La suave música hacía eco por toda la mansión. Kylie sonreía observando su reflejo en el espejo, Yevhen la observaba con indiferencia, preguntándose cómo reaccionaría Micah al enterarse del plan para proteger a Oliver, fuera como fuera ese encuentro no sería nada satisfactorio o agradable.
— Estoy lista.
Yevhen salió de la habitación, observando por el balcón la cantidad insana de personas en la fiesta, todos creían que era solo una absurda reunión del montón. Una fiesta más. Yevhen tembló al ver a su padre llegar en uno de sus múltiples autos lujosos, con Aragne pegada a su brazo, sonriendo y asintiendo torpemente con cada frase que decía su padre.
Las náuseas llegaron con fuerza a él, sabiendo que esa sería su vida a partir de ahora, teniendo a una molestía como Kylie a su lado por el resto de su vida, pero algo tenía en claro: no sería como su padre; no enfrentaría a sus hijos entre sí, no convertiría su infancia en una guerra continua de supervivencia; por leyes familiares, su primer hijo biológico varón con Kylie debía ser el heredero de todo, pero lo cierto es que Yevhen creía que ese era un buen plan; no quería agobiar a Oliver con aquel mundo de negocios, no quería que se perdiera de sus años dorados de juventud.
Trataría de no hacer ninguna diferencia entre sus futuros hijos y Oliver, todo con tal de evitar que su historia con Anwar se repitiera. Puede que al padre de Yevhen no le importará, pero Yevhen no deseaba ver a sus vástagos odiándose a muerte, solo por la cantidad de dinero que había de por medio.
Aún así tenía miedo de la forma en la que su padre podría llegar a reaccionar ante tal noticia, ¿Haría una investigación a fondo sobre Oliver? ¿Se daría cuenta de que en realidad no es hijo de Kylie? En ese caso tanto él como Oliver estarían muertos, pero también sabía que su padre estimaba de gran manera a Kylie, no sabía porqué, pero la quería mucho, siempre le daba lindos regalos y cosas similares, además de tomar en cuenta sus palabras.
¿Intentaría convencerla de casarse con Anwar? ¿Ella aceptaría o llevaría la mentirá hasta el final?
Yevhen esperaba que fuera así, luego podría preocuparse libremente por sus hijos en el futuro, sólo esperaba que no compartieran su temperamento, sería muy difícil lidiar con una copia en miniatura de sí mismo.
— ¿Vamos?
Kylie lo abrazo por la espalda, dándole un beso en la mejilla.
Por un momento Yevhen intento imaginar cómo sería su hijo con Kylie, ¿Sería tan cruel como él? ¿O tan estúpido como su madre? Ambos eran de ojos azules, asi que por mera lógica el chico sería igual, posiblemente heredando el cabello oscuro de Kylie, pero más allá de lo físico le preocupaba como seria mentalmente: Yevhen deseaba que Oliver permaneciera asi para siempre; dulce e inocente por la eternidad, que en su mente no se pudiera consumar un mal pensamiento, pero sabía que su otro hijo no nacido no podría ser asi, el mundo de los negocios y billonarios podía llegar hacer muy despiadado, demasiado, no había cabida para los débiles, por eso Yevhen no se podría dar el lujo de mantener la inocencia en ese segundo niño.
Yevhen empujo a Kylie y fue directamente a su oficina, del cajón del escritorio saco una de las píldoras, no podría afrontar a su padre si no estaba drogado hasta la medula.
Pronto el efecto de la píldora empezó, provocando en Yevhen una sensación de adormecimiento, sintiéndose muchísimo más tranquilo y confiado. Hay muchas cosas en esta vida que requieren de disciplina y orden, y una de ellas era tener una conversación decente con el patriarca Shevchenko, mas con su bruja sumisa susurrándole cosas al oído, llenando su mente de ideas estúpidas.
Ahí estaba, esa bruja, colgada del brazo de tan asqueroso anciano, besando el suelo por el que caminaba, perdiendo la poca dignidad que tenía a cambio de unos cuantos regalos costosos, viviendo de las sobras de los Shevchenko, con su hijo naciendo y viviendo en la vida de alguien más, pero ahora, con esos labios llenos de labial debería estar contándole la historia de Oliver, alterando algunas cosas, omitiendo cosas y agregando otras, todo con tal de arruinar la percepción del padre de Yevhen por él. Sus ojos observaban al padre de Yevhen como si de un rey se tratara y sonreía con desazón, fingiendo ignorancia mientras los hombres hablaban de sus negocios y sus más nuevas adquisiciones, uno de ellos señalo una joven mujer aferrada a su brazo, “Seguro una esclava” pensó Yevhen, puede que Aragne pareciera estúpida, pero en realidad era alguien astuta, como su nombre lo indicaba era una araña, una que hacia lenta y cautelosa su telaraña, tejiendo una trampa para quienes estuvieran en medio de sus planes. Yevhen se alejó del balcón, observando a Kylie, que lo esperaba en la puerta, con un vestido rojo ceñido al cuerpo, haciéndola ver más curvilínea de lo que era, Yevhen paso saliva al darse cuenta de que ese vestido era sorprendentemente similar al vestido que llevaba Micah el día en aquella fiesta en el hotel, como deseaba que fuera Micah a quien estuviera a punto de pedirle matrimonio, pero si fuera Micah quien estuviera en el lugar de Kylie, de seguro la odiaría a ella y amaría a Kylie, asi era Yevhen de inconforme.
Kylie sonrió, colocando su largo cabello tras la oreja, la cadena dorada en su cuello caía dulcemente por su busto hasta su cintura, en una cascada de oro y diamantes, los dedos de su mano izquierda eran adornados por hermosos anillos de oro genuino, su cabello largo y oscuro era peinado por una diadema dorada, y en sus delicados pies llevaba unos tacones blancos que resaltaban ante su vestido rojo. Cualquiera pensaría que era una aparición hecha mujer, Yevhen por otra parte estaba pensando en lo injusto que era que las mujeres tuvieran tantas gamas de vestidos, mientras que los hombres siempre tendrían que lidiar con el mismo traje negro, puede que fuera hecho por la mejor marca del mundo, no cambiaba el hecho de que fuera una camisa, un pantalón y un abrigo, mientras que las mujeres podrían tener una infinidad de diseños y colores.