Yo era bastante testaruda, demasiado, hasta el término de "cabeza dura" me iba mucho mejor que el otro término. Más que nada cuando estaba dolida y enojada al mismo tiempo, porque la combinación de ambas emociones hacía que entre las dos se potenciaran entre sí y era peor. A lo cual, cómo resultado de ello, Noah y yo dejamos de hablar en los siguientes días.
Claramente, para peor, él era igual que yo con simplemente un enojo. ¿De qué? Vaya a saber. Él no tenía ningún derecho de estar enojado conmigo y ahí estaba el infeliz. Pensarlo me potenciaba aún más las ganas de no mirarlo e ignorarlo. Era injusto si se había enojado porque le había cerrado todo tipo de chance a volverse a acercar. Se había merecido ese rechazo después de todo.
Lo único que logró molestarme, más que nada porque lo causábamos nosotros, eran las cenas incómodas. Más allá del enojo mutuo, teníamos una rutina que cumplíamos siempre y no por no querer verlo al gemelo iba a tener el mismo trato con su hermano o hacer que Morgan se alejara de ellos por la misma razón. Quise mínimamente mantener aquello y soportar mi furia a pesar de tener al causante al frente.
No hizo falta que contara lo que sucedió, a ninguno de los dos, o probablemente mi hermana y Tom temían traer el tema de vuelta, viendo que entre que yo pinchaba con fuerza mi ensalada al comer, Noah simplemente apretaba la mandíbula y se quedaba en silencio. La única conversación en nuestra mesa era entre Morgan y el otro gemelo. Apenas la comida desaparecía del plato de Noah o mío, cada uno se excusaba y se iba de la mesa. Estaba claro que ninguno pensaba, por el momento, ceder al enojo.
Aprovechaba los nuevos entrenamientos para sacar mi enojo que, de hecho, por mi concentración en querer despejar mi mente, estaba mejorando mucho más de lo pensado. Parecía mantener el control en una sola situación cuando me negaba a pensar en algo más, y en lo que los movimientos de Anna comenzaban a volverse predecibles, era mucho más fácil mantener la defensa y aprovechar ataques. La primera vez que sorprendí a Anna deteniendo una de sus patadas mortales, y en un movimiento con su brazo, su espalda se estrelló contra la colchoneta debajo nuestro; logré ver su mirada atónita por primera vez.
Estuvo tan sorprendida que hasta no se había dado cuenta de que había aceptado mi mano tendida para levantarla. Sue Lee me dio un asentimiento de cabeza con lo que parecía ser un gramo de orgullo. Después de semanas viendo cómo me revolcaban en el piso en todos los sentidos, un triunfo era un alivio para ella.
En lo que el silencio seguía creciendo entre el gemelo y yo, cómo también en mi progreso en mi entrenamiento, la dicha prisión para poseídos o lo que fuera estaba también cerca de ser terminada. Las prototipo se volvieron las primeras tres en estar completas, y empezaron a seguirles muchas celdas más. Tenían lo mínimo e indispensable para alguien, que en mis ojos parecía poco e inhumano. Me negaba a entrar porque, tener la mínima idea de que ese lugar había sido hecho en parte por mí, me ponía los pelos de punta darme cuenta de que yo podría ser enviada ahí.
Tom había entrado. En una de las visitas a Claire, lo vi parecer tan disgustado con lo que había visto.
—Es una prisión, así como lo viste en películas o noticias. Hay un inodoro, una cama, una silla y una mesa...horrible —dijo, apoyando su cabeza en la cama de Claire y dándole una mirada de costado antes de volver hacia mí que estaba sentada frente a él—. No debería ser así. Estamos hablando de personas que quieren estar mejor y no pasar por esa situación de incertidumbre con lo que están pasando. ¿Encerrarlos en una celda? ¿Aprisionarlos así?
Mantuve mis labios fruncidos en una línea, sin saber qué más agregar. Los dos compartíamos el mismo pensamiento.
—¿Alguien más opina así? ¿Qué tenga cuatro neuronas funcionando?
—Claramente que sí, fui con Luna y Marla. A las dos les pareció horrible lo que era, se les notaba hasta en las caras —mencionó—. Es absurdo. Inhumano e innecesario.
—Pero los que mandan al parecer no piensan discutirlo...
Tom enarcó una de sus cejas al mirarme.
—Noah no parece contento tampoco.
—No pregunté por él.
—Claramente no, pero te calma saber la respuesta.
Hubiese mentido si respondía que no. Enojada, testaruda y dolida, no significaba que, si Noah dijera que estaba de acuerdo, no me causaría más dolor. Mis emociones del momento no modificaban en lo absoluto las que cargaba desde hacía meses con él.
El quedarme callada fue suficiente respuesta para Tom, que sonrió con una pequeña burla y suspiró. Por un momento mantuvimos el silencio en el cuarto, sólo nuestras respiraciones escuchándose, hasta que una vez más decidió hablar.
—Me contó lo que pasó, entre ustedes...—dijo, algo que me sorprendió, siendo que estábamos hablando del orgullo mismo en una persona—. Sobre la propaganda.
No me sorprendía si sólo eso le hubiera contado.
—¿Y sobre el hecho de que no me lo dijo? ¿Qué "se olvidó" de decirme que la mujer que viene desapreciándome, y hasta amenazándome, estaba usándome desde un principio en una propaganda para su resistencia? ¿Su reputación? —escupí, algo que hizo que Tom bajara la mirada, por fin dándose cuenta de mi enojo encapsulado desde hacía días parecía estar estallando. Terminé bufando y deslizándome en la silla—. Al final Anna tenía razón, le permití a Julia tenerme en el lugar que quería y ella me manejó como quiso.
Tom frunció el ceño al preguntar—: ¿Qué te dijo Anna?
—La verdad que tu hermano no. Que fui una pieza en el tablero de su juego que le trajo su fortuna de poder y reputación —froté mis ojos con frustración—. Y yo lo permití ciega y conscientemente al mismo tiempo. No se lo tendría que haber permitido.