10:00 A.M
¿Cuál era el verdadero reto?, para cualquier chica, llegar a los dieciocho e ir a la universidad. Por lo menos, para mí lo era. Gracias al cielo pude ingresar a una y no decepcionar a mis dos padres con unas expectativas supremamente altas.
Siempre soñé con este momento, estar rodeada de universitarios y por fin tener el control de mi propia vida, después de unos largos 18 años, debía tomar riesgos y tener el control sobre mis actos.
—¿Estarás bien?—me dijo mi hermano Harper no muy contento.
—Escucha, ya no soy una niña.
Harper sacó mis maletas del auto y las dejó en el suelo.
—La Universidad es abrumadora para chicas como tú—me observó con preocupación.
—¿Y que tienen las chicas como yo?—alce una ceja.
Parecía buscar las palabras correctas.
—Las chicas ingenuas, como tú, por ejemplo.
—¡No soy ninguna ingenua!—dije ofendida, a lo que él rápidamente cambió de tema.
—Bien, ¿cuál es tu número de dormitorio?
—A36—lo observé—,¿podrás llevarme hasta allí las maletas?
Mi hermano Harper asintió y caminó delante de mí. Alzó las maletas y se adelantó a entrar al campus. Yo lo seguí de cerca, un poco fascinada por la hermosa estructura de la Universidad y el césped recién podado.
—Esto es realmente hermoso—susurré para mí misma.
Harper y yo nos acercamos al primer complejo de dormitorios, el cual tenía la "A" estampada en la fachada.
En la recepción había una chica muy entretenida limando sus uñas—que profesional—, en cuanto se percató de nuestra presencia, nos miró con indiferencia.
—Disculpa, ¿podrías darme la llave del dormitorio A36?—dijo mi hermano Harper.
—Si, es mi trabajo, ¿no?—hizo a un lado su lima y se aproximo hasta una pila de hojas—, ¿tienes esfero?
Saqué uno de mi bolso de mano y se lo extendí por el mesón de la recepción.
—Firma cuando veas tu nombre, en la casilla de la derecha—me dio una hoja en la que aparecen un sin fin de nombres, que supuse que serían de los demás universitarios.
Busque mi nombre en toda la planilla y firme enfrente.
—¡Listo!—tome de vuelta mi esfero.
—Aquí está tu llave, espero que disfrutes tu estadía, o tal vez no—sonrío con suficiencia.
Harper me miró por el rabillo del ojo, tomó mis maletas una vez más y subió las escaleras seguido de mi.
—Que chica mas encantadora—sonreí.
—Te deseo suerte Addy, enserio.
—Descuida, no la necesito.
O tal vez sí.
—¿Te he dicho lo mucho que te pareces a papá?
—¿Tengo el letrero de "ególatra" en la frente?—le dije y ambos reímos.
Mi hermano mayor se detuvo por fin en el piso tres, dejó las maletas plantadas en el suelo, y miró su teléfono con una expresión intranquila.
—Mierda...—susurro—, creo que es hora de irme, tengo que tomar un vuelo en unos cortos veinte minutos—me miro con nostalgia.
—¿Enserio? ¿Ni un minuto más?
—Deberías ir a conocer a tu compañero de dormitorio y hablamos por skype en cuanto llegue a casa, ¿bien?—se acercó hasta mí.
Asentí y lo estreché en mis brazos lo más fuerte que pude.
—Te quiero, idiota.
—Y yo a ti, apestosa—susurro.
El dio el primer paso hasta las escaleras y gritó con todas sus fuerzas: —Nada de noches locas...
Sonreí. tome mis maletas y camine por el pasillo, no sin antes voltear a ver si aun estaba ahí, pero ya se había ido.
Bien Addy, ahora no eres si no tu.
Camine unos cuantos metros más verificando el número de cada apartamento. Ahi estas, A36...
Me congele con totalidad, la verdad era que estaba más nerviosa de lo que me atreví a confesar.
—Vamos Addy, no es nada del otro mundo—lo se, hablo mucho conmigo misma.
Toqué la puerta más de una vez, como si mi vida dependiera de ello. Pésima primera impresión.
—Hola, hola. ¿Pasa algo?—la chica que me abrió se vio preocupada.
Nota mental: toca solo una vez, o dos, si es pertinente.—antes de quedar como estúpida.
—Hola, soy Addy y soy tu nueva compañera de cuarto—sonreí y le extendí mi mano.
La chica en el marco de la puerta relajo un poco su expresión y me estrechó la mano.
—A la próxima, abre con tu llave, estaba tomando una ducha—me miro con una expresión más seria.
—¡Ough!, disculpa.
—Pasa.
Arrastre mis maletas, ingrese y ocupe la cama vacía del lado derecho.
—¿Puedo saber cuál es tu nombre?—recién me fije que estaba en toalla. Estaba tomando una ducha, cierto...
—Soy Natalie Portman—ella sonrió al ver mi expresión—, es decir, soy Natalie, pero no Portman—bromeo.
Reí por un momento.
—Si me disculpas, debo seguir con lo que venía haciendo.
Asenti y la rubia que anteriormente estaba conmigo, desapareció tras una puerta, que intuí que sería la del baño. Así que sin más, accedí a desempacar.
12:30 A.M
Abrí mis ojos lentamente por la molestia que me producía la luz solar. Mire el reloj que yacía colgado en la pared. Era la hora del almuerzo. Me levante confundida y desorientada, observe a mi alrededor, no había rastro de Natalie.
Sobre su cama había una hoja de papel doblada a la mitad, la abrí y leí su contenido "Al despertar te estaré esperando en la cafetería, firma Natalie West".
Entre al baño, me di una ducha extra rápida. Me cambié de ropa y salí. Trate de no dar uno de esos grititos de emoción, pero... ¡Mierda, por fin soy universitaria!.
Una vez más, bajé a la recepción. Pero la chica que estaba ahí anteriormente se había ido. Por el rabillo del ojo vi a un chico de pie, texteando en su teléfono.
—Disculpa, ¿Podrias decirme hacia donde es la cafetería?—intervine con cautelosidad.
Aquel chico levantó la mirada de su teléfono y me sonrió amablemente.
—Claro, si quieres te puedo acompañar hasta allí.
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Editado: 13.06.2021