Ela y Saya se miraron tímidamente, ambos median casi lo mismo, así que fue inevitable que sus expresiones fueran sonrisas tímidas, miradas que a veces se cruzaban y gestos de decir algo, pero que se apagaban por un nudo en la garganta.
–Hola– dijo Saya agitando su mano
Ela le respondió con una sonrisa, para después de unos segundos mirarlo con tristeza, agito sus manos cerca de sus odios, en señal de que no lo podía escuchar.
Saya tampoco podía escuchar nada de adentro, la pared de cristal debía de ser anti ruido, echa especialmente para la zona de ricachones, como sabía llamarlos.
Ambos se quedaron mirando buscando una manera de comunicarse.
Saya señaló que la esperara un poco mientras se alejaba a toda velocidad.
Pasaron unos minutos, mientras la noche volvía más oscura el aeropuerto, donde el silencio empezaba a nacer en la gente cansada, algunos ya se habían acomodado en una posición para descansar resignados a que era mejor dormir y guardar energías para la esperanza de mañana. El silencio aumentaba poco a poco.
Poco después Saya volvía con un marcador de tinta, uno tan grueso como los que tenían en su colegio a Ela le llamo la atención que hubiera encontrado uno, en toda la central no se había percatado de que existiera una papelería. Saya señaló el marcador tratando de saber si ella tendría uno.
Ela entendió de inmediato a lo que se refería ‘Astuto’ pensó acompañado de una sonrisa.
Una sonrisa que duro poco, al sentir que una mano se posaba en su hombro, era su madre con una expresión furiosa, trato de soltarse al agarre.
Saya solo podía ver como su madre se la llevaba sin más.
“Aquí estaré” escribió en el cristal.
Ela se alejaba cada vez más, cuando vislumbro unas pequeñas palabras sin sentido, pero que después de un rato tomaron forma. ɘɿɒƚꙅɘ íupɒ se escribían.
Ela parecía confundía, pero sonrió al notar el error.
Saya se percató de la sonrisa, mientras trataba de entender que había dicho mal, cuando se percató de que, en su posición, ella veía las letras al revés, haciéndolo denotar con un golpe de su mano contra su frente.
Ela asintió al entender el mensaje, mientras Saya se disculpaba y trataba de escribir al revés.