Muchas veces buscamos un lugar en el que podemos sentirnos seguros, un lugar en el que podemos ser nosotros mismos, hasta donde recordaba Yevhen jamás había tenido un sentimiento similar a ese en ningún lugar, ni siquiera en su mansión, la única vez en la que se sintió medianamente seguro fue cuando obtuvo su propia mansión, pero esa sensación desapareció increíblemente rápido cuando le informaron que su sistema de seguridad estaba conectado con el de las otras mansiones, por lo tanto, con la contraseña correcta podrían vigilarlo las 24 horas del día.
Fue como si un foco se encendiera en la cabeza de Yevhen, todos los sistemas de seguridad de las mansiones estaban conectados, podría ver las grabaciones de la mansión principal y saber que habían hecho con el abogado, porque sin importar cuantas veces Kylie había intentado llamarlo varias veces, pero siempre tenían el mismo resultado: buzón de voz.
Yevhen giro el volante y las ruedas del auto chillaron al cambiar de dirección de una manera tan brusca, la cabeza de Kylie se azoto contra su mano con la que sujetaba el teléfono y este a su vez se azoto contra el ventanal. Kylie movió lentamente su cabeza hacia Yevhen, pareciendo aturdida y asustada.
—Cariño, ¿Qué haces? La casa de la señora Ter es por el otro lado.
Yevhen asintió, apretando con rabia el volante.
—Lo sé, pero no me ocultare como un cobarde en un nido de ratas, voy a enviar a esa zorra y su bastardo al infierno.
Kylie pareció decepcionada, pero pronto parecía un poco enojada.
—Yevhen no hables asi, la señora Ter ha sido muy amable con nosotros al mantener a nuestro hijo y a Micah a salvo.
Yevhen giro lentamente su rostro hacia Kylie, no podía creer lo que acababa de decir y pronto empezó a preocuparse que su prometida se tomara realmente enserio el papel de “madre” de Oliver.
—Sé que acordamos que serias la madre de Oliver, pero no te lo tomes tan enserio — Kylie se cruzó de brazos enojada, pero no dijo nada, solo hizo un puchero y Yevhen supo al instante que había metido la pata, sabia lo mucho que le habían llenado la cabeza a Kylie sobre “El hijo heredero” y “El primogénito”, como debía ser ella quien diera a luz a ese heredero, pero por culpa de Micah (y suya también, porque Micah no fue bendecida como María para tener un hijo sin necesidad masculina) esto no fue posible, también se sentía mal por la forma en la que refirió a la casa de la señora Ter, sabía que ese era el “refugio” de Kylie, recordaba que cada vez que tenían problemas ella iba directo a esa casa, un día Yevhen le prohibió volver y como toda tonta enamorada obedeció, pero ahora le había demostrado que su amor no era por dinero, sino que Kylie realmente lo amaba por lo que era —. Lo siento.
Kylie abrió la boca sorprendida.
— ¿Qué has dicho?
—Lo siento — repitió Yevhen —, no debí tratarte asi.
Yevhen mantuvo la vista hacia el frente, pero podía sentir la sonrisa de Kylie, sin avisar la muchacha lo beso en la mejilla y lo abrazo.
—Todos cometemos errores, cariño.
Respondió suspirando como toda una enamorada.
A veces Yevhen pensaba que Kylie tenía serios problemas mentales, porque ¿Qué persona cuerda se quedaría al lado de alguien que lo maltrata e insulta? Quizás Kylie era masoquista y Yevhen no lo sabía, era la explicación más lógica para su comportamiento.
Media hora después habían llegado a la mansión de campo de la familia, allí habría menor seguridad, por no decir que nula, por lo cual podrían entrar sin problema. El cielo se tiño de negro cuando vieron la casa a lo lejos, pero se sorprendieron al ver las luces encendidas.
—Maldición — rugió Yevhen — ¡De seguro esa bruja intentara borrar las grabaciones!
Yevhen apago las luces del auto y lo estaciono detrás de una serie de árboles a pocos metros de la casa. La mansión de campo era espectacular: de estilo victoriano y con un lago frente a el, de pequeña a Kylie le gustaba pasar horas y horas deliciosas en el verano sentada en el diminuto puente o nadando en el lago, por el contrario, Yevhen pasaba su verano yendo de cacería con su padre. Inevitablemente la muchacha recordó la vez en que Yevhen despellejo a un ciervo y le dejo la piel ensangrentada sobre la cama, obtuvo su reprimenda pero desde ese día se volvió vegetariana.
— ¿Y ahora qué? — Yevhen sacudió su cabeza desesperado.
Kylie analizo sus opciones y se dio cuenta de que, a juzgar por los vehículos en frente de la casa solo serían tres miembros del personal de seguridad los que estarían allí, también recordó que una ventana tenía su seguro oxidado, por lo tanto era prácticamente imposible cerrarla.
—Podemos ir nadando, rodeando la casa y entrar por el patio, y la cocina, ¿Recuerdas la ventana oxidada? Podemos entrar por alli e ir directamente hacia el salón de seguridad.
Yevhen la miro sorprendido, ¿Quién era ella? No la conocía, solo conocía a la Kylie que solo podía ser bonita, no a la Kylie estratega y valiente.
—Hagámoslo.
Yevhen se quitó el chaleco y los zapatos, mientras que Kylie entro tal y como estaba al lago, llevaba un vestido corto celeste sin mangas, sus tacones los había perdido en la persecución, asi que entraría tal y como había llegado. Al entrar ambos ahogaron un chillido, ¡El agua estaba helada! Se apresuraron a empezar a nadar, dando fuertes estirones de brazos y apoyándose en las rocas que sus pies podían alcanzar, Kylie apenas podía respirar del frio y Yevhen no dejaba de temblar, ambos terminaron por hundirse al ver a uno de los hombres de seguridad revisar el perímetro y no sacaron sus cabezas hasta que estuvieron debajo del puente.
— ¡Ah! ¡Esta helada! — la mandíbula inferior de Kylie temblaba, provocando un sonido helado del crujir de dientes.
—Sigamos — ordeno Yevhen.
Pero cuando estaban a punto de seguir nadando escucharon pisadas sobre ellos y una luz iluminándolos. Yevhen tiro de Kylie y en un segundo le cubrió la boca, hundiéndola bajo el agua, Yevhen inhalo profundo y también se sumergió, Kylie permaneció quieta debajo del agua, pero aunque no se movía su mirada de desesperación lo decía todo. Pasaron largos segundos en los que ambos se miraron en completo terror, hasta el las pisadas y las luces desaparecieron.