El fuego empezó a bullir.
Ya no podía hacer nada.
Quería correr, se sentía tan impotente.
—pero...— lo escucho.
Era él, no se había ido.
—¡¿que haces Noa?! ¡¡joder apagate!!- grito.
En otra ocasión se hubiese reído pero la situación no lo ameritaba.
—no puedo...—respondió.
Él miro todos lados buscando algo pero...
¡¿como se apaga el fuego en un demonio?¡
—tocame— dijo ella
Él se acerco sin chistar, y sin importarle le toco una mejilla con los dedos.
Sus manos hormiguearon.
El fuego sorprendentemente se iba desvaneciendo de ella.
—gracias..—musitó bajo.
Él la miro aun sin entender. Ella lo miro y acaricio su mandíbula al tiempo que lo miraba con un brillo especial.
—Daniel, eres como el antídoto para mi oscuridad, de mis demonios—