Capítulo 14. Compositora
— Eres un psicópata ¿Lo sabías? —El solo gruñó y fue con rumbo a su lugar de trabajo.
— Por cierto... Tus paquetes, creí que para estas alturas ya los tendrías —Me miró como esperando una respuesta de mi parte.
— Si, pero Katherine no es tonta como tú y yo juntos, se encargó de poner muchas travez por si algún día me enteraba de su mentira.
— Katherine es un grano en el trasero. —Confirmó el y yo le dí la razón. Debo admitir que por primera vez estaba de acuerdo con el señor azúcar.
— ¿Me ayudarás? Ya que yo te he ayudado, ¿Podrías devolverme los favores Mini? —hice pucheritos y el solo me tapó la boca.
— ¿Podrías callarte? Sabes que no me gusta esa actitud...
— No me importa, loco... —iba a morder su mano pero el la alejó y yo fui a dar en su pecho a causa de la fuerza que ejercí.
— ¿Qu-qué haces? —Por alguna razón, estaba ¿Nervioso?
— Hola chicos, yo venía a ver si no tienen por aquí mi... —Taehyung nos miró—. Amm, ¿Interrumpo algo?
— De hecho no... ¿Qué querías Taehyung? —Hablamos al mismo tiempo volviendo a nuestra antigua postura.
— Hyung, de casualidad, ¿No tomó mis audífonos? —YoonGi gruñó.
— No, pero si son unos con pegatinas de Tata, creo que son los que Jungkook lanzó por la ventana cuando hizo una rabieta. —informó el mayor.
— ¿Qué? ¿Cómo que los arrojó por la ventana? Jungkookssi, espera a que te encuentre y te golpearé, ¡No me importa que me lo devuelvas! —gritaba el chico y fue por el mismo pasillo.
— Tengo la ligera sospecha de que lo que le dijiste no es real. —Giré sobre mis talones y el encogió los hombros restándole importancia.
— El nunca dijo que fuera sincero. —Rodé los ojos ante su respuesta—. Vamos, tengo que terminar algunas canciones.
— ¿Es encerio que Agustín va a volver? —lo seguí dando pequeños brinquitos de emoción.
— No, es broma. —habló de manera sarcástica y yo bufé—. La producción me pidió que creara la imagen del álbum, así que...
— ¿Cómo se llamará el álbum? —Le interrumpí.
— Como sabes, mi nombre como solista es Agust D. —Introdujo su contraseña y ingresamos en su estudio—. Así que decidí nombrar al mixtape como D-2, porque va a ser mi regreso.
— Oh... Si ya lo tienes todo planeado, ¿Para que tengo que venir yo? —Fruncí el ceño y tomé asiento en la silla, la cual tenía rueditas para deslizarnos.
— Dijiste que tenemos que expander rumores. —Asentí dándole la razón—. Pues, eso es lo que hago...
— ¿Cuál es tu prisa? —Lo miré—. ¿Acaso te gusto? —me acerqué a su rostro y el se ruborizó.
— Olvídalo, tu siempre malinterpretas todo... —Gruñó y siguió dándole toques a la foto de su mixtape.
— ¿Eres tú? —El asintió—. Si te soy sincera, de tus tres personalidades, Suga, Agust D, Min YoonGi, creo que prefería a Min YoonGi. —Sonreí.
— Soy Min YoonGi... —aclaró el con aires de obviedad.
— No. Eres Suga, aveces Agust D, pero jamás he visto a Min YoonGi. Siento que... —mordí mi labio inferior—. Siento que Min YoonGi sería más amable, y me agradaría más. —le sonreí.
— Eres una tonta. —Soltó y volvió la vista a la pantalla.
— Oh, ya que no tengo mucho que hacer, ¿Te molesta si leo aquí mi libro? —El se encogió de hombros dándome a entender que no le importaba. Saqué el libro y comencé a leer—. Cuando era niño a las bofetadas también las llamaban “chuletas”, y por eso yo pensaba que las chuletas de cerdo también se llamaban “bofetadas”, y como a mi abuela le parecía chistoso y era mi comida favorita, ella me dejó seguir diciéndoles así. NADA DEL OTRO MUNDO, en realidad...
— ¿Encerio te dió un libro sobre chuletas? —escuché decir a YoonGi quien mantenía la vista clavada en el ordenador.
— Cállate que ya viene la parte Interesante... —lo regañé y continúe con mi lectura—. Un día, antes de haber comprendido que los niños gordos no estamos diseñados para escalar árboles, me caí de uno. Y me lastimé el costado derecho. No quise contarle a mi abuela, porque temía que se molestara conmigo por jugar donde no debía. Un par de días después, el maestro de educación física notó el moretón y me envió a la oficina del director. De allí me enviaron a un cuarto pequeño con una señora muy amable que me hizo toda tipo de preguntas acerca de cómo estaban las cosas en casa. No vi razón para mentir. En lo que a mí se refería, la vida era agradable. —Miré a YoonGi de reojo, parecía interesado—. Le dije: “Cuando estoy triste, mi abuela me da bofetadas”. Esto derivó toda una investigación y me llevaron lejos de casa durante tres días, hasta que decidieron preguntar cómo me había hecho el moretón. El rumor de esa pequeña anécdota corrió por toda la escuela y así me gané mi primer apodo: Chuletas. Hasta el día de hoy, odio las chuletas de cerdo.
— ¿Es sobre el bullying, cierto? —Preguntó YoonGi y yo asentí—. Te diré algo... —Se giró a verme—. Le hicieron bullying, entonces ¿Eso importa? La gente suele ponerte apodos por cosas insignificantes... Eso es un claro ejemplo. ¿Crees que eso le afectó? Así fue, por eso su comida favorita se convirtió en la comida más odiada. Así como yo... Lo que más amo podría convertirse en lo que más odio, y no deseo eso.
— No sabía que sufrieras tanto. —Cerré el libro y lo miré.
— Es porque no me conoces, creo que aveces en ves de preguntar “¿Qué tienes?”, lo mejor es recibir un abrazo, eso vale mucho más.
La mirada de Suga en esos momentos reflejaba cansancio, parecía harto de lo mismo, también reflejaba tristeza, y en ese instante comprendí que a pesar de tener el apoyo de muchas personas, Suga seguía siendo un humano... Así que lo abracé, lo abracé porque sentí la necesidad de hacerlo. Pues como dice el, los dos necesitábamos un abrazo. Un abrazo sincero.
— ¿Puedes continuar? —pidió el, y yo asentí.
Seguí leyendo aquel libro, de ves en cuando deteniéndome para tomar algo de aire y para observar la cara de YoonGi que se mantenía fija en mis movimientos, la verdad era que el libro no era tan largo. Pero las últimas palabras traspasaron mi corazón, me sentía identificada, sentía como si todo aquello fuera dirigido a mi.