Odio o amor

"Primer beso"

Después de varios días sin descanso, regresábamos a casa, muy tarde por cierto. Eran las 11 de la noche cuando nos dirigíamos a casa, caminaba al lado de Kakashi intentando no demostrarle lo cansada que me sentía, y sin haber comido en todo el día.

¡Mi estómago gruñó! ¡Qué vergüenza!

Kakashi se giró hacia mí, "¿Pasamos a comer algo por Ichiraku Ramen? Yo invito", me dijo con una pequeña sonrisa.

Eso me tomó por sorpresa. ¿Un gesto amable hacia mí? "¿Quién eres y qué hiciste con Kakashi?", le pregunté.

Escuché una risa bajo esa máscara. Estaba perpleja.

"Gracias, pero prefiero ir a casa", le respondí. "Estoy cansada y tengo mucho frío. Además, mamá debe estar esperándome con algo para comer", le dije.

Él bajó la mirada. "Es verdad, tienes a alguien que te espera", dijo.

De inmediato entendí. Él iría a encerrarse solo en su casa. 
"Está bien, vamos", le dije, y él no respondió. "Sabes, tienes razón. Ambos estamos agotados. Yo también quiero llegar a casa y tomar un buen baño", me dijo y sacó de su mochila una especie de manta y la colocó sobre mi espalda abrigándome.

Creo que mis mejillas se pusieron más rojas que las veces anteriores. Ni siquiera pude expresar media palabra. Él estaba frente a mí y me tomó de los hombros.

"Descanza Ari y Salúdame a tu madre", dijo, y se marchó desapareciendo.

Mi corazón latía como loco.

¿Qué rayos acaba de pasar? Me quedé congelada por un momento.

Cuando reaccioné, seguí caminando hacia mi casa, ya estaba en la esquina.

Mi corazón no paraba de latir con fuerza. Observé la manta que Kakashi me dio y la llevé a mi nariz. Olía a él. Mi rostro volvió a enrojecerse. Sonreí, no podía dejar de sonreír. Sentí una alegría que no podía entender. ¡Era desbordante!

En esos momentos podía jurar que era la mujer más feliz de todo el mundo. Sentí que podía morir por tanta felicidad.

Entré a mi casa aún llevando una cara de felicidad. Retiré mi máscara frente a mamá y mis hermanos, revelando mi cara con aquella gran sonrisa.
 

Los tontos de mis hermanos me miraron mostrando temor y se colocaron detrás de mi madre.

"Mamá, mírala, está poseída, ¿qué hacemos mamá?" le decían.

"Son unos idiotas", dije aún sonriendo y suspirando mientras caminaba lentamente hacia mi habitación.

Los días siguientes fueron...      
bueno... Kakashi volvió a ser el mismo. Ya no me miraba con tanto odio, pero seguía recargándome y el tambien de trabajo ya que siempre estábamos juntos.

Un día, tenía mi día libre, y salí al bosque a dar un paseo y respirar aire puro. De repente, el cielo se oscureció.

"Rayos, va a llover", corrí intentando llegar a la aldea, pero la tormenta me atrapó. Recordé que muy cerca de donde estaba había una pequeña cueva, así que corrí hacia ella para protegerme de la lluvia.

Me mojé un poco, pero estaba bien. Afuera, la lluvia caía con más fuerza.

De repente, escuché unos pasos, alguien se acercaba con prisa, así que me puse en alerta.

Pero era él. Lo miré entrar a la cueva. Era Kakashi y estaba empapado.

"Ah, eres tú", le dije, y él solo me miró con una mirada extraña...

¡Hola! Qué coincidencia - dijo Kakashi.

"Sí, ¿verdad?" respondí.

Aclaré la garganta, parecía que estaríamos allí un buen rato. Kakashi entró más y juntó algunos troncos de árboles que había en la cueva, hizo un jutsu encendiendo los y creando así una fogata.

Me acerqué y me senté al otro extremo, quedando frente a él. Bajé la mirada cuando se quitó la camisa, dejando al descubierto su torso desnudo tan bien trabajado. Mantuve mi mirada hacia la fogata.

Después abracé mis piernas aprovechando para esconder mi rostro sonrojado.

"¿Tienes frío?" preguntó Kakashi al tiempo que se sentaba a mi lado.

 

Eso me hizo dar un pequeño salto, él sonrió. Se había retirado la mascarilla.

"Oh, por Dios... Estoy perdida", pensé. ¿Cómo voy a resistir esto?

"Te ayudaré a entrar en calor", me dijo rodeándome con sus brazos.

Recordé la ocasión en que cuidabamos los huevos de aquella águila en peligro de extinción. Kakashi siempre me abrazaba durante las noches frías protegiéndome del frío, aunque al amanecer siempre me culpaba a mí.

Decía que era yo quien me acercaba a él en cuanto lo miraba dormido, y me acusaba de aprovechada, pervertida y otras cosas, 
en fin.

No podía negar que me sentía bien al volver a sentir sus brazos rodeándome, protegiéndome del frío.

"Ari...", susurró.

"Dime", respondí.

"La verdad te seguí", me dijo y yo abrí mucho los ojos.

"¿A qué te refieres?" le pregunté extrañada.

Él sujetó mi barbilla y levantó mi rostro para verlo.

"Quería verte", me dijo y sin más, acercó sus labios a los míos, robándome mi primer beso. Yo no supe cómo reaccionar, me quedé paralizada por un momento, pero después solo cerré mis ojos y lo seguí correspondiendo aquel beso.

En ese momento yo ni siquiera podía pensar, solo quería entregarme a aquel beso, era maravilloso. Fue un beso tierno y hermoso.

cuando nos separamos...

"¿Te gustó?" preguntó y yo perpleja respondí que sí.

Kakashi volvió a besarme, esta vez con más pasión, acariciándome, mis piernas, mi cintura, mi espalda, acercándome más a su cuerpo. De pronto dejó de besarme y apoyó su frente en mi hombro, respirando pesadamente y profundo.
 

 

"Lo ves? Te lo dije", dijo transformándose en Itachi.

"¿Qué?" grité, apartándome de él y levantándome.

"¿Qué rayos, Itachi? ¿Qué hiciste?" dije molesta.

"Espera, no te enfades, solo quería mostrarte que de verdad amas a Kakashi, ya sabes, para darte un empujoncito", dijo Itachi.

"Itachi, ¡yo te mato!" ¡Ese era mi primer beso! Le reclamé corriendo detrás de él en aquella cueva.

Tranquilizate, Ari - me decía Itachi mientras yo lo seguía. La lluvia había pasado y ahora estábamos corriendo por el bosque, mientras Itachi no dejaba de reír burlándose.



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En el texto hay: amor-odio, ninjas, kakashi

Editado: 06.03.2024

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