONY.
Mi asistente me entregó los vídeos antes del lunes, un día antes de la fiesta, supe todo de un golpe, y lo primero que tuve en cuenta fue mantenerla a ella lejos de todo eso, fuera, fingir que seguía de parte de Dalia para que ella no atentara contra ella.
Los detectives están tratando de hacer al hombre hablar, éste se ha rehusado rotundamente, debieron de haberle pagado muy bien.
Todo estaba bien, yo me hacía el loco mientras la investigaban, hasta que le dijo aquello a Mary.
Fue una tortura pegar el ojo sin saber donde se encontraba u cómo estaba.
Por ahora lo único que teníamos eran informaciones de lo que ella hacía, pruebas, no suficientes. Enamorar y engañar a empresarios para sacarles dinero, yo fui uno de esos tontos, hasta que llegó Mary, confíe tanto en ella que no revisaba nada, cuando ella andaba de allá para acá vendiendo información y falsificando informaciones para cubrir sus faltas.
Tenía un historial de tres hombres, dos ya mayores, y un joven, eran los únicos públicos, sabrá Dios a quién más estafaba. Siendo tan hermosa, y siendo uno de los estafados no puedo culparlos.
Si mis padres aún no saben nada de todo lo que hemos perdido, es gracias a Mary, a todo lo que logró recientemente, gracias a eso no sé noto la recaída de la empresa. Me siento tan tonto por no haber descubierto aquello, estaba tan frustrado en el trabajo, empeñado en mantener el margen, y de nada me sirvió.
Sostengo el respaldo de la silla con ambas manos mirando a los detectives.
—¿Aún no hay suficientes pruebas para meterla a la cárcel ya?—inquiero molesto.
—No, ése tipo no quiere testificar —responde quién está al mando.
—Esto de fingir que no sé nada, está causando que pierda a la mujer que amo.
—Dígaselo ya —me ordena mi detective privado.
—No quiero ponerla en peligro —expreso frustrado, esa es la razón por la que sigo haciendo el tonto, y aunque me duela, ahora que no está, siento mucho alivio, no sé de lo que sería capaz si ella llegara a tocarle un pelo, eso sí que no.
—¿Qué necesitan?—pregunto desesperado.
—Está claro que ella mandó a ése tipo a provocarle el accidente a tu hermano, pero si él no testifica no tenemos nada, por otro lado las pruebas de deficiencia de tu empresa, con un buen abogado se limpia las manos, los casos pasados ninguno de los hombres continuó la demanda —explica el comandante paseando por toda la oficina pensativo.
—El detective de Mary —comento esperanzado. —. Él, él tiene fotos, los estuvo siguiendo y si no me equivoco en algún momento se reunieron.
—¿Cómo podemos contactarlo?
—Sólo debo de llamar a mi asistente y listo.
—Hágalo.
Salgo de la oficina para realizar la llamada, jamás creí que llegaría a éste punto, tanto que detesté a ése tipo por sus miradas a Mary, pero era sólo eso, celos.
Me retire con la esperanza de que cuando me volvieran a llamar tuvieran buenas noticias, mientras ella no sepa nada, no intentará huir.
La cara de mis padres me dice que saben algo de lo que pasó entre yo y Mary.
—¿Qué le hiciste?—pregunta mi madre cruzándose de brazos molesta. —. Llegó sólo un minuto antes de la tormenta, sola en la noche y no fue a casa de sus padres por la salud de su madre.
Bufo, camino hacia la sala y me tumbo en uno de los sofás.
—Fue una pequeña discusión, ¿ella está aquí?—pregunto.
—No, se fue muy temprano, y no, no sé a donde, tampoco estaba en la obligación de decirnos.
Con un dedo debajo de mi barbilla miro las escaleras, quiero que calme su enojo antes de hacerle frente.
—Lo arreglaré.
Me acomodo para descansar mentalmente por un rato, dejé de llamarla, no quiero aumentar su enojo.
Sé que será difícil, y es lo de menos porque estoy dispuesto a todo.
—Ay hijo, sea lo que sea sé que te perdonará, pero debes saber que cuando le rompes el corazón a una mujer es peor que una inundación.
—¿Cómo va la fiesta?—pregunto, cambiando de tema.
—Bien —se pasa al sofá que estoy y empieza a tocar mi cabello. —. Tu padre me dijo que tu asistente no le ha estado entregando los informes de la empresa.
—No se preocupen, todo está bien.
Sé que confían en mí, si algo sé hacer a la perfección es mantener una empresa siempre en el éxito, no sé lo que es tratar de conquistar a una mujer difícil para algo serio, no hasta la muerte de mi hermano empecé a soñar con tener una familia, con tener algo más que sólo éxito, dinero y lujos.
A veces quisiera llorar como un niño, pero estoy tan acostumbrado a ser el brazo de mi familia que no puedo, siempre termino pensando que debo ser fuerte para ellos, que necesitan de mí.
Ya de noche pienso quedarme en casa de mis padres pero Hugo me espera en mi casa para hablar, y no me queda de otra que ir.
Él lo sabe todo, siempre está al tanto.
—No sé como le vas hacer pero tienes que moverte para sacarte a Dalia de encima —me dice sin siquiera saludarme. —. Esto ya no se trata de un pequeño inconveniente, tienes que recuperar a tu esposa.
—Lo sé —toco mi frente.
—¡Es en serio bro! No pierdas el tiempo, quisiera pegarte pero ya sé que tienes suficiente.
—¿Sabes dónde está?—pregunto, mirándolo sin expresión.
Me di cuenta de ése algo que es más valioso que el dinero y la fama, eso que todos deberíamos tener en la vida.
—No, pero dame tiempo y le saco esa información a Carmen, pero con la condición de que te la daré cuando hayas arreglado lo de esa bruja de Dalia.
Asiento, avanzo hacía la puerta y saco mis llaves.
—¿Vas a pasar?
—No, pero no vayas a tomar —palmea mi hombro. —. Nos vemos.
Entro a la casa, y la soledad me da la bienvenida, la visualizo mentalmente cocinando, tumbada en uno de los sofás o trabajando en algún proyecto.
[…]
Entre ayudar a mi madre con la fiesta y la empresa pude mantener mi mente ocupada. Aunque terminaba durmiendo con la preocupación, con esa duda de no saber donde se encontraba, ni siquiera estaba en casa de sus padres.
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Editado: 25.09.2024