Nubes de amor

30| La locura

Savannah:

¿No te ha ocurrido alguna vez, que estas parada viendo como dos personas adultas discuten como si fueran adolescentes? ¿Qué parece que no están cuerdas? Pues ahora, estoy viviendo uno de los momentos más surrealistas, que he vivido con mis padres.

—Nos han dicho en el colegio, que te has metido en líos—miro de un lado a otro, buscando una escapatoria, pero las miradas de mis padres están clavadas en mi.

—Sí, pero no fue mi culpa. —Me miran los dos con las cejas alzadas—Puede que un poco sí, pero ha sido un fallo técnico, nada que no se pueda arreglar.

Se miran entre ellos. Mi madre es la primera que habla.

—Me recuerda a ti cuando te conocí—mi padre se sonroja, y se ajusta la corbata—La única diferencia de los dos, es que por lo menos ella no lleva a cuestas al instituto una guitarra que no sabía tocar para impresionar a la chica que le gustaba.

Creo que se estaba desviando del tema, pero yo estaba disfrutando a lo grande con ello.

— ¡Pero mujer! ¡Esas cosas no se dicen!—no puedo evitarlo y comienzo a reírme a carcajadas, agarrándome de la barriga. Mi madre es la única que es capaz de avergonzara a mi padre, con cosas de cuando eran jóvenes. Ellos habían hecho mi día no tan bueno, en uno idóneo en pocos segundos.

Lloro de la risa.

Mi padre me mira serio.

—No da gracia—pero eso solo provoca que me ría con más ganas.

Estabilizo mi risa y me reincorporo un poco.

— ¿Qué más hacia papa, en su época de las hormonas revolucionadas?

—Pues una vez...—iba a seguir mi madre, pero mi padre me interrumpió.

— ¡Vete a tu habitación!—le mire con los ojos abiertos, pensé en preguntarles si no estaban enfadados, pero me lo guarde y subí las escaleras con prisa.

— ¿Cómo puedes decir esas cosas delante de nuestra hija? Eso es vergonzoso—le replico mi padre a mi madre con voz jocosa.

—Debes admitir que te veías mono con esa guitarra, a pesar de no saber tocarla y que cada acorde que tocaras hiciera querer que mis tímpanos se rompiesen.

Reí por lo bajo y entre en mi cuarto.

Estaban locos a su manera.

Me arrastre a mi cama, me quite los zapatos, deje la mochila en el mullido sillón negro que estaba enfrente de mi escritorio y entre al cuarto de baño contiguo.

Me olisquee las axilas.

— ¡Todavía apesto a la bazofia del comedor!—gimotee con pesar. Me desvestí y entre en la ducha para limpiarme, me pase como media hora dentro del baño.

— ¿Qué es lo que tiene la comida del comedor?—no dejaba de quejarme ya que, mi cabello rubio era el que había salido mas perjudicado de todo ello. Maldecía en baja al estúpido de Andrew.

Qué pena voy a sentir por él, porque mi parte malévola esta por relucir.

Cuando acabo, salgo y me pongo el pijama gris plateado que me tapa los diminutos pies que tengo, sé que es por la tarde pero prefiero ir cómoda

Me tumbo en la cama, y me acuerdo del número desconocido ese.

Llamo por si acaso, ¿Y si, la persona que me había mandado el mensaje sabía donde se encontraba mi hermano?

Llame, pero solo me salto el contestador, y cuando me dijo la voz telefónica que ese número no se encontraba disponible me frustre y tire con cuidado a un lado de la cama el teléfono.

Incruste mis dedos en mi cabello.

— ¿Dónde estás, Mark?, ¿Por qué te fuiste como si nunca hubieras existido?—intente centrarme, recordar algún trazo de lo que ocurrió, pero solo podía ver la sonrisa de alguien. Todo estaba borroso.

Mi móvil me aviso de que tenía unos nuevos mensajes, me apresure a cogerlo, por si era un mensaje del numero desconocido.

Pero me desilusione un poco cuando vi que era el número de Elaine.

—"Lo que ha pasado hoy no se queda así. Vamos a colarnos en esa fiesta aunque deba vestirme como una zurcía. Tengo que ajustar cuentas y necesito un reportaje de los que Dios manda"—era una de las pocas personas que escribía bien por whatsapp y eso lo agradecía, ya que odiaba ver mensajes que me hicieran sangrar los ojos.

—"Cuenta conmigo"—le respondí insertando una cara sonriente.

—"Voy a tu casa, mándame la dirección" —se la mande.

Baje las escaleras, mis padres estaban con ropa de calle.

— ¿Vais a salir?—asintieron—Una amiga va a venir ahora, ¿no os importa?—me miraron un poco sorprendidos, creo que ha esto se debía a que no tenía muchos.

—Con tal, de que la casa este perfecta en cuanto volvamos—le abrazo, es raro que no ponga demasiadas pegas—Vamos a ir a hacer unas compras y... vamos a la comisaria para ver si hay novedades.

No hacía falta que dijera mas, me miro con los ojos brillando un poco de tristeza. Con sus ojos me transmitió que hablaría conmigo más tarde y no sé si fueron imaginaciones mías pero aviste un poco de arrepentimiento en ellos.

El timbre toco y mi madre fue a abrir.

Allí se encontraba Elaine con su típica ropa oscura, en este caso llevaba un vestido negro, con calcetines que llegaba hasta sus tobillos del mismo color, con una chaqueta ligera blanca vaquera, unos botines blancos y los labios pintados de negro. Su cabello estaba atado en una coleta alta, dejando a los lados unos mechones de cabello moreno que caían por su rostro serio.




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