El matrimonio se considera aquél momento en que dos personas deciden unir sus vidas ante Dios y la sociedad, en una celebración donde se juraran amor perpetuo, respeto y compresión, soportar cada una de las batallas juntos, superar los obstáculos e incluso en la enfermedad, amarse, con profunda lealtad y adoración.
Bueno, esos sentimientos no eran precisamente lo que Yevhen estaba sintiendo en aquél momento.
Sí por el fuera hubieran ido a un notario y habrían terminado con todo, creía que era mejor hacerlo de forma civil, porque ciertamente no le interesaba mucho gastar una fortuna en una boda que sería abolida en menos de un año, sí, asi es, aún el plan de divorciarse seguía en la mente y corazón de Yevhen, el plan seguía en pie, puede que Kylie aceptará estar en un matrimonio abierto, pero Micah seguía inmutable al respecto, logró convencerla de fingir con tal de agradar a Kylie, pero sin importar lo mucho que le rogó, Micah no cambio de opinión: quería que Yevhen fuera sólo de ella, no pensaba compartirlo.
No quería exponer a Oliver a un ambiente asi, no era sano para el niño tener un núcleo familiar tan inestable, en el momento en el que Micah nombro a Oliver hizo que la idea de tener dos parejas de repente no fueran tan divertida.
Aunque su desición estaba tomada no podía dejar de ver lo hermosa que era Kylie, más con ese vestido blanco ceñido al cuerpo, Micah lo había hecho bastante bonito, pero se notaba que se había contenido en los detalles, haciendo un vestido más tradicional y elegante.
—Te seré sincera, Yevhen — Micah termino de ajustar la corbata de Yevhen —, no hice ese vestido, al menos no en su totalidad, lo tome de una tienda genérica de segunda mano y le di unos detalles, lo arregle y le agregue partes de otro vestido.
— ¿Enserio? No lo parece, es bastante bonito, aunque se nota que no pusiste tu máximo potencial en el.
Micah deslizo sus manos por el cuello de Yevhen, abrazándolo y dándole un beso en la mejilla.
—No creíste que le haría el mejor vestido de novia a mi rival, ¿O sí?
Yevhen sujeto las manos de Micah y las acaricio con dulzura, no le gustaba que ella hablara asi de Kylie, le gustaría que se llevaran bien, aunque sea un poco, que no lo fingieran, aunque la que fingía era solo una de ellas, el problema era Micah, no Kylie, ella estaba completamente entregada a esa amistad, ingenuamente creía que esa era la solución a los problemas pre-matrimoniales entre ambos, que la segunda mujer la ayudaría a afrontar sus problemas, que serían “Hermanas” de esposo y criarían a Oliver juntos, los tres.
Aunque a Yevhen si le gustaba la idea la felicidad de Micah era primero, sobre todas las cosas, Micah debía ser feliz, ya saben ese dicho: madre feliz, hijo feliz.
—No digas eso, Kylie no es tu rival.
Micah sonrió coqueta.
— ¿Asi?
Yevhen la abrazo y la beso en los labios.
—Sí, porque tú eres única.
Micah parecía satisfecha con esa respuesta, Yevhen se observó por última vez en el espejo: como siempre sufría por culpa de los micro machismos y estaba forzado a llevar el insípido, y clásico traje de negro; mientras que Micah resplandecía con un vestido de color gris, no blanco, pero se entendía la idea de que ella era una especie de “segunda novia”, le habían dicho a Kylie que esa iba a ser la única boda que podrían tener, por eso Micah quería lucir también hermosa, aunque si fuera por Kylie ambas caminarían tomadas de la mano al altar.
La música empezó a sonar, dándoles a entender que ya era hora, Micah recostó su rostro en el hombro de Yevhen, ya parecían marido y mujer.
—Ya es hora.
Micah le dio unas palmaditas en la espalda a Yevhen y se fue.
Yevhen volvió a observar su reflejo en el espejo, se sentía mal por lo que estaba por hacer, pero a la vez recordó que lo hacía por Oliver, para que pudiera pasar su niñez y adolescencia comiendo tierra, y no aprendiendo sobre finanzas, métodos de emprendimiento, marketing y tener que lidiar con hacer desaparecer a la competencia, teniendo que ocultar un cadáver cada fin de semana.
Yevhen llego al altar y observo a la multitud que sonreía feliz, esperando ver la unión de ambos. Yevhen paso saliva cuando “The nutcracker op. 71 act 2 no. 14 pas de deux” empezó a sonar, el primero en caminar por el pasillo fue su padrino, quien en realidad era su secretario cuyo nombre ni sabía, luego siguieron las damas de honor de Kylie, después llego Micah, sosteniendo en sus manos una pequeña almohada de terciopelo blanco, en la cual venían los anillos, a su lado venia Oliver, lanzando pétalos blancos. Yevhen sonrió al ver lo hermoso que era su hijito y lo tierno que se veía en ese traje blanco, los pétalos volaron de un lado a otro y al final cuando llegaban al pasillo Micah extendió su mano, y Oliver la tomo, colocándose al lado de Yevhen. Yevhen sonrió al sentir a Micah darle una leve nalgada.
Y allí estaba Kylie, con la señora Ter llevándola al altar: el vestido era blanco, ceñido al cuerpo, de manga larga, con la espalda descubierta, encaje floreado alrededor de los brazos, un escote de corazón pronunciado, la falda del vestido se convertía en una cascada de nieve en la zona de las piernas, cayendo en una gloriosa armonía, el cabello de Kylie estaba peinado hacia atrás, con una diadema dorada sobre su cabeza, el resto de su largo cabello estaba recogido, con unos mechones sujetos a unas flores doradas y blancas; era hermosa, sin duda hermosa; Yevhen pudo sentir la mirada acusadora de Micah en su nuca, pero no quiso apartar la mirada del fantasmal rostro de Kylie, cubierto por ese velo blanco.
—Kylie, prometo amarte — mentira —, respetarte — otra mentira —, valorarte y serte fiel — Yevhen casi comete el error de reírse de sus propias palabras —, amarte hasta que la muerte nos separe — “Hasta que Micah los separe” debió decir.
—Yevhen Shevchenko, prometo amarte, cuidarte y respetarte, siempre obedecerte y estar siempre contigo, en las buenas y en las malas, hasta que la muerte nos separe e incluso en la muerte prometo apoyarte incondicionalmente y darte toda la devoción que mereces — Kylie sonrió, dirigiéndole una mirada a Oliver —. También prometo criar a nuestros hijos con cariño y respeto, jamás ofenderte y siempre obedecerte.