Noche Oscura

CAPÍTULO 6

Alexia miraba con terror a su compañera. Nunca había sido devota a una religión, pero en aquel momento su mente se llenó de plegarias para que algún ser divino la salvara del nuevo monstruo que estaba delante de ella con apariencia humana.

Nerea, por otro lado, retrajo sus largas y afiladas uñas hasta dejarlas de un tamaño promedio y volteó al sentir la mirada de su compañera. La luz proyectada por el coche le daba un aspecto más terrorífico, acentuando sus ojos negros con el iris verdoso, tenía la boca ligeramente abierta mostrando sus alargados colmillos y la sangre chorreando de su mandíbula y manos.

Chasqueó la lengua molesta por su descuido, recriminándose mentalmente por no ser más cuidadosa, y observó cómo Alexia había comenzado a retroceder arrastrándose en la tierra con torpeza, probablemente planeando echar a correr, pero el miedo ya le había atrofiado los músculos lo suficiente como para no dejarla huir.

No podía permitirle escapar, pero si la detenía en se momento solo tendría un cadáver más y no deseaba cometer dos asesinatos de civiles en una sola noche.

Alexia logró ponerse de pie y corrió al árbol más cercano.

—Es inútil correr —dijo viendo cómo se trataba de esconder detrás del tronco—. Bien, eso sonó como amenaza… Me corrijo, no deseo hacerte daño. Tú pediste mi ayuda y yo te la brinde —aclaró avanzando hasta ella.

—¿Qué… ¿Qué eres? —preguntó atropelladamente sin moverse de su lugar.

—No sé lo que soy, pero me han llamado bruja, demonio, aberración de la naturaleza y creo que ninguna me define. Puedes decirme como gustes, si eso te tranquiliza.

—¡No te acerques! —bramó saliendo de su escondite con la rama sostenida en ambas manos como si fuera una espada.

—Bien, no lo haré —se detuvo levantando las manos—, pero a cambio debes mantener la boca cerrada con respecto a lo que viste hoy.

—¿Y si me niego? —cuestionó temerosa.

Nerea sonrió con maldad desapareciendo de su campo de visión. Y antes de que pudiera buscarla con la mirada, ya estaba detrás de ella.

Se acercó al oído para susurrarle:

—No querrás saber lo que te espera y no te considero una chica tonta.

Un escalofrío recorrió la espalda de Alexia.

—No diré nada lo juro —dijo cerrando los ojos muerta de miedo.

—Perfecto. Ahora sígueme. Tendrás que ayudarme a cambio de haberte dejado con vida —comentó volviendo sus pasos a la camioneta.

—¿Cómo sé que no me matarás si te sigo?

—Porque lo haré si te quedas aquí —respondió bajando la nevera—. Toma la mochila y pásame la linterna que está dentro.

Busco en el interior hasta dar con la linterna y se la entrego.

—Ya te dije que no te haré nada —soltó tras ver la mano temblorosa de ella—. Vamos.

Asintió para seguirla con cautela a una distancia prudente. Más que por temor, lo hacía por el hecho de no ver casi nada en la oscuridad, a pesar de que sus ojos ya se habían acostumbrado. Tras caminar por unos minutos se detuvieron.

Nerea alumbraba las raíces de los árboles del rededor buscando a par de árboles unidos por el tronco de ambos.

Dejó la nevera aun lado y se agachó para comenzar a escarbar en la tierra cerca de las raíces hasta que se topó con la escotilla de metal, al abrirla hizo un gesto de repulsión por percibir el nauseabundo olor que emanó desde el interior.

—Espera aquí… A menos que quieras bajar —dijo Nerea tomando nuevamente la nevera para descender por la escalera del oscuro agujero.

Una vez abajo, dejo la nevera junto a la mesa y se dispuso a encender las velas del lugar para poder ver mejor e hizo un gesto de desagrado al ver lo mugroso que estaba el lugar. De pronto escuchó como alguien descendía por la escalera de metal.

—Imagine que no bajarías por temor —comentó sacando las botellas del interior de la nevera y los puso sobre la mesa.

—De alguna forma eres mi salvadora —la escuchó decir a un lado.

—Curioso en verdad —habló mirando a Alexia de soslayo.

—No me gusta estar en la oscuridad —respondió cruzándose de brazos y mirando en otra dirección intentando actuar con un orgullo que ya había perdido un par de kilómetros atrás, pero su actuación solo le duro unos segundos, debido a que terminó vertiendo todo el contenido de su estómago.

—Ya que estas aquí… —dijo haciendo un ademán con la mano para señalar a los hombrees ignorando por completo el hecho de que ella seguía vertiendo sus jugos gástricos— Te presento a mis… ¿Prisioneros?

Alexia se limpió la boca mirando con asombro y terror a Nerea.

—No te alarmes, no son mejores personas que yo —caminó hasta el primero y tras darle una patada para despertarlo dijo: — Este, por ejemplo, ha secuestrado y violado a más de cinco niñas, todas menores de doce años.




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