No supe cuánto tiempo estuve agarrada a él, recuperando la respiración y manteniéndome cerca para asegurarme que su mente no volvería a ser controlada. Estaba tenso contra mí, sus manos en mi espalda manteniéndome contra él y respirando pesado. Sólo cuando me separé y di un paso hacia atrás, volví a ver sus ojos, almendrados y suyos. Estaba confundido, mirando a su alrededor y con una de sus manos tuvo que calmar el fuego que estaba comiéndose el comedor. El humo siguió saliendo igual
—¿Qué...? —tosió y tragó en seco—. ¿Qué está pasando? ¿Qué hago acá?
Analizaba todo su alrededor con la misma confusión con la cual había vuelto en sí, sin entender qué había hecho, o no recordándolo. En lo que él se alejaba, el dolor en mi costado empezaba a latir con más fuerza y terminé acercándome al escritorio de recepción para poder sostener mi peso. Solté un sollozo al apoyarme en ella y volver a ver mi herida que se veía bien fresca.
Noah, al escucharme, se giró y fue cuestión de segundos en lo que se puso pálido al reconocer la herida.
—No...
Se acercó corriendo a mí, con cuidado levantando mi camiseta e inspeccionando lo que —sin saberlo ni con intención— me había hecho.
—Por favor dime que no he sido yo —rogó. No pude mentirle.
—Teóricamente no eras tú, pero... físicamente sí —pude responder, mordiéndome el labio inferior cuando la tela de mi camiseta volvió a rozar la herida y arañé sin querer su muñeca—. Cuidado, Noah-
—Tenemos que llevarte con una sanadora —planteó, y en lo que trataba de acomodar mi camiseta de vuelta, vi que sus manos temblaban—. No puedo creer que te hice esto-
—No fuiste tú, ya te lo dije —quise agarrarle el rostro, peleando por acercarme sin que me doliera la herida—. Estabas siendo controlado.
—¿Controlado? —miró hacia mí, todas las preguntas nublando su mirada hasta parecer perdido—. ¿De qué me estás hablando? ¿Controlado por qué?
—Por quién —corregí—. Marla estuvo lavándote el cerebro desde hace semanas, a ti y al resto. Se metió en absolutamente todo, nos mintió a todos y nos separó. Me hizo alejarme de todos, incluso me alejó de ti al meterse en tu cabeza. Y así te puso a pelear acá conmigo para que no pudiera dañarte...
Me partió el alma ver como cierta culpa empezaba a infiltrarse en sus ojos, negados a encararme, y antes de poder calmarlo, él se giró rápido y corrió hacia el comedor, tirando cosas en su paso, probablemente por enojo o preocupación, y para cuando volvió había traído un botiquín. Supuse que lo había sacado de la cocina, siempre había de esos para los cocineros.
Volvió a levantar mi camiseta —la cual tuve que morder una vez que sacó agua oxigenado del botiquín— y antes de pedirle que lo hiciera despacio, se disculpó entre dientes antes de lanzar el agua oxigenada rápidamente en la herida. Ahogué un grito en la tela entre mis dientes, apretando con tanta fuerza que estaba segura de que los habría roto de no ser por la camiseta. El gemelo tomó un rollo de venda y en lo que volvía a disculparse, ya estaba dándome cuenta de que no era por lo que estaba haciendo (sino por lo que "había hecho") al empezar a rodearme toda la cintura por encima de la herida para cubrirla y seguía lamentándose.
Peor fueron las cantidades de veces que se disculpó al ver cómo lágrimas del dolor se deslizaban por mis mejillas y palmeó mis piernas una vez que terminó.
—Lo siento, vas a ponerte mejor, lo siento...
Saqué mi camiseta de mi boca y la acomodé sobre mí antes de pararme y agarré el rostro con fuerza, obligándolo a que sólo me mirara a mí.
—Deja de disculparte o culparte, Noah, no fuiste tú. Nunca te culparía de esto —mi odio por Marla creció al ver como las facciones arrepentidas en el gemelo no se iban y las terminé acariciando para que se relajaran—. Estoy bien, volviste, es todo lo que me importa en este momento y en lo que deberías centrarte. Estás fuera de la manipulación de ella.
Cuando quiso mirar de vuelta hacia la herida, lo acerqué con más fuerza a mi rostro, agitando mi cabeza para que dejara de mirarla, dejara de pensar que había sido decisión suya y no de una psicópata que estaba fuera de ese edificio y controlando a los demás también. Tenerlo tan cerca me hizo darme cuenta de cuánto tiempo había pasado separada de él y cuánto lo había extrañado, Hasta acariciarle la mejilla parecía alegrarme el corazón.
Apoyó su cabeza contra mis manos—: No entiendo nada, Tay, no entiendo que pasó-
Y entonces empecé a contarle todo lo más rápido que pude, lo mismo que Marla me había dicho, se lo dije, expresando no solo mi enojo, sino mi decepción conmigo misma, con cómo confié tan rápido en ella y cuánta razón había tenido en lo fácil que había sido en apartarme. En hacerme sentir insegura con todo y alejarme de mis amigos, de quienes consideraba mi familia. Lo había hecho todo tan rápido y sigilosamente que nadie pudo hacer nada contra ella.
Vi como las facciones de Noah se transformaban de confusión a sorpresa, de asombro a una furia que crecía y crecía hasta reflejarse en sus ojos. Una furia que ambos compartíamos. Al terminar, no soltó mi mano que tenía aferrada.
—Fue ella, absolutamente todo ella...hasta fue quien borró todo lo de la propaganda y que hizo que peleáramos.
Frunció su ceño de vuelta.
—¿Nosotros peleamos?
—¿Me estás jodiendo? —fue mi respuesta automática—. ¿Qué crees que pasó entre nosotros los últimos días?
—Pensé que te habías enojado por otra cosa... hasta quise acercarme y me molestó que fueras tan infantil.
—¿Infantil quién-? —me contuve, discutir con él ahora no iba a llevar a nada, pero me llamaba la atención que verdaderamente no recordara la pelea. Cierta realización empezó a hacerse paso en mi mente—. Noah... ¿qué es lo último que recuerdas? Y que no sean fragmentos...