Nothing is easy [editando]

Capítulo 46

El siguiente capitulo tiene lenguaje fuerte y descripción de violencia, LEEN BAJO SU PROPIA RESPONSABILIDAD.  No estamos a favor de ningún tipo de violencia hacia el hombre o mujer. 

 

Ainhoa L.

Miro el teléfono con una sonrisa en los labios, paso mi dedo por la pantalla, y leo todo lo que han comenzado a decir de ella, las burlas no demoran en aparecer, los memes que salen con su rostro son los que más se publican por las redes sociales.

Quería que se alejara de ella, que la apartara o que la gente que lo rodeaba hiciera algo al respecto y que se desapareciera de su lado. Un artista debía de mantener un perfil bajo cuando estaba en el ojo de la tormenta y tenía que utilizarlo a mi favor, porque en la guerra se valía todo, y yo haría hasta lo imposible para ganarla, porque él era mío.

Me abrigo más en mi suave colcha afelpada y hoy no tenía ni una sesión fotográfica, era un respiro de todo los eventos a los que había asistido, y el solo recordar cómo me rechazó cuando lo intercepté en el estacionamiento hace que la rabia me invada y quiera matar a esa mosca muerta.

Mi teléfono suena con una notificación y la abro. “El reemplazo de Ainhoa” Rio con fuerza al leer esto y era mejor de lo que había pensado.

La puerta de mi habitación se abrió con brusquedad asustandome, miré mal a la persona que lo había provocado y frunzo mi entrecejo.

-Puedes tocar la puerta – le hablo con fastidio.

El hombre que me había ayudado a estar en la cima de la fama, se olvidaba siempre que no tenía derecho a irrumpir en mi casa, pero a diferencia de todas sus visitas, esta era diferente. Su rostro era serio, y su mirada era asesina.

-¿Te da risa? – se acerca lentamente y me apoyo en mis brazos - ¿Te divierte desobedecerme?

-Yo…  yo no sé de qué…

En un movimiento rápido se sube en la cama y se posiciona encima de mí, sus manos rodean mi cuello dificultando que respirara.

-Odio cuando me mientes – habla con seriedad, mis manos rasguñan las suyas – Pero odio más cuando me desobedeces.

-Le... le…no

Afloja su agarre dejándome respirar. Los movimientos de mis pies no eran impedimento para él, ya que podía controlarme. Sus manos seguían en mi cuello, para luego subir una a mi rostro y apretar mis mejillas con fuerza haciendo que gima de dolor.

-Odio el desorden, y tú has ocasionado un caos. ¿Quieres que la gente admire a mi maldito hermano?

-Leonardo yo…

Una fuerte bofetada me hace callar y mis ojos se cristalizan. Estaba aterrada, nunca lo había visto de esa forma, nunca había estado en descontrol.

-¡Cállate hija de puta! – grita. – Solo te di una maldita orden, solo tenías que seguir lo que te había dicho. ¿Quieres perder lo que has conseguido?

Sus dedos se hunden en mis mejillas haciéndome doler; sus ojos estaban rojos y la vena de su frente estaba frotándose.

-Quieres perder la gloria por una estupidez – asegura – Prefieres a mi hermano, y lo que yo he hecho te vale mierda, ¿Es eso?

Niego inmediatamente, pero comienza a ahorcarme. Pataleo, me muevo con fuerza, sentía que me iba a matar, mis ojos se crispan, la respiración comenzaba a faltarme y mis uñas rasguñando sus brazos. Me suelta y se para al lado de la cama.

-Levántate – me ordena. Mis jadeos y la tos me dificultaron obedecer. – ¡Maldita puta, levántate!

Como puedo me arrastro por la cama, pero me agarra del nacimiento de mi cabello y me tira al piso. Un fuerte grito de mi parte me desgarra las cuerdas vocales.

-Solo te pedí una cosa – habla – Una maldita cosa.

-Perdóname, perdóname, enserio, no volverá a pasar. Por favor.

Me arrastra por la habitación sin escucharme.

-¿Qué vas hacer? – me asusto cuando se dirige al cuarto del baño.

-Darte una lección. A las yeguas que se rebelan contra su dueño, se les castiga, se les recuerda quién dirige.

-No, no, no, no. – pataleo e intenté zafarme de su agarre, mi cuero cabelludo dolía.

Interiormente rogaba por que Steven llegara y pudiera salvarme. Abre la puerta del baño y me arroja a un lado, levanta la tapa del inodoro y lo miro horrorizada. Se pone en cuclillas, me alejo todo lo que puedo en una esquina del baño aún en el piso.

-¿Ahora me tienes miedo? – sonríe macabramente - ¿Me vas a obedecer?

Asiento llorando, pero eso no lo inmuta y estira su mano hacia mí, coje el cuello de mi chompa y me jala hacia él.

-Te deseaba – hunde su nariz en mi cabello. – Pero fue muy fácil conseguir tu atención. Decepcionante.

-Lo siento, lo siento.

-Cállate preciosa, ya es muy tarde, tus actos tienen consecuencia y me has enfurecido.

Pone su mano detrás de mi nuca y la sube hasta mi cabello, cierra su puño y aquello provoca un fuerte dolor, haciéndome llorar.

-Lo siento.

Lame mis lágrimas y se ríe.

-Es muy tarde, ahora quiero que aprendas a no desobedecerme.

En un fuerte movimiento hunde mi cabeza en el inodoro haciendo que trague agua y me ahogue, me muevo intentando soltarme de su agarre y sostengo el inodoro para salirme, pero su fuerza me lo impedía. Luego de unos largos minutos a mi parecer, me saca y doy una bocanada de aire y luego toso.

-¿Quién manda? – me pregunta y comienzo a llorar – ¡Responde!

-Tú… - sollozo y él niega.

Me vuelve a hundir en el inodoro y mi reacción es la misma, pataleo, me empujo del inodoro, cierro los ojos con fuerza, pero cada vez que sentía que me iba a morir, me sacaba.

-¿Quién manda?

-Tú, tú mandas, por favor no…

Me hunde otra vez; estaba aterrada, sentía terror, temía por mi vida, no quería morir así, no de esa manera, no cuando recién estoy consiguiendo mis sueño, tenía miedo de morir ahí, estaba arrepentida por lo que había hecho, quizás si tan solo lo hubiese hecho mejor, sin que se enterara…



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En el texto hay: mentiras, embarazo, decepción

Editado: 01.07.2024

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