Capítulo 2. En aprietos.
Si pudiera materializar las emociones que sentía, sería como un vaso de agua que no deja de recibir agua a cantaros, así se desbordaba las emociones de sentimientos encontrados. Quería gritar,tomarla del pelo y arrastrarle como una mustia, así como también quería darle una bofetada y preguntarle las razones por las cuales había hecho eso, no podía ser cierto.
— No puede ser. No puede ser. Maldita sea ¡No puede ser! —gritaba mientras tiraba del mi pelo con brusquedad—. Es un sueño, si, eso es, ¡Un maldito sueño!
Las lágrimas comenzaron a caer y a empapar mis ojos, las limpié, solo existía una forma de saber que era lo que estaba pasando, y esa era hablando directamente con ella, como una persona con moral que soy, suspiré, fui por una jerga para secar el desastre que había hecho, apagué la televisión, no quería seguir escuchando.
Miré el retrato en la pared de mi cuarto, era una foto de mi padra y mi madre, esta llevaba un vestido color rojo con flores en su pecho y en la parte de abajo, mi padre vestía una camisa cuadrada azúl y unos pantalones de mezclilla. Sentí una opresión en mi pecho y fui a mi cuarto a cambiarme.
Unos minutos después, con el pelo atado y mi bolso a un lado, salí del departamento, lo más tranquila posible, pero a la vez nerviosa. Cuando llegué a Dion, había reporteros por doquier, Juliette hablaba con... ¿El inombrable? ¿Qué carajos hacía el aquí?, Divisé a Kat en una esquina, en sus manos traía “su libro” y se encontraba tomándose fotografía.
Apreté un puño, para contener las ganas de golpearla y darle un golpe, si, era de México, pero no tan estúpida como para igualarme a ella. Me acerqué a él hombre de la cámara y le pedí si me daba hablar con mi “amiga”.
— ¿Qué quieres? —preguntó ella en un tono algo infantil. Yo reí.
— ¿Qué quiero? —Miré para todos lados para luego clavar mis ojos en el libro—, Katherine, tu no escribiste ese libro. —dije como respuesta.
— Si. Si. Da igual —movió su cabello como si le valiera o le importara poco lo que yo dijera. A estas alturas no dudaba que fuera así.
— ¿Porque?, ¿Porque lo hiciste Kat? Tu más que nadie sabes cuánto sufrí para publicar ese libro, y ahora que finalmente lo consigo... ¿Me lo quitas? —las lágrimas caían.
— Esto es Estados Unidos Yasi, aquí nada es legal o fácil. Los que tenemos dinero dominamos, los pobres, como tú —me barrió de pies a cabeza—, solo siguen órdenes o son muñecos de trapo.
— Esto ya lo tenías planeado ¿Verdad? —respondí con convicción.
— Mi padre solo me aconsejó, que debía buscar a un escritor despistado, esa noche en la discoteca, supe que serías una presa fácil. ¿En serio creíste que realmente me haría amiga de una pobretona como tú? ¿Una.. India?
— Juliette lo sabe, no será tan fácil llevarte mi libro.
— ¿Juliette? —rió sarcásticamente—, Juliette no existe, cuando la trataste, solo se hizo pasar por Juliette, pero es mi socia, la socia de mi padre —volvió a reír—, Realmente me conmovió mucho tu historia, fue por eso, que te dí un poco de dinero por tu trabajo, de ahí a qué tus padres sean unos muertos de hambre no es mi...
Le propiné un golpe en la mejilla, haciendo que las personas ahí nos prestaran atención, el señor Valentine pidió que dejaran de grabar.
— ¡Ten mucho cuidado con lo que dices! —respondí, había explotado—, De mi puedes decir lo que quieras, pero a mi familia la respetas. Porque prefiero mil veces ser pobretona,a ser una falsa como tú. Atacar por la espalda es de cobardes, tu eres una de ellas. Pero déjame decirte una cosa, Katherine Valentine, voy a buscar la manera de hacer que pagues por esto.
— ¿Cuántos años tienes? ¿25? ¿Llegaste a Estados Unidos con 20? —rió—, puedo hacer que te saquen de el país cuando yo quiera.
— Hazlo, prefiero estar en cualquier lugar, mientras sea lejos de ti.
— Eres idiota Yasiri Mendoza —Volvió a reír—. Eres tú quien se va a arrepentir, porque puedes ganar dinero escribiendo libros para mi... —para ese momento, las personas ya no estaban, solo nosotras dos—. O irte y joderte en la pobreza.
— Suerte con eso entonces, porque no pienso escribir para ti, tengo dignidad, y eso vale mucho más que tener tu sucio y mal ganado dinero.
Me di la vuelta para alejarme de ahí, no iba a admitir que realmente cada una de sus palabras había traspasado mi corazón como una daga, confíe por tanto tiempo en una basura como ella y ahora me sentía un asco, fui directo a mi departamento, en el se encontraban unos hombres parecían estar empacando todo, a como pude me colé entre ellos y busqué a el responsable del desastre.
— Disculpe, ¿Qué está pasando? —mi voz aún era entrecortada por el llanto.
— Oh, es usted, ¿La señorita Mendoza? —dijo revisando su libreta a lo cual asentí—. La joven Katherine Valentine pidió que desalojara el lugar, ya que no pagaría la renta de los siguientes días.
— ¿Qué?, Pero yo las puedo pagar, sigo viviendo aquí como puede ver —dije con algo de sarcasmo.
— Como usted sabe, la señorita Valentine es la dueña del departamento, es decir, la que lo compró. Si usted desea habitarlo, debe realizar el papeleo, los cuales, podrían ser hasta dentro de dos semanas.
Gruñí con frustración, traté de aplicar mirada de cachorro indefenso, pero el hombre solo negó mientras mordía su labio inferior, maldije en silencio y solté una bocanada de aire.
— ¿Qué me recomienda? —el negó con la cabeza mientras encogía sus hombros.
— Será mejor que busque otro lugar para vivir.
— Carajo —hablé en español, y es que cuando estoy molesta suelo hacerlo. El hombre me miró con el ceño fruncido, yo lo ignoré e ingresé a mi antiguo hogar.
Empaqué mi ropa, guardé las fotos, las copias y todo sobre mis futuros libros, los cuales quizá jamás subiría gracias a mi fabulosa amiga. Estaba en aprietos, no pensaba volver a México, no con las manos vacías, se los prometí a mis padres y lo iba a cumplir, costara lo que costara, estaba en aprietos, pero, mi madre siempre decía, “Dios aprieta pero no ahorca”, hoy más que nada debía confiar en ello.