Era suave y delicada como una pluma. Su piel clara y tersa, relucía como una muñeca de porcelana, su mirada era tan pura e inocente. Era como un pequeño animalito al que proteger o encerrar en una jaula de la que ningún peligro le pueda dañar.
Tan bella… tan dulce… tan pura… tan… estúpida.
Tremenda estúpida.
¿Cómo no te dabas cuenta de cómo te veían, como se te insinuaba, como hablaban de ti? Lo hacías apropósito.
Te importaba más hablar con esos degenerados que te miraban con perversión.
¿Y a mí? A mí me tratabas como tú juguete.
¿Fue divertido jugar conmigo? ¿Fue divertido sonreírme y luego mirarme con asco? ¿Te pareció divertido humillarme? ¿Te doy asco? ¿Me odias?
Yo te odio.
Aunque… te desearía la muerte, pero verte sufrir me resulta más interesante.
El timbre de mi apartamento sonó, seguido de fuertes golpes en la puerta. Me levanté de inmediato y me dirigí al origen del sonido, me asomé por la mirilla y no podía ver nada. No había nadie frente a la puerta. Curiosa de lo que pasó, abrí la entrada, podía ver un sobre en el suelo, estaba cerrado con mi nombre en él. Lo tomé y volví a cerrar mi puerta, asegurándome de colocar el pestillo.
"Miriam"
Venía escrito en grande.
No había dudas, tenía mi nombre y estaba frente a mi apartamento. Temerosa de su contenido, lo abrí, rompiendo el sello que tenía. Saque el contenido del sobre, cayó sobre mí mesa y, de primera instancia, mire una fotografía.
No cualquier foto, una mía, desde dentro de mi hogar. Tomé la hoja que acompañaba la imagen y leí.
"P*rra estúpida"
Me encontraba desconcertada, no sabía cómo reaccionar… ¿Quién hizo esto?
Lo único que me vendría a la mente son mis compañeros de UNI, son los únicos que conocen mi dirección. No tiene sentido darle vueltas, es sólo una broma de alguno de ellos.
Tomé la nota y fotografía, las arrugué en mi mano y antes de tirarlas, vi una nota mucho más pequeña que se había caído.
"Te desearía la muerte, pero el verte sufrir, me resulta más satisfactorio".
¿Qué mierda? ¿Qué broma macabra es esta?
Molesta por las notas, las arrugó y tiro en el bote de basura.
- Maldito loco.
¿Loco? ¡¿Loco?! ¡¿LOCO?!
Yo no estoy loco.
Solo hago lo que alguien en mi lugar haría. A nadie le gusta que jueguen con él, a nadie le gusta ser el juguete de nadie, nadie querría ser humillado y despreciado como yo.
¿Y tú? Tú también sentirás lo que yo. Sentirás el desprecio, el asco y el odio que yo sentí de ti.
Sentía sus pasos detrás míos. Puedo asegurar que era su voz la que escuchaba susurrar. Cada que intentaba acelerar el paso él también lo hacía. Estaba en pánico, no sabía qué hacer, si correr o gritar por ayuda. Pero ¿A quién le pedía ayuda? No había ni un alma por toda la calle, y las luces parpadeantes solo hacían más horrible la situación.
Mi miedo disminuyó cuando vi en una esquina a un nombre de pie, parecía estar esperando a alguien, ya que no dejaba de mirar su móvil.
- Disculpe - hable estando a su lado - ¿Podría quedarme aquí un momento? Ese tipo me viene siguiendo desde hace un rato.
El hombre me miró con confusión y luego giró hacia la calle de donde venía, para responderme.
- ¿Y… quién se supone que te sigue? - me miraba extrañado, como si estuviera delirando.
Llegó un auto y se paró frente al hombre, este solo se despidió con un asentimiento de cabeza y abordó el auto.
Me sentía algo tonta e incluso avergonzada, estaba segura que me seguían, yo lo vi e incluso lo escuché.
¿Será que las horas de desvelo están cobrando cuentas?
Alejando esos malos pensamientos de mi mente, continúe con mi camino, ahora sin detenerme o distraerme de mi objetivo.
- ¿Tanta prisa tienes?
Me detuve en seco al escuchar su voz. Es él. Continúe mi paso, ya no caminaba, corría por la calle. Lo escuchaba, me estaba siguiendo, sentía sus pasos rosando mis talones y su respiración en mi nuca. Cuando puede observar el portón de mi complejo de apartamentos, me alegré enormemente y antes de siquiera poder gritar por ayuda, sentí como cubrían mi boca y un olor extraño inundaba mi nariz, me sentía cansada y poco a poco, me quedé sin fuerza.
- No puedes huir de mí, seré tu sombra, si así lo quieres.
Daba patadas, golpes al aire e intentaba gritar.
- ¡Ayud...! - antes de que pudiera gritar por completo cubrí su boca, ahogando sus gritos, de sus ojos corrían mares de lágrimas.
- En otro momento me darías lastimas…
Sus ojos se cerraron lentamente, su respiración se volvió tranquila, y ya no sentía su forcejeo por soltarse. La tomé en brazos y me dirigí a la salida, tenía todo planeado, no había falla alguna.
Además, ¿Quién vendría a buscarla? Nadie, no tiene amigos cercanos y, los pocos que tiene solo hablan pestes de ella. ¿Y ella? No se entera de nada. A ellos no les importa si desaparece.
La subí a mi auto y arranque, directo a mi nuevo hogar… NUESTRO nuevo hogar.
Con el paso de las horas, escuché como se iba despertando; miré por el retrovisor y la vi abrir sus ojos, se miraba confundida y desconcertada.
- Bienvenida a casa, cariño.
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Editado: 03.08.2022