Joseph
Llego a la institución donde tienen a Lily y siento que todo está realmente mal. Jamás he sentido miedo, siempre he ido de frente con cada cosa que me ha planteado la vida, pero debo ser honesto y confesarme a mí mismo que no tengo la más mínima idea de qué rayos voy a hacer con ella. Es solo una pequeña pulga que próximamente cumplirá seis años, no tiene nada en común conmigo, además soy un pésimo tío, ni siquiera recordaba su fecha de cumpleaños, la supe al ver su partida de nacimiento la cual está archivada en la carpeta de su caso.
Porque en eso se ha convertido mi amada sobrina, en un caso a discutir para dictaminar dónde o con quién estará mejor. A veces dudo de que sea conmigo; no tengo tiempo para nada, no sé cómo educar ni mucho menos cómo criar a una criatura. Por Dios, Sophi, ¿cómo me haces esto?, ¿cómo lleno tu lugar?, ¿cómo me ocupo de tu hija? Sé que no puedo fallarte, sin embargo, siento que ya lo estoy haciendo.
Respiro profundo abriendo la chaqueta de mi traje, tomo asiento y espero con nada de paciencia a que la trabajadora social que lleva el caso me atienda y así poder llevarme a mi sobrina hoy mismo de aquí. Pasa alrededor de unos quince minutos para que la Licenciada Úrsula Moore me reciba.
Al verme se puso de pie y extendió su mano para formalizar el saludo a la vez que me invitó a tomar asiento.
—Espero que esté mejor, señor Yilmaz. Entiendo que no es fácil su situación. —aliso mi corbata jugando con el nudo porque en estos momentos siento mucha presión, una que ni enfrentar a un juzgado me causa.
—Estaré bien cuando tenga a mi sobrina conmigo. —respondí sintiéndome de un momento a otro a la defensiva, debía calmarme.
—Ya le traerán a Lily. Es una niña muy callada y cerrada. —fruncí el ceño mirándola con extrañeza.
Es cierto que no solía visitarlos y por eso mi Sophi vivía reclamándome, pero hasta donde recuerdo según sus descripciones y lo poco que la vi, Lily era sonriente, chispeante y juguetona, venga, era tremenda, sin más adornos que ese.
—Mi sobrina no es así, licenciada. Creo que el haber perdido a sus padres y luego ser arrancada de mi lado, la puso en ese estado, con todo respeto usted y sus políticas le han hecho daño. —la mujer me miró con sorpresa y enojo ajustando sus lentes con altiveza.
—Solo hago mi trabajo, usted es abogado, debería saberlo. Recuerde que tiene la custodia temporal de la niña, el proceso continúa, pediré una adopción abierta, Lily merece tener unos padres. —su respuesta fría me molestó, es que acaso no tenía alma esta mujer.
—Licenciada Moore, ahora soy yo quien le recuerda que está hablando de mi sobrina, mi familia, mi sangre. No la pienso perder, pediré su tutela legal, la adoptaré. —pronuncié con firmeza, una que hasta hace escasos minutos no sabía que tenía.
La mujer con nombre de bruja, uno muy acorde a su actitud comenzó a sacar una serie de formularios de una de sus gavetas los cuales me entregó.
—Tendrá que llenar esto y cumplir con la lista de requisitos que le estoy entregando. Quincenalmente tendrá visitas supervisadas, me encargaré personalmente de que todo lo que contienen esos papeles se cumpla. —amenazó con solemnidad mirándome sin pestañear, la verdad es que no me gustaba para nada esta señora.
Leí la lista y cada cosa era peor que la anterior, debía hacerle una serie de absurdas modificaciones a mi casa, tendría que olvidarme de mi despacho para que sea su habitación, sin contar las clases de alguna actividad a la que tendrá que asistir en las tardes, más psicólogos, paseos, cualquier cantidad de cosas que no tengo idea de con qué tiempo las haré.
—¿Algún problema?, lo noto preocupado. —negué, alisando de nuevo mi corbata.
—En lo absoluto, es normal que sus peticiones me causen impresión ya que todo ha sido sorpresivo y debo cuadrar mis horarios de trabajo, sumado a los cambios que debo realizar en mi vida.
—No son mis peticiones, son las del estado. Ser padre es así, señor Yilmaz. Consta de esfuerzo y sacrificio para cumplirle a los niños, usted es un hombre enfocado en su carrera, según investigué, ¿en serio cree que podrá con esto? —bruja, eso es lo que era Úrsula Moore.
—Por supuesto que podré, es mi sobrina y su nana de siempre me ayudará. Muchos padres tienen una, hasta donde sé no es ilegal, ni me vuelve incapaz. —rebatí como si de una querella penal se tratara.
—Es cierto, pero le recuerdo que según su condición no aplica para tutor legal o para padre adoptivo. —contraatacó la doña. Solo le faltaba el sombrero y la verruga para representar dignamente su papel. O quizás, haciéndole honor a su nombre, unos tentáculos le vendrían bien.
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Editado: 12.08.2023