POV: MARÍA JOSÉ.
Colgada del brazo de mi mejor amiga nos adentramos a la clínica, no pedí cita porque mis padres se enterarían ya que estaría contactando nuestro doctor privado.
Pasamos a recepción para preguntar por la doctora que atiende a mi madre, y para sorpresa nuestra nos encontramos con ella.
—Mary —exclama la señora avanzando para abrazarme, unas canas delatan su edad, porque para estar vieja se mantiene muy bien. —. ¿Por qué no me avisaste que venías? —pregunta al alejarse.
—Es que sólo tengo contacto de su hijo —explico sonriéndole.
—¿Y en qué les puedo ayudar? —pregunta mirándonos con su radiante sonrisa de siempre.
—Quiero hacerme una ecografía —respondo, mirando a Carmen quien no deja de sonreír.
—Ahh, supongo que es lo que estoy pensando —me mira en modo acosadora con una sonrisa pícara.
Carmen asiente como una niña pequeña muy emocionada, río por su acto, lo hace tanto que pienso que se romperá el cuello.
—Bueno, síganme.
Mientras la seguimos ella me pregunta por cómo sigue la salud de mi madre y entre otras cosas.
Carmen no suelta mi mano en ningún momento, yo me concentro tratando de controlar mis nervios.
Me estremezco al sentir el gel sobre mi abdomen, la doctora se ríe junto a Carmen.
Se pierde en la pantalla mientras sigue paseando ése aparato por mi abdomen.
—Definitivamente sí estás embarazada —me dice con emoción, se ve tan fácil para ser yo la madre y no ella. Me pasa una servilleta para limpiarme al terminar, Carmen me ayuda a ponerme de pie para bajar mi vestido, le digo que no es necesario pero ella sigue insistente.
Luego nos acercamos al escritorio de la doctora quien parece disfrutar mucho de lo que hace. Carmen la mira con mucho entusiasmo, está viendo sus sueños en otros, aprieto su mano dedicándole una sonrisa.
Es un: »Lo lograrás«
—Hace como tres semanas que me hice una prueba y salió negativa, ¿Por qué?—le pregunto a la doctora.
—Tal vez era muy reciente todavía, también debes de saber que algunas de las pruebas fallan —contesta tecleando algo en su computador.
—Además se hace inmediatamente que sientes un malestar —dice Carmen, mirándome mal.
—Supéralo, estaba asustada, ¿Qué importa que lo hubiera hecho sin sentir nada?—le reprocho.
La doctora se ríe.
—Aquí tienes —me extiende unos papeles junto con las copias de la ecografía. —. Tienes tan sólo tres semanas, felicidades.
Carmen brinca de la emoción y me abraza fuertemente, ella me hace sentir feliz con éste embarazo, ya no tengo miedo, porque sé que cuento con su apoyo incondicional.
—Sabes que por lo de tu presión alta debes cuidarte muchísimo más —me explica y yo asiento.
—No se preocupe, aquí está su doctora personal —Carmen rodea mi cintura.
—Muchas gracias.
Inmediatamente que regresamos a casa nos ponemos a buscar el departamento ideal, luego de conseguirlo venía lo difícil, convencer a mis padres, pero terminaron respetando mi decisión y obviamente les conté que iban a ser abuelos, podía estar algo molesta pero no se los ocultaría mucho menos por algo que el único culpable era Antony.
Esperé a la semana entrante para mudarme, pero no fue posible, la salud de mi madre era más importante que mis ganas de alejarme, no importaba si la ponía a ella antes que mí misma, ella es mi madre.
—Me alegra que te hayas quedado —murmura con los ojos aguados, ni siquiera pisé la entrada del departamento y regresé.
Si Antony venía simplemente que no lo dejaran pasar, pero no me alejaría otra vez para provocarle algo a mi madre, menos ahora que la necesitaba más que nunca.
—Tu nieto y yo te necesitamos, u nieta —le sonrío con ternura.
—Fiorella estuvo llamando, ¿vas a ir?—asiento.
—Sería mal de mi parte, mi problema es con su hijo, no con ellos.
—Tienes razón, además eres una chica madura y en algún momento tendrán que hablarlo, más ahora —posa su mano sobre mi vientre, ella y Carmen no han dejado de acariciarlo desde que cada una lo supo.
POV: ANTONY.
Al fin pude convencer al comandante de dejarme hablar con el asesino.
Entro a la sala de interrogatorio, y lo veo sentado con las manos esposadas. Tenía justo la descripción que decía Mary, cosa que recalcó su detective.
Uñas largas, y tatuaje en el dorso de su mano izquierda.
Lo tomo del cuello de su camisa, y le planto un puñetazo en la cara.
—Fuiste tú —le planto otra puñetazo, pero ésta vez contra su nariz, lo siento a la mala nuevamente y tomo la otra silla para sentarme a su lado. —. Vamos a conversar.
—Tres detectives no pudieron, y tú te crees el héroe —se burla riendo siniestramente.
Tomo sus manos esposadas y las coloco sobre la mesa.
—Tal vez, pero yo soy el hermano del joven que le ocasionaste la muerte, y el esposo de la mujer que golpeaste —juego con sus largas uñas. —. Me vas a decir ahora, ¿Quién te envió?
—Tu esposa es muy linda por cierto —sonríe sarcástico.
Sostengo su mano fuertemente, y pulso con mi dedo pulgar sobre la uña de su meñique con mi otra mano libre.
Él resiste por unos largos segundos pero luego que la uña casi se le está levantando empieza a gritar.
—Sólo es el primer dedo, y pienso arrancarte una por una cada uña, primero mi hermano, luego mi mujer —hecho hacia atrás completamente su uña y él suelta un grito desgarrador.
—¡Ya! ¡Fue Dalia! ¡Ella me dio la dirección! ¡Ella es mi jefa!
Lo suelto no por que quiera, si no por la impresión que me causa sus palabras.
«Alguien debió avisarle, justo el día que tú no estás»
Las palabras de Mary resuenan en mi cabeza.
La mujer que consideraba como mi única amiga había además de mandar a matar a mi hermano envió a que un desagraciado intentara abusar de mi esposa, ¿Quién es Dalia? Detrás de esa cara bonita hay alguien ruin, cruel y malévola.
Me paro y le planto otro puñetazo con ira, dejándolo en el piso. Salgo de la oficina para no sacar mi ira contra él. El hecho de comprobarlo, escucharlo yo mismo, es más doloroso que suponerlo.
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Editado: 25.09.2024