Nunca digas jamás.

Capitulo 18 Tierno corazón

Michael y Bratt salieron del hangar para alquilar un coche.

—¿Como se llama el doctor? preguntó Michael.

—Doctor Daylon, es una eminencia ya lo veras, tenemos que ir para Canberra Prívate Hospital, llegaremos en un momento.

—Espero encontrar un buen coche, soy un poco delicado para eso, pero bueno nos apañaremos como podamos ¿no te parece?

—Claro que sí.

Llegaron, dentro del aeropuerto de Canberra, se encuentra la agencia Hertz de alquiler de coches, había de todo tipo de coches, Michael cogió un coche grande y cómodo, se subieron en él, camino del hospital, una hora más tarde llegaron al hospital, Bratt ya había hablado con Daylon por teléfono y habían quedado en el despacho de él, en el hospital.

Subieron por el ascensor, mientras Michael le hacía preguntas.

—Dime, ¿cómo es Daylon? me dijiste que es buen médico, ¿tú crees que aceptara? Es un hospital muy moderno igual no le interesa la propuesta.

—Ya le comenté un poco el caso, y estaba interesado, es un caso que le gusta, además parece un tipo bastante ambicioso esto le proporcionaría fama con sus otros colegas de profesión y su estatus subiría como la espuma, créeme conozco a los tipos como este, es bueno, pero no quiere pasarse la vida metido en este hospital, déjame que yo empiece hablar, ¿te parece?

—Si claro, tú ya lo conoces—contestó Michael.

Bratt cogió el móvil y llamo al doctor Daylon.

—¡Hola buenos días! Daylon soy Bratt, ¿cómo estas, amigo? ya estamos aquí, ¿nos podemos ver ahora?

—Hola Bratt amigo, si claro, ahora mismo estoy con vosotros nos vemos.

Al cabo de unos quince minutos llego Daylon, es un hombre alto, y corpulento con buen porte, moreno de piel, con unos ojos largos azules, que llamaba la atención.

—Hola buenos días, ¿cómo se encuentran? —pregunto

—Bien gracias, el viaje un poco largo pero bueno, ¿dónde podemos hablar tranquilamente? Preguntó Bratt.

—Vallamos aquí al lado, a la vuelta de la esquina hay una cafetería, podremos hablar tranquilos, sin que nadie los moleste, tengo media hora de descanso es del tiempo que dispongo.

—Entonces no perdamos tiempo—contesto Michael

Se sentaron en una de las mesas más alejadas, y pidieron unos cafés con leche.

—Bueno ¿dinos qué opinas del caso ?Daylon, nosotros ya hemos hablado de ello, y me dijiste que puedes hacerte cargo del caso ¿no? —dice Bratt.

—Bueno me gustaría llevar el caso sí, parece que podríamos lograr que mejorara, aunque primero tendría que estudiar el caso allí, ver al paciente ir viendo cómo evoluciona poco a poco, tampoco prometo nada, soy realista les estoy contando las cosas como son, no les aseguro que el paciente valla a volver a llevar la vida de antes, y después están mis honorarios...

En ese momento contesto Michael.

—Económicamente no hay ningún problema, por eso puede usted quedarse tranquilo.

—Antes de marcharnos nos tienes que dar una contestación, nos quedaremos aquí hasta el mediodía, tienes algunas horas para pensarlo, nos interesaría que tomarías el caso lo antes posible, y si podría ser mañana sería mucho mejor—dijo Bratt.

—¡Está bien! Señores, les daré la contestación, antes de la una, ¿les parece bien?

—Estupendo entonces contesto Michael.

Daylon salió de la cafetería con una sonrisa de oreja a oreja, cuando tomo la curva llamo por teléfono.

—¿Abuela ve preparando las maletas nos vamos a Miami? —dice Daylon.

—¡Te has vuelto loco hijo!, que vamos hacer nosotros allí.

—No abuela, te cuento dentro de un rato cuando salga del hospital, solo te digo que nos vino dios a ver.

Daylon colgó el teléfono de golpe, no quería que nadie se enteraría de nada ahora, no era el momento adecuado para su carrera, en el hospital lo querían ascender, pero él tenía otras ambiciones.

Daylon al cabo de un rato llego a casa, vivía con su abuela todavía, se había quedado sin madre cuando era un niño, y su padre nunca había querido saber nada de él, lo había criado su abuela materna, dándole una carrera de medico con mucho sacrificio.

Su abuela María junto a su esposo habían emigrado desde cuba a Australia, donde habían trabajado muy duro.

—Prepara las maletas abuela, nos vamos para Miami.

—¡Te has vuelto loco hijo, trabajas en unos de los hospitales mejores de Australia y te van a ascender, no puedes perder todo por lo que has luchado tan duro!

—Lo se abuela, pero hay un empresario de mucho prestigio en Miami que tiene su hijo en coma y quiere que le ayude, es una maravillosa oportunidad que no voy a desaprovechar.

—¿Vas a abandonar el hospital? Daylon.

—Ya lo hice abuela, presente mi renuncia, estoy fuera del hospital ya, voy a llamar por teléfono dame un minuto.

Subió a su habitación y se sentó encima de la cama y llamo por teléfono.

—¡Hola Bratt amigo! Ya he tomado una decisión.

—Bueno dime, no nos tengas así es ascuas.

—Nos vamos con ustedes, me hago cargo del caso.

—¿Nos vamos? pues cuantos somos—contesto Michael.

—Solo yo y mi abuela, pero necesito el día de hoy, ¿nos podríamos ir mañana mejor? Tengo que hacer las maletas, y coger alguna cosa del hospital.

Bratt miro a Michael, y el afirmo con la cabeza.

—¡Está bien! nos vemos mañana sobre las 12 en la puerta del hospital allí sus recogeremos, gracias y hasta mañana.

—A ustedes, hasta mañana.

 




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