—Micah, por favor…suéltalo.
Yevhen se levantó lentamente de la silla, estirando sus manos de forma sumisa, esperando el momento oportuno para saltar encima de Micah y quitarle a Oliver de los brazos. El miedo se aferró a cada célula de su cuerpo.
Sabía que Micah era un desequilibrada mental hasta cierto punto, pero jamás imaginó que fuera capaz de dañar a su propio hijo, aunque eso, eso...no debería ser una sorpresa, Micah era impredecible, en todos y cada uno de los jodidos aspectos.
Pero una cosa era saberlo…otra…era verlo con sus propios ojos.
Micah apretó el cuchillo en el cuello de Oliver, observando a Yevhen como si de un insecto se tratara, Micah ladeo la cabeza, sus dedos empezaron a temblar. Yevhen se estremeció al ver a Micah levantar el cuchillo sobre la cabeza de Oliver y dejarlo caer con fuerza.
— ¡MICAH, NO!
La sangre salpico la pared, provocando que los sirvientes corrieran hacia ellos intentando separarlos, Micah bufo molesta sacando el cuchillo de la carne, Yevhen se cubrió la boca asustado y sin creer lo que había pasado, aturdido Yevhen alzo su mano, revelando un enorme agujero por el cual Micah lo había apuñalado. Pero pronto se centró en otra cosa: Oliver; la sangre caía de su cabeza, manchando su rubio cabello, sus ojos estaban muy abiertos mientras las rojizas gotas caían por su rostro, el niño se estremeció y levanto sus pequeñas manos tocando su cráneo.
—Gracias por eso — Micah se sentó en el borde de la mesa, justo frente a Yevhen que se recostaba en el borde contrario, estremeciéndose del dolor —. Ni siquiera planeaba apuñalarte — los guardaespaldas intentaron tirarse encima de Micah e inmovilizarla en la mesa, evitando asi que dañara a alguien más, pero el tiempo que tardaron analizando la situación fue suficiente como para que Micah colocara el cuchillo de plata encima de la cabeza de Yevhen —. Un paso más y le rompo el cráneo — amenazo ella. Micah se cruzó de brazos y relamió sus labios.
Yevhen sintió el hormigueo que indicaba que el efecto de la píldora que se había tomado antes de la cena estaba por comenzar. Todo empezó a ralentizarse, los colores perdieron su brillo e intensidad, las palabras dejaron de tener sentido. La habitación empezó a dar vueltas y las personas se convirtieron en manchas borrosas, Yevhen observo su mano y pudo ver a través del agujero en su piel el cuerpo de Oliver en el suelo, con un enorme charco de sangre formándose alrededor de su cuerpo, Yevhen cayo de rodillas al suelo y se arrastró poco a poco hasta llegar al niño, lo tomo en sus brazos e intento despertarlo, pero por más que lo sacudía sus ojos azules no se abrían.
— ¡No toques a mi bebé! — amenazo Micah empujando a Yevhen con fuerza al suelo, Yevhen vio a Micah ponerse sobre el cuerpo de Oliver, colocar la punta del cuchillo sobre la zona del corazón y usando sus dos manos enterrarlo en el pecho del niño.
Yevhen sintió las náuseas llegar.
Sus ojos empujaban hacia afuera de su cuencas oculares, mientras Yevhen caía al suelo vomitando, el hombre cometió el error de apoyar tanto su mano sana como la herida en el suelo cuando cayó, cansándole un gran dolor, a la vez que mientras vomitaba, producto del dolor, levanto la mano herida de forma tan rápida que provoco que su otra mano, su mano sana se resbalara entre los jugos gástricos en el suelo dejando que se deslizara y su rostro cayera directamente en el vómito.
Yevhen sintió cuando empezaba a espeluznar, su mente divago entre la sangre, el vómito y el cuerpo de Oliver en el suelo. Empezando a provocar que perdiera la conciencia.
— ¿Se siente mejor, señor?
Yevhen volvió a la realidad, viendo a una de sus empleadas vendándole la mano y otros dos empleados echándole aire o trayéndole un vaso de agua fría. Sus hombres de seguridad estaban alrededor de Micah, que cargaba a Oliver en sus brazos, con el niño jugando con un pequeña manta roja, cubriéndose el rostro y destapándolo, dando pequeños saltos y mordiendo la manta.
—Les dije que era un drogadicto.
Advirtió Micah.
— ¿Qué sucedió?
Micah rodo los ojos, harta de Yevhen.
—Lo que sucede es que iba a clavar el cuchillo en la mesa, pero alguien…— Micah señalo con sus ojos a Yevhen — se entrometió.
Yevhen se levantó furioso de la silla y corrió hasta Micah.
— ¡IBAS A MATAR A OLIVER!! ¡AL NIÑO!! — escupió Yevhen en el rostro de Micah.
Micah ni se inmuto.
— ¿Terminaste? — Micah cubrió el rostro de Oliver con la manta, el niño empezó a reír, ajeno a la batalla que se realizaba frente a sus ojos —. ¿Quién fue el que prácticamente me secuestro? ¿Quién fue el que quiso volverme su prostituta a cambio de algo que por derecho es mío? Si vas a echar culpas, cúlpate a ti mismo, eres víctima de tus propias decisiones.
—Váyanse de aquí — ordeno Yevhen.
Sus empleados asintieron y se dirigieron a la salida. Incluidos Micah y Oliver.
— ¡Tu, no! ¡Micah, ven aquí!
— ¿Qué quieres?
— ¿Quién es el padre de Oliver?
Micah se encogió de hombros.
—Ya te lo he dicho, no tiene padre.
— ¡Dime la verdad! — Grito Yevhen sujetando a Micah de los brazos, sintiendo las lágrimas empezando a forjarse en sus ojos — ¿Quién es su padre, Micah? Por favor…dímelo, ¿De quién es hijo?
Micah se sorprendió de verlo en un estado tan vulnerable, nunca creyó verlo asi, tan destrozado y asustado.
—No quiero decirlo.
Admitió Micah algo deprimida, toda la situación era una triste comedia. Era lo típico, lo cliché: el tipo rico se enamora de la pobre, pasa una sola noche juntos y ella queda embarazada, el rico le pide que aborte pero por “X” o “Y” razones ella no lo hace, el bebé nace y ahora quieren tener una familia juntos, pero el tipo rico está comprometido y ahora los protagonistas deberán luchar por su amor; pero había una excepción, un diminuto problema; ella no lo amaba ni quería formar una familia con él: y él no la quería, ni siquiera la amaba, sola la deseaba por la forma tan jodida en la que le rompió el ego.