Odio amarte

Capítulo 18 Nuevo apartamento

Detengo mi auto en la entrada de un edificio muy alto de concreto. Las puertas de cristal se alzan frente a mi dejando pasar la cálida luz del interior hacia la noche oscura.

—Este no puede ser el lugar, debo haberme equivocado de dirección—pienso, mientras reviso en mi teléfono las indicaciones que Andrea me dio para llegar a mi nuevo apartamento.

De pronto, unos suaves golpes, en la ventanilla del pasajero del coche, demandan mi atención. Es un hombre mayor con un uniforme discreto que se ha acercado sin que me diera cuenta. Con un gesto, me pide que baje la ventanilla para poder hablar conmigo.

—¿Se encuentra perdida? — me pregunta con una sonrisa amable—¿Puedo ayudarla?

—Ah, creo que si—digo con un deje de timidez, recojo el teléfono para poder pedirle indicaciones. —Es que soy nueva en la ciudad y estoy buscando esta dirección.

Le muestro la dirección en mi teléfono, tratando de mantener mi ansiedad a raya. Él asiente con la cabeza, una cálida sonrisa ilumina su rostro.

—Usted debe ser la señorita Rodríguez, la amiga de la señorita Carpentier—dice en forma de pregunta—yo soy Mario.

—Hola Mario, si yo soy la señorita Rodríguez—le digo para confirmar mi identidad—pero puedes llamarme Alicia, ese es mi nombre.

Mario me pide algún documento de identificación para poder confirmar mi identidad, formalmente. Busco a mi alrededor y decido darle mi carnet de conducir. El me dice que espere un momento mientras verifica mis datos en recepción.

Aprovecho para salir del auto, estirar un poco las piernas y poder mirar mejor el lugar que va a ser mi nuevo hogar a partir de hoy.

—Aquí tiene señorita Rodríguez—dice Mario entregándome mi carne de conducir y un sobre con papeles—En este sobre va a encontrar toda la información necesaria sobre el lugar, los empleados, los horarios, números de teléfonos útiles por si necesita algo, entre otras cosas. Ya los de la mudanza llegaron hace un rato y en estos momentos deben estar terminando de descargar las cosas en su apartamento. En lo que ellos terminan, si usted desea, puede pasar conmigo a la recepción para darle un recorrido guiado por el lugar.

Acepto con mucho entusiasmo y lo sigo. Al pasar las puertas de cristal me encuentro en un amplio vestíbulo adornado con sillones de diseñador, lámparas suspendidas en el aire por lo que parecen ser finos hilos metálicos y obras de arte moderno le daban un aire distinguido al lugar. El suelo, de mármol pulido, reflejaba la decoración como un mar que refleja el cielo azul.

Cuando llegamos a la recepción, Mario me presenta a George, el recepcionista de esa noche. Entre los dos, me explican el funcionamiento del edificio, donde está el garaje, como acceder a él, como acceder de el garaje al apartamento, como desbloquear el elevador, entre otras cosas.

Yo los escucho atentamente, sin poder evitar, terminar abrumada ante tanta información en tan poco tiempo. Al final se dan cuenta de mi estado, así que Mario se ofrece a darme una visita guiada por lo que debo saber esa noche. Acepto sin dudarlo ni un momento, el alivio me embarga.

Me despido de George mientras Mario y yo nos encaminamos a mi coche. Por el camino él va explicándome algunas cosas muy interesantes sobre el edificio, su historia, el personal, los residentes y otras cosas más.

—¿Quieres conducir mientras yo te doy indicaciones o…—me pregunta Mario señalando las llaves en mi mano— quieres que yo conduzca?

Le cedo las llaves del coche, antes de que me de cuenta, él está conduciendo el coche por el aparcamiento. Se nota que Mario sabe lo que hace y me guía hasta mi plaza.

—Aquí es—dice con satisfacción—Este es tú lugar mientras vivas en este edificio. Si en algún momento alguien más parquea aquí sin tu permiso. Puedes llamar a recepción o a la policía para que remolquen el auto, estarías en todo tú derecho.

—Está bien—le digo—Muchas gracias.

Salgo del coche y doy un pequeño recorrido por el parqueo vacío, tratando de aprenderme la ubicación exacta, mientras Mario saca mi pequeña maleta del auto, me acerco a él para ayudarlo, pero me detiene con un gesto. Me entrega mis llaves y me indica que lo siga.

—El elevador está por aquí—lo veo alejarse, así que tomo mi bolso del coche, le pongo seguro y troto un corto tramo hasta alcanzar a Mario—. Tienes que ingresar el código para que funcione.

Él marca el código en el tablero, el elevador se abre y nos lleva hasta el piso donde está mi nuevo apartamento. Cuando llegamos a la puerta, Mario, me explica que la llave abre el tablero donde debo poner el código para poder abrir la puerta.

Coloco el código, con un gran nerviosismo por al fin poder ver mi nuevo hogar. Cuando al fin las puertas se abren, una sonrisa se dibuja en mi rostro. Al cruzar el umbral, un mundo nuevo se abre ante mí. La luz de las lámparas ilumina el lugar y unos enormes ventanales, que van del suelo al techo, me muestran una preciosa escena de la ciudad. Es una diferencia abismal con respecto a mi apartamento anterior.

—Bueno, bienvenida—dice mientras deja mi maleta en, lo que supongo, es la sala—yo me voy, pero ya sabes, si necesitas cualquier cosa, George y yo estamos en recepción.

Le doy una pequeña propina a Mario y me despido de él. Después de cerrar la puerta doy una vuelta completa en el lugar donde estoy parada. Estoy impresionada con el lugar, los pisos de madera brillante, la calefacción que promete calidez, los muebles en blanco y negro que se ven elegantes, pero cómodos al mismo tiempo. Dejo mi bolso junto a las cajas de mudanza que abarrotan solo una pequeña parte de la inmensa sala, la cual tiene un aire moderno, con una cocina de concepto abierto y una impresionante isla de mármol gris que brilla bajo la luz interior.

Inspecciono los electrodomésticos de acero inoxidable que parecen estar esperando a ser utilizados. Abro las gavetas de madera pulida, que están vacías, listas para que las llene de nuevos recuerdos. Luego, miro la nevera que camufla perfectamente con el resto de la cocina, el horno listo para preparar deliciosas recetas y sonrío. Me siento como en la mañana de navidad, como una niña a la que le han hecho un regalo maravilloso. Desearía que alguien me pellizcara para poder confirmar que todo esto es real.




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