Bajo la mirada sin agachar la cabeza y me encuentro con sus bragas blancas.
—Perdiste, de todos modos miraste —regreso mis ojos a los de ella, y la veo sacarse el vestido por su cabeza.
La atraigo a mí tomándola de la cintura suavemente, atrapo sus labios inmediatamente que la tengo cerca, echo su cabello hacia atrás y desciendo mi mano a su cintura otra vez.
Enreda sus dedos en mi cabello apretándolos con fuerza mientras nuestras bocas danzan a un ritmo de desespero, hambrientos del beso.
Con una mano aparta su melena y regresa su mano a mi cuello. Desciende sus manos desesperada buscando sacarme la camiseta, alzo los brazos dándole la facilidad, lanza la camiseta por algún lado y rodea mi cuello con sus brazos volviendo a besarme pero con más desespero.
Subo mis manos de su cintura a su espalda y desabrocho su sostén del mismo color que su bragas, retira sus brazos de mi cuello para terminar de quitárselo, miro sus pechos de un tamaño perfecto para su cuerpo, rozo mis labios sobre ellos y ella da un pequeño respingo, su piel es tan suave, y ella tan sensible.
Se sostiene con fuerza de mi cuello mientras reparto besos por sus pechos, paseo mis manos por sus muslos tan suaves que me estremezco de sentirlo contra mi piel. Empiezo a bajar la fina tela que queda, encoge su pierna dándome la facilidad, hace lo mismo con su otra pierna, hasta que la tengo completamente desnuda encima de mí.
Aleja sus labios de mi piel y estampa sus labios contra los míos, puedo sentir su pecho latir con fuerza, puedo sentir su cuerpo estremecerse entre mis brazos, y es excitante.
Subo mis manos de sus piernas y en sus caderas siento a los costados su vientre, su hermoso vientre que protege a nuestro bebé. Sonrío contra sus labios de sólo pensar en que pronto tendríamos a un pequeño o una pequeña de ambos, todo pasó tan rápido, u al menos eso siento.
Continuo subiendo mis manos hasta dar con sus pezones, los acaricio suavemente causándole agudos gemidos dentro de mi boca. Según tengo entendido, esas ganas locas que tiene es debido a sus hormonas de embarazo, y es todo una gloria consentirla.
Despega su boca de la mía respirando agitada, sus labios están rojos e hinchados, la pego más a mi cuerpo sintiendo su vientre contra mi abdomen, es tan lindo sentirlo y saber que está ahí, siendo testigo de lo nuestro.
—¿Estás cómoda?—le pregunto, robándole un casto beso.
Ella asiente.
—Sí, sólo apágame éstas ganas —dice entre jadeos.
No puedo evitar reír al oírle decir aquello.
Le doy un casto beso. —Es un inmenso honor —otro beso. —. No te quejes por como te deje —un beso más.
—Estoy ansiosa porque me enseñes todo lo que sabes —muerde mi labio inferior.
Ataco sus labios con rudeza, ella me sigue el beso con la misma intensidad, aprieta mi cabello con sus manos pegando su boca más a la mía. Mi mano busca su intimidad queriendo explorar, mientras mi boca es atacado por ella.
Froto su clítoris y gime sonoramente en mi boca, se aferra con fuerza a mi cuello clavándome sus uñas, separa su boca de la mía gimiendo. Empiezo a mover mi dedo un poco más y ella cierra los ojos con fuerza, echando la cabeza hacia atrás.
—Anto… —gime. Escuchar mi nombre en su boca, es la gota que reboza mi copa.
Cierro los ojos, y beso su pecho desnudo mientras mis dedos se mueven sobre su clítoris haciéndola gemir tan alto, que estoy seguro que los sirvientes de la casa deben estar escuchándola.
—Ah —araña mi espalda, sus manos se mueven por todo mi cuerpo sin saber de donde más sostenerse. Su cuerpo tiembla sobre el mío, se contrae soltando un grito que callo estampando mi boca contra la suya, alejo mi mano y la sostengo fuertemente de la cintura.
Deja caer su cabeza sobre mi hombro respirando agitada, lentamente su respiración se regulariza un poco. Se abraza a mi cuerpo, y puedo sentir los latidos muy acelerados de su corazón.
—¿Cansada? Es sólo el comienzo mi reina —murmuro divertido.
Se despega de mi cuerpo para verme a los ojos.
—¿Ah? —inquiere alzando una ceja.
Su rostro está rojo como un tomate, sus labios muy hinchados y hebras de cabello pegados a su cuello.
Me levanto con ella en brazos, cargando a dos en uno, la dejo recostada en el sofá susurrándole:
—La silla no podrá con esto —me quito el short.
—Concuerdo con eso —pasa su brazo por mi cuello atrayéndome a ella, seguido rodea con sus piernas mi cintura, teniéndome atrapado entre sus piernas. Un bonito lugar.
Sin rodeos me hundo dentro de ella, provocándole un agudo gemido, echa la cabeza hacia atrás levantando la cadera, dejando a la vista sus hermosos pechos.
Fundo mi cabeza en su pecho mientras me hundo dentro de ella sin parar.
—¡Antony…!—es la primera vez que gime mi nombre completo, cosa que desata mi lado salvaje. Presiona sus dedos debajo de mi cuello con fuerza, paso una mano detrás de su cabeza obligándola a mirarme.
—Mary… —gimo volviéndome loco, ella traga grueso jadeando. —. Mary —repito hundiéndome completamente dentro de ella.
«Anto» me gustaba ese diminuto, pero cuando lo gemía, me ponía en duda, porque ambos nombres empezaban así, pero ahora me queda claro que siempre he sido yo.
—Antony… ya —suplica mordiendo su labio inferior, siento el temblor de su cuerpo debajo de el mío, está a punto de…
—Señor —alguien toca la puerta.
Nos miramos confundidos.
—Señor —siguen tocando.
Carraspeo molesto.
—¿Qué pasa?—pregunto, logrando que mi voz salga normal.
Mary se inclina un poco y empieza a besar mi pecho.
—La mamá de la señora está aquí…
Se detiene, su cuerpo se tensa sobre el mío, y busco sus ojos viendo una mezcla de susto y vergüenza.
—Un momento —digo casi sin voz.
Se deja caer hacia atrás tapando su rostro.
—¿Crees que nos haya escuchado?
—No lo sé —respondo. —. ¿Cinco minutos?
Destapa su rostro asintiendo.
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Editado: 25.09.2024