Félix Holfman:
— ¿Cuándo vendrán las chicas?—pregunte a Byron, un poco impaciente ya que estábamos esperando en la puerta trasera del centro comercial, donde se estacionaban los coches. Ya que Emily avisó de que irían en coche — Ya son las 18.30 y como no lleguen se nos hará tarde.
—Seguro que Emily se ha ido con la suya. No te preocupes ya vendrán, solo debemos tener paciencia—me dice Byron, mientras pasa los dedos por su cabello negro, sus gafas se resbalan de sus gafas, se las ajusta. Sus ojos azulados están fijos en su móvil, está escribiendo algo—Le he escrito a Emily, y me ha dicho que ya van en camino. Mientras tanto, ha dicho que las podemos esperar dentro.
Entramos en el centro comercial, que a estas horas del día está lleno de gente saliendo de un lado a otro.
Subimos las escaleras mecánicas, Byron no suele hablar mucho con los demás pero es muy simpático.
— ¿Puedo hacerte una pregunta?—le pregunto, es una pregunta que me ha rondado desde hace tiempo. Pero nunca he encontrado la manera, ni el tiempo de preguntarlo.
Nos sentamos en unos asientos, me mira y asiente.
—Es de Sav, ¿Verdad?—me dice con una sonrisa ladeada a un lado, me sorprendo de que lo sepa.
— ¿Cómo lo sabes? —me mira con las dos cejas levantadas.
—Es obvio. La manera en que la miras, y como preguntas sobre ella cuando no está, eso lo notaría cualquiera. Me rasco el cuello, y me pongo rojo de la vergüenza, no pensaba que se me notara tanto. —No te preocupes, tu secreto está a salvo. Savannah no se entera de nada.
— ¿Por qué es tan fría, tan distante?
— Bueno, eso se debe a muchas cosas. Hace como un mes en las vacaciones antes de que todo cambiara, ella hablaba un poco mas que ahora. Siempre ha sido una persona reservada, pero salía de casa más a menudo. Pero cuando su hermano mayor Mark, se metió en una de sus tantas carreras de motos ilegales, ocurrió un accidente. Ella salió malherida con algunas cicatrices, que ahora son imperceptibles. Pero las que más duelen son las del alma, ¿No crees?—su sonrisa era melancólica— Los dos eran inseparables, es un poco extraño ya que normalmente los hermanos suelen no aguantarse mucho que digamos. Pero deberías verla, no dejaba de sonreír, siempre tenía algo que decir. Pero ese suceso, la dejo trastocada, estuvo hospitalizada, no hablaba, no sonreía, no reía. Mientras ella no estaba, su padre hecho de casa a su hermano, nosotros estábamos presentes. El no estaba en muy buenas condiciones, la costilla la tenia rota, y qué decir de su cara. El les pidió perdón a sus padres, se sentía culpable. Pero dijo que algo paso con la moto, y que le dijo a su hermana que no se acercara, pero ella hizo lo contrario. Antes de irse, vi como se despedía de su hermana con un beso en la coronilla de la cabeza. Ella estaba inconsciente, pero esa escena me desgarro por dentro. La he visto crecer con su hermano, y eso si que la dolió. —sus ojos están llorosos—No puedo explicar con exactitud, como se sentirá ella. Pero ten la un poco de paciencia. Y si de verdad tienes un interés en ella, te pediría que no le rompas el corazón. Detrás de esa máscara de: soy fuerte y todos son indiferentes para mí, se encuentra una persona que percibe el dolor de los demás, que las cosas le duelen, aunque su cara refleje lo contrario. —las chicas empezaron a llegar, y Byron relajo su compostura para no derrumbarse.
—Las chicas están llegando—dijo Byron, y mis ojos se agrandaron.
— ¿Esa es, Savannah?—mi voz era inaudible, mis ojos no se podían creer lo que estaba viendo.
—Si tío, yo todavía no puedo creerme lo que ven mis ojos. — Savannah estaba con una camisa de tirantes blanca, unos pantalones vaqueros grises ajustados, con roturas en las rodillas, estaba ligeramente maquillada, el maquillaje resaltaba sus ojos, llevaba el cabello rizado rubio suelto. Estaba deslumbrante.
Emily iba con una falda negra con vuelo, una camiseta blanca con las mangas largas, y unas botas negras que le llegaban a las rodillas, ella siempre iba bien vestida. Pero mis ojos, solo le pertenecían a ella.
— ¡Hola chicos!—saluda alegre Emily, nos da un beso a cada uno en la mejilla, cuando le da uno a Byron él se pone rojo de la vergüenza. —Tierra llamando a Felix—ella agita su mano en mi cara, despierto de mi ensimismamiento.
—Perdón, me había quedado ensimismado. —mis ojos siguen fijos en ella. Ella mira al suelo con la cabeza agachada, pero después levanta la vista.
—Hola, chicos—dice tímida.
Se estruja los dedos de las manos, está muy nerviosa. Y sin querer, se me escapa lo que estoy pensando.
—Estás preciosa—su reacción es la de ponerse sonrojada, y tímidamente agarrar un mechón de cabello, y ponérselo detrás de la oreja, pensé que pasaría de mi cumplido, pero no.
—Gracias—me encanta su timidez.
Creo que cada vez me gusta más.
Vamos hacia el cine, y entramos. Esperamos en la cola, pero mientras tanto nos ponemos a hablar.
— ¿Qué tipo de película, queréis ver?—pregunto Emily.
Editado: 31.01.2020