No Soy Ella [primera parte]

Capítulo 22


Era una idiota.

¿Por qué tenía que reaccionar de esta forma con él?

Mi corazón palpitaba con tanta fuerza que casi podía sentir que todo el vecindario podía escucharlo. Era mortificante saber que Zack podía darse cuenta de mis reacciones hacia él.

Sin embargo, antes de que pensará en huir de él, y de su cuerpo, él volvió a susurrar en mi oído:

—No huyas más. Ven a mí.

Ay Diosito, dame fuerzas para resistir esta tentación.

Iba a caer en su sugerencia cuando apareció la señora Marc subiendo por las escaleras. Al vernos, su rostro mostró sorpresa para después mirarme con interrogante. Casi pude visualizar la escena, y sabía que estaba pensando, pero no sabía cómo decirle que esto no era nada a lo que estaba pensando. Si, las manos de Zack estaba en mi cintura y si, estaba hablándome en el oído mientras me encontraba ruborizada, pero no era lo que estaba pensando.

Okey, tal vez no sabía lo que estaba pensando, pero si el pensamiento era para mayores de dieciocho, entonces definitivamente no era lo que estaba pensando.

¡Ahhh! ¡Qué frustrante!

Recuperando el habla, gracias a que Zack se había alejado de mí, decidí decir:

—L-los t-trillizos ya están dormidos.

Hagamos de cuenta que nadie se dio cuenta de mi tartamudeo del inicio de mi comentario, y continuemos actuando como personas maduras.

—Gracias, Eilana, ¿me permites hablar un momento contigo? —miró de forma intensamente a Zack, y gracias a los dioses del olimpo, él entendió lo que la señora Marc estaba diciendo sin decirlo en voz alta.

Conversación privada.

—Por supuesto. Te espero abajo, Eilana.

Ni siquiera contesté. Solo esperé que estuviéramos a solas, y tan pronto sucedió, tuve que explicarme:

—Le prometo que no es un criminal.

Aun.

Aunque esperaba que tomará mi consejo y se olvidará de ese “negocio familiar”.

—La otra noche era otro chico.

Sentí la acusación directa.

—Era Mateo, un amigo. Le prometo que tampoco es un criminal. Ni siquiera sabe pelear. Es más, es un cobarde. Incluso los trillizos lo hicieron su juguete personal.

Estaba por entrar en la histeria, pero la mirada de reprimenda de la señora Marc me daba nervios.

—No te miraba como amiga. Sin embargo, ese no es el problema. La cuestión es que traes personas desconocidos, y claramente te acabo de ver…—tuve que detenerla.

—Le prometo que no era lo que parecía.

Se cruzó de brazos.

—Parecía que te estaba hablando en el oído y lo que sea que te estaba diciendo, parecías ruborizada al respecto.

—Bueno si, pero…—me interrumpió.

—¿Este chico es tu novio?

Tragué saliva, y contesté con la verdad:

—Es complicado.

La señora Marc parecía más crítica, y negó con la cabeza.

—Mira, te conozco desde hace muchos años, y siempre he sabido que eras una niña sin maldad en un mundo oscuro. Pero ahora te veo, y no pareces la misma. Trayendo a chicos, y liándote con ellos en los pasillos de mi casa.

¡¿Liándome?!

—Le dije que no era lo que estaba pensando…—hizo como si no me escuchará y continuó con la reprimenda.

—Sabes que te apreció. Confió los trillizos a tu cuidado. Sin embargo, si noto otra vez esta conducta tuya tendré que retirar tus servicios, Eilana.

Bajé la cabeza, y asentí.

—Está bien.

—Bueno—parecía no convencida, pero soltando un suspiro me tendió un sobre—. Toma, esto es lo de hoy.

—Gracias.

Asintió, pero sabía que se encontraba molesta. Y eso solo me hizo sentir más incómoda. Así que, yendo a las escaleras mientras me disculpaba, me fui a la planta de abajo, y decidir sobre qué hacer con Zack.


(…)

Tan pronto estuvimos afuera de la casa, escuché que Zack decía:

—Lo siento. —Lo miré sin comprender lo que decía, e hizo una mueca mientras explicaba—: La escuché. Te metí en problemas.

Desvié la vista.

—Realmente no es tu culpa, nunca debí de engañar a Mateo para cuidar a los trillizos. Y menos traerte aquí.

—Me traje yo mismo.

—Sí, pero yo no te negué la entrada.

—Entonces es tu culpa. Me siento estafado. Como compensación mañana ira a una cita conmigo.

Lo había dicho con tanta seriedad, que me hizo tener que parpadear.

—¿Por qué tanta insistencia de una cita conmigo?

Alzo una ceja.

—Creí que era evidente. Me gustas.

Mierda. ¿Acaso no puede advertir cuando vaya a decir algo semejante?

—Creí que alguna especie de juego o de reto.

No maten al mensajero, pero creí que eso era.

—No, si quisiera jugar podría hacerlo con otra chica. Pareces de las que se tomas las cosas muy en serio en una relación. Sería un bastardo manipularte de esa manera.

Doble mierda.

—¿Y no eres un bastardo cuando asustas a la gente?

Sonrió. Vaya, creí que se enojaría.

—Digamos que, gracias al negocio familiar, te tienes que crear una fama.

Vaya.

—Creí que era peligroso de que personas como yo pudieran saber de más.

¿Acaso las películas me han mentido toda mi vida?

Se rio, y preguntó mientras me miraba:

—¿Y qué es lo que sabes del negocio de mi familia?

Me puse a pensar, pero aparte de la muerte de su abuelo y de la existencia de su tío. No sabía nada de su familia. Incluso, solo hace pocas horas me había enterado de que tenía sobrinos. Realmente no tenía idea de nada sobre Zack.

—Realmente nada.

—Y fue a conciencia. Es mejor que no sepas nada. —se acercó a ella, y susurró—: Así no te hacen daño por saber demasiado.

Estaba jugando con ella. Lo supo por su mirada.

Bastardo.

—Idiota. —Se carcajeo. Como nunca lo había visto reír. Fue desconcertante de ver—. ¿Te causa gracia que te insulte?

—No, me causa gracia que al principio huías de mí, y casi parecía que te hacías pis encima. Ahora estas aquí, en una calle oscura. Sola. Vulnerable a cualquier cosa que te haga.

Al ver que daba un paso hacia mí, di un paso hacia atrás. Y eso incluso lo hizo reírse todavía más.



#90 en Joven Adulto
#772 en Otros
#256 en Humor

En el texto hay: badboy, amorjuvenilhumor, anavalencia

Editado: 01.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.