Christopher y Mónica llegaron a las afueras de Venosa. Mónica se detuvo al ver a una joven usando un vestido blanco con unos tacones. También había podido observar bien su rostro, sus ojos estaban abiertos y eran azules, tenía el cabello amarillo. Esa joven se tocaba el dije que tenía en su cuello, mientras que su otra mano la tenía apoyada en el piso. Se encontraba mirando hacia el frente, posiblemente pensando.
— ¿Natalia?—Preguntó Mónica. Por un momento, sintió nervios, ansiedad, emociones que la hacían sentir más humana.
Christopher vio a su pareja y decidió colocar su mano en su hombro queriendo demostrarle apoyo.
—Anda. —Le dijo. Mónica lo miró y luego dio unos pasos acercándose a Natalia, que, al verla, se asombró. ¿Esa era Mónica? ¿La Mónica que había visto antes de morir?
— ¿Mónica? ¿Eres tú? —Le preguntó Natalia comenzando a levantarse, Mónica corrió hacia ella y colocó una mano sobre su rodilla.
—No te levantes. —Le pidió mirándola a los ojos.
Natalia comenzó a llorar y Mónica la abrazó aguantando las ganas de llorar, Christopher se acercó un poco más; Natalia rompió el abrazo, lo observó y su mirada se posó en su amiga.
— ¿Qué ocurrió? Tú moriste: ¡Espera! ¿Yo morí? —Le preguntó Natalia, Mónica se tocó su dije y luego miró a Natalia.
—Han pasado muchas cosas desde que ocurrió el accidente. —Dijo Mónica, ella se sentó y Christopher se sentó a su lado.
— ¿Quién es él? —Le preguntó Natalia a Mónica refiriéndose a Christopher, Mónica no sabía por dónde comenzar, pero por un minuto, sintió que había vuelto al pasado, donde Natalia y ella se habían quedado hablando en su habitación.
“Mónica y Natalia, de 16 años, se encontraban en la habitación de Mónica. Habían llegado corriendo de la escuela. Natalia se encontraba sonrojada y se había sentado en la cama de Mónica.
— ¿Por qué tuvimos que venir corriendo? ¿Qué pasó? —Le preguntó Mónica.
—Pues, Paolo, el chico sexy que estudia con nosotros, ¡me besó! Es la primera vez que alguien me besa y se sintió tan…Mon, ¡es posible que le guste! —Gritó Natalia, y allí comenzaron una larga conversación sobre ese chico, ese tal Paolo, que al pasar de los meses, se volvería el primer novio de Natalia, Mónica no había dado su primer beso, por lo que le emocionaba pensar, que algún día le pudiese pasar eso.”
—Él es Christopher, mi novio. —Dijo Mónica, Natalia lo miró y volvió a mirar a Mónica ahora un poco asustada. Debió haber pasado un tiempo desde que ocurrió ese accidente para que Mónica tuviera un novio, ¿cierto? Conocía perfectamente a su mejor amiga como para saber que ella no salía con cualquiera.
— ¿Cuándo ocurrió? —Ella comenzó a flotar, por lo que se asustó comenzando a llorar. — ¿Qué me ocurre? ¡Estoy flotando! ¡Ayúdame Mónica! —Gritó, Mónica colocó sus manos en sus hombros y la comenzó a bajar, cuando ella tocó el piso, se levantó y los miró. — ¿Qué soy? Tengo que irme. —Dijo comenzando a caminar, Mónica le agarró su brazo impidiendo que Natalia siguiera caminando.
—No dejaré que te vayas, irás con nosotros. Tenemos que ayudarte para que comprendas todo. —Le dijo Mónica. Natalia la empujó y comenzó a correr sin mirar por donde iba, Mónica pensaba en volar para seguirla, pero Christopher le agarró su mano y ella lo vio.
—Déjala, en un rato la buscamos. Tiene mucho que asimilar. —Mónica lo pensó por unos segundos y luego asintió, de algo que estaba muy segura, era que no la dejaría mucho tiempo sola. No sabía de lo que era capaz de hacer, Mónica no había cambiado al morir, pero… ¿y si Natalia lo hacía? Era la primera vez que Mónica la veía tan nerviosa. Ellas se conocían hace muchos años, y, podría decirse que su amistad mejoró cuando fueron juntas a la universidad, donde ya se consideraban hermanas.
Natalia corrió por unos minutos, pero, para su sorpresa, no se sintió cansada, llegó hasta donde había estado viviendo sola. Todavía era de día, por lo que pudo ver claramente que había unas personas dentro. Recordó que tenía su dije en su cuello, se lo quitó y lo guardó en el bolsillo de su pantalón, vio como lentamente comenzó a desaparecer, sus manos comenzaron a ser invisibles, no podía creer lo que estaba viendo; no se quedó pensando por mucho tiempo ya que ella quería saber qué hacían esas personas dentro de su casa; caminó y, con lentitud, metió un pie dentro de la pared, cuando estaba dentro, vio a tres personas que reconoció al instante.
— ¿Mamá? ¿Papá? ¿Diego? —Preguntó susurrando. La madre de Natalia, que se encontraba preparando el almuerzo, mientras que el padre de Natalia, que tenía el cabello amarillo y los ojos marrones, se encontraba acomodando la mesa, Natalia pudo observar lo mucho que había crecido Diego, él tenía el cabello amarillo y los ojos azules como su hermana. Se encontraba jugando con su celular, cuando Natalia habló, todos se quedaron quietos, ¿acaso habían oído bien?
Pero volvieron a hacer lo que estaban haciendo, Natalia comenzó a caminar entre ellos, no podían verla, pero ella se acercó y colocó una mano sobre el brazo de su madre, que, lo movió al sentir frío en el sitio donde ella la había tocado.
Natalia se dio cuenta de que ellos podían oírla pero no verla, siguió caminando y vio varias cajas en el piso, decidió ir a su habitación y vio como todas sus cosas estaban metidas en varias cajas, pero la gran pregunta que no salía de su mente era: ¿Qué hacía su familia allí? Natalia suponía que no debían tener mucho tiempo, un recuerdo pasó por su mente.