No te mentiré #3

Capítulo 43

Londres

El aspecto de Londres no había cambiado mucho. Por las mañanas, la niebla se asomaba por cada esquina de las calles. Tampoco, había alguna alteración significativa en las rutinas llevadas por los propios londinenses. Los eventos sociales discurrían con normalidad; las debutantes iban de fiesta en fiesta, disfrutando de cada una de ellas y esperando el candidato perfecto para un buen matrimonio. Sí, todo parecía que no había cambiado salvo por un detalle, que se habían hecho eco en la prensa:

El regreso del matrimonio de lord y lady Darian por separado en Londres. Se había convertido el tema más comentado por las damas, que no se perdían detalle de ninguna noticia sobre ellos. Tras el divorcio escandaloso del duque Werrington con su esposa; otro divorcio era como ofrecer una bolsa de caramelos a los niños. Así era.

Lady Darian se mantuvo apartada de los rumores y habladurías estando en su casa, sin recibir visita, queriendo que el tema no se hablara tanto. Aún no sabía nada nuevo sobre el proceso de separación. Se había quedado estancado. Solo de su parte, sabía que todavía no había firmado los papeles. No estaba al corriente si su marido siguiera con dicho proceso o no después del tiempo que no se habían visto desde Viena. No había tenido noticias de ello. Lo único que podía decir que él la había escrito en Viena antes de poner rumbo hacia Inglaterra. La nota, que le escribió, le decía:

Tiene mi palabra, lucharé por usted. La espero en Londres, donde le pido que no me abandone de nuevo. C.D.

Sin embargo, su marido no había aparecido en casa. Sabía que estaba en Londres porque le había hecho llegar otra nota escrita por él. Esta vez no se había enterado por una noticia del periódico. Sino por él. Era de agradecérselo, teniendo en cuenta de su anterior visita a la ciudad inglesa, no fue del todo agradable para ella. A la diferencia de la otra misiva, esta había sido más escueta. Poniéndole más que tres palabras.

Estoy en Londres.

De eso había transcurrido una semana. Aún no se había puesto contacto con ella. El hecho que pasara el tiempo hacía menguar sus esperanzas de una posible reconciliación entre ellos. Quizás, no debería haberse llevado por las emociones y debería haber aceptado de una vez que su matrimonio había acabado. No debería haberle dejado que la cogiera de la mano y la hubiera llevado a ese hotel... Había muchos "no deberías" últimamente en su mente. Estaba tan absorta en sus propios pensamientos, que no escuchó a su doncella entrar.

- Señora, ¿quiere qué le prepare el vestido para la fiesta de lady Gates? – apareció Christine.

- ¿Señora? – la llamó y se acercó un poco preocupada.

Ophelia se dio cuenta de su presencia y se disculpó. Se había abstraído de nuevo y había dejado de leer hacía media hora. Recogió el libro que se la había caído de la falda al suelo.

- Chrisitne puede repetirme lo que me ha dicho.

Colocó el libro encima de la mesita de noche, donde estaba las notas de su marido encima. Controló el impulso de tocarlas.

- Sí – ella sonrió -. Le había preguntado si quería que le preparase el vestido para esta noche.

- Ah, sí la fiesta – se sentó sobre la cama y la miró indecisa -. No sé si me apetece ir – dijo apocada -. Va a estar casi todo Londres en la fiesta y me estará mirando con lupa, seguramente para saber si mi marido no me quiere. ¿Qué haría en mi lugar?

- ¿Me pregunta a mí? – Ophelia asintió y observó cómo la mirada de la joven brillaba -. Iría, señora a ese baile. Les demostraría que soy fuerte y les plantaría cara. No les daría el gusto de verme infeliz y triste.

- Parece que me he convertido en una cobarde – chasqueó la lengua, contraria consigo misma -. ¿Es una locura desear estar en casa y no ver a esa panda de buitres?

- No, señora.

- Bien, dile a lady Gates que lamento mucho no poder ir a su fiesta debido a las circunstancias. Ella comprenderá mi decisión.

Se levantó y fue hacia la ventana para mirar lo que pasaba a fuera, deseando, otro día más, la llegada de lord Darian.

Christine después de haber mandado a un lacayo que enviara la nota de su señora a lady Gates, se fue hacia la puerta de servicio, donde salió como un sigiloso gato cuando dio la hora que había quedado con el joven Grand. La estuvo esperando fuera de la verja. Fue a su encuentro no sin antes de sentir cierto nerviosismo en su cuerpo.

- Señor Grand – Tommy la saludó quitándose el sombrero -. Espero no haberle hecho esperar.

- No, justo ha llegado puntual. Me permite – le ofreció el brazo que ella aceptó con timidez.

Ella le sonrió y echaron a caminar en un silencio agradable. No pensó ni en sus imaginaciones más remotas que el joven, quien había sido secretario de Lord Darian, hubiera pedido un poco de su tiempo para pasear. ¡Parecía una cita! Pero no quería apresurarse con ese término. No conocía las intenciones verdaderas del muchacho. Entonces, no podía llenarse pájaros en su cabeza de algo que podría ser producto de su imaginación.




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