Alguien abofeteo a alguien
y luego se escuchó un chillido.
Y una puerta azotada
y pasos de unos pies yendo por las escaleras.
Pensé en Laura
y pensé en su cuello.
Maldita, intentó arrancarse la cabeza
con un alambre de púas.
Intentó cortarse las venas
con una botella de cerveza.
Intentó ser menos bella.
Nada había funcionado.
Alguien golpeó mi puerta.
No era Laura.
Ella jamás volvería a tocar mi puerta,
ni esta noche
ni ninguna otra.
Habitación equivocada amigo, dije
y dejaron de tocar.
El chillido cada vez era más recio
y luego solo se oyó un cuerpo golpear el pavimento.
Era el tercer piso si más no recuerdo,
la mujer era joven,
también se llamaba Laura.
Eso solo hizo que me deprimiera
y bajé a un bar por una cerveza.
Y el rugido de la noche
era un vitoreo de borrachos
y la muerte me pareció tonta.
No vendría por mí esta noche
ni por aquellos otros.
Tendría que esperar mi turno
y yo ya estaba cansado
de esperar tolerablemente
en esta habitación sin sentido
a donde había venido a parar.
Probablemente también saltaría,
estrellaría mi cuerpo con el pavimento
caería junto a Laura
y junto a mis sueños
hecho pedazos.