Nunca permaneceremos juntos

Colònies

Me ha frito la cabeza

el sol abrasador;

el pueblo no parece tener

la misma estrella brillante

que la ciudad.

El profesor 

de coneixement del medi

habla de calentamiento global

pero la monitora le replica

que solo es 

la fi del món.

 

Encuentro en sus caricias

el cariño extirpado.

La miro con los ojos limpios,

con la mirada limpia de una niña

de seis años

y un breve impulso

me obliga a abrazarla.

 

El atardecer,

de repente,

se oscurece,

ya no hay sol que me queme

pero sí lluvia que me moje.

 

Torna a la masia,

me dice dulcemente,

y yo obedezco

como lo hago ahora, 

sin ganas,

sin quejas, 

sin volver la vista hacia atrás.

Obedezco 

y el sentimiento de desamparo

se acentúa

cuando me toco la cabecita

y no la siento fría por la lluvia,

sino por la falta de sus caricias.

 

El primer relámpago

alcanza el campo de fútbol.

Los niños son valientes

pero truena muy fuerte

y el equipo se dispersa

sin proclamarse ninguno vencedor.

 

Ya no queda nadie fuera,

todos nos refugiamos

en el calor que emanan nuestros cuerpos.

 

La monitora vuelve a mi lado,

los niños están asustados por el diluvio

y yo solo puedo pensar

que la lluvia nos encoge

y que me siento a quilómetros de casa.



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En el texto hay: poesia, poesia y relatos, poesia de amor

Editado: 09.06.2020

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