No todo es lo que parece

No todo es lo que parece – 2da Parte

Recorrimos dos cuadras sin ningún percance, caminábamos en silencio y a un ritmo que todos podíamos manejar, nos íbamos escondiendo y estando alerta lo más que pudimos, pues sabíamos que nos tocaba la parte más difícil. Los primeros 3 abastos que visitamos estaban completamente vacíos, no había comida, no había nada. Seguimos buscando, y de pronto vimos como un grupo de 3 personas se aproximaba a nosotros corriendo, gritando como locos, así que solo nos quedó escondernos. Teníamos una farmacia cerca, nos adentramos en ella y detrás de los estantes nos escondimos, tapando nuestras bocas con las manos para intentar no hacer ningún ruido; sin embargo, yo pude ver todo.

Esas “cosas”, criaturas, eran atemorizantes, lucían súper delgadas, con piel grisácea, caminaban o corrían encorvadas, de la misma manera que un chimpancé, y tenían unos ojos rojos brillantes, como demonios, con un aspecto desfigurado, simplemente era como ver a la muerte en persona.

Luego de unos largos minutos ocultándonos, pudimos salir. Notamos que no había nada a nuestro alrededor y decidimos avanzar. Estábamos muy asustados, pero teníamos un objetivo y debíamos cumplirlo, era nuestro deber, así que poco a poco seguimos avanzando entre las calles, cuadra tras cuadra, ocultándonos. Quizás avanzamos más de lo esperado, hasta que llegamos a un supermercado. Entramos y vimos luz ante nuestros ojos, comida de todos los tipos, enlatados que eran gloria ante nuestros ojos. Comenzamos a tomarlos, a llenar bolsos rápidamente y en silencio, pero muy a pesar de todo aquello que hicimos cuidadosamente, una de las latas cayó al suelo y su ruido alertó a estas criaturas.

Nos escondimos como pudimos, pero nos dimos cuenta esa noche de que estas criaturas no solo tenían un oído fascinante, sino también un olfato súper desarrollado. En un abrir y cerrar de ojos, una de ellas tomó por la cabeza a uno de nuestros compañeros y lo arrastró hasta un pasillo, donde lo devoró junto a tres más, y así comenzó su caza por nosotros.

Éramos 5 personas, solo pudimos salir vivos 3, de los cuales uno de nosotros se encontraba gravemente herido, tenía una pierna casi rota; era imposible salvársela, por lo que nos costó llegar con él a un lugar seguro. Nuestro grupo estaba conformado por dos hombres y tres mujeres; uno de esos hombres y una de las chicas murieron. Quedamos solo Emma, Frank y yo.

Estábamos lejos, no tanto, pero sí algo apartados de nuestro punto de encuentro, y sin posibilidad para comunicarnos con nuestro grupo, con Tony, que era quien realmente me preocupaba. No quería que pensara que me había pasado algo, pero era imposible tener contacto con él.

La herida de Frank nos tuvo una semana entera sin poder movernos a ningún lado; solo sobrevivimos con lo que teníamos de comida, lo que pudimos rescatar, pero al noveno día, Frank murió. Él perdió mucha sangre, y nosotras no teníamos conocimiento en medicina, no sabíamos cómo ayudarlo; murió ahí con nosotras, tomándonos de la mano, con mucha fiebre y llorando, pues su hijo era uno de los chicos que se había quedado en el otro grupo.

Emma y yo, luego de la muerte de Frank, esa misma noche decidimos salir, volvimos al supermercado, tomamos lo que pudimos de comida y regresamos cuidadosamente hasta el lugar de encuentro, pero al llegar a casa no había nadie.

  • ¿Dónde están todos?

Nos preguntamos eso tantas veces que no podíamos controlarnos; caímos al suelo desesperadas y lloramos sin parar durante toda la noche.

No había indicio de nada malo; era como si ellos partieron juntos por su propia cuenta, y aun así fue angustiante vernos ahora a nosotras dos, dos mujeres solas tratando de sobrevivir, aunque mi mayor angustia era saber: ¿dónde estaba él, ¿Dónde estaba Tony?

Nos tocó luchar a nosotras dos solas por nuestra cuenta durante mucho tiempo; contábamos los días y nos manteníamos informadas gracias a un calendario que conseguimos en el supermercado, así sabíamos qué día era y cuántos días llevábamos caminando y ocultándonos en lugares distintos. Visitamos 4 ciudades diferentes, caminando por las noches viendo toda clase de imágenes aterradoras, y luego las ciudades se convirtieron en estados, los días en semanas y las semanas en meses.

9 meses pasaron.

Un día de tantos, decidimos salir al final de la tarde, pues vimos el panorama calmado, no había tantas criaturas y sabíamos que podíamos viajar tranquilamente, ya que nuestro objetivo era encontrarnos con un grupo de personas y formar parte de ellos, para ayudarnos entre todos.

Esa tarde vimos como dos hombres entraban por una especie de compuerta pequeña en lo que parecía ser una fábrica, y decidimos seguirlos para pedirles ayuda, pero cuando nos estábamos acercando, comenzaron a salir de la nada estas criaturas, así que nos tocó correr y gritarles para que nos dejaran entrar. De la nada, mientras corríamos, algo cae desde lo alto de este lugar, haciendo que las criaturas persigan a esto que cayó, permitiéndonos correr a nosotras libremente y entrar en esta fábrica.

Los dos hombres que nos ayudaron nos detuvieron en la compuerta ya estando dentro; nos preguntaron nuestros nombres y de dónde veníamos. Era normal; éramos unas completas extrañas para ellos, la verdad es que no esperamos menos, pero por suerte de la nada salió un chico y nos reconoció.

  • ¿Emma, eres tú?

¡Y sí!, era uno de esos adolescentes; era el hijo de Frank.

  • Pensé que estaban muertas, ¿Y mi papá?
  • No, él… él no lo logró. – Respondió Emma.
  • … Lo supuse.
  • ¡Espera! – Le grité.
  • Sí, él está vivo, está aquí. – Me respondió y caminó con su mirada baja.



#1132 en Fantasía
#516 en Thriller
#189 en Suspenso

En el texto hay: romance, suspenso, terror

Editado: 19.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.