Ojos Escarlata

III

20 de septiembre.

Chris estaba ordenando unos documentos en su oficina cuando dos golpes suaves lo sacaron de sus pensamientos, dudó por un segundo en dar el adelante ya que uno de sus enfermos lo había tenido muy pensativo en los últimos días.

- Espero no molestar.- dijo una chica de cabello negro y ojos amatista asomando su cabeza por la puerta.

- Para nada Sara, por favor pasa y siéntate...- la mujer entró y se sentó frente al escritorio- ¿En que puedo ayudarte?- cuestionó con una sonrisa.

- No tengo con quien hablar de lo que me pasa, mi hermano es una persona cerrada y sé que no me creería.- agachó la cabeza algo apenada.

- Sabes que yo no juzgo a las personas por sus preocupaciones.- sonrió de forma afectuosa.

- Hace dos noches comencé a tener problemas de sonambulismo, me he despertado frente a la puerta o frente a la ventana... Eso no es lo que me preocupa en sí, mi problema comienza con los sueños recurrentes sobre unos ojos rojos que alumbran entre la oscuridad, una angustia y desespero me invaden en ese momento, puedo sentir entre sueños que alguien se pasea por mi habitación, no sé si es algo mental o es real.- finalizó Sara.

- Se sabe que hay estados del sueño que pueden provocar sueños que nuestros nervios sientan cosas que solo ocurren en nuestro subconsciente.- dijo Chris sonriendo con comprensión.

- ¿Es normal que se sientan tan reales?- cuestionó Sara.

- Puede que si, si gustas puedo recetarle unas gotas para conciliar el sueño profundamente.- la mujer asintió.

Seis días después Sara regresó al consultorio de Chris, las gotas habían funcionado por dos días y después dejaron de hacer efecto, le comento a Chris sobre sus sueños tan vívidos.

- Hay una voz, una voz juguetona que me llama desde una esquina de mi habitación, yo lucho por despertar para ver quién es pero me es difícil y cuando lo hago despierto frente a la ventana de mi habitación.- comentó con verdadero cansancio.

- ¿Has tomado las gotas?- cuestionó Chris.

- Si, cada noche he tomado las dos gotas que me indicaste pero ya no funcionan... Cada noche después de conciliar el sueño siento pinchazos en todo mi cuerpo.- las palabras de Sara preocuparon a Chris.

Le recetó que tomara dos gotas más de aquel líquido para que pudiera dormir, pero desde ese momento su salud fue decayendo más y más, preocupando al rubio y haciendo que enviará una carta a su viejo amigo y al único con el que podía confiar, ya que la llegada del tren y las muertes de los primeros dos niños.

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Víktor le estaba tomando el pulso a la chica después de escuchar el relato de Chris de cómo había comenzado las cosas con Sara.

- Su pulso está estable y el calor ha invadido su cuerpo.- dijo Víktor sonriendo de lado.

Otabek había salido un momento para tomar un poco de aire ya que el sueño le estaba ganando dejando solos a Víktor y Chris en la habitación, el rubio estaba anotando las cosas primordiales de esa noche ya que Sara se veía mejorar pero sabía perfectamente que si no se le cuidaba podría volver a caer.

- Tenemos que cuidarla por dos noches, al menos hasta que ella esté lo suficientemente fuerte.- dijo Víktor sonriendo complacido ante su buena decisión.

- Mañana por la noche tengo guardia en el hospital y tú debes dormir ya que has tenido un largo viaje.- comento Chris con pesar.

- Descuida, yo puedo soportar unas noches de desvelo, además podré descansar cuando el sol salga.- sonrió de lado mientras se sentaba en una silla.

En eso entro Otabek con una expresión confundida observando toda la habitación con detenimiento.

- ¿Ha entrado un murciélago?- cuestionó Otabek viendo las esquinas.

- No, no puede entrar nada aquí ya que todo está cerrado.- dijo el rubio.

- Que raro, estaba afuera tratando de ahuyentar el sueño cuando vi a un murciélago posarse bajo el tejado, creí que había entrado ya que no le vi salir.- dijo el pelinegro.

- ¿Tienes agua bendita?- pregunto Víktor poniéndose de pie.

- Si...- Chris saco una botella.

El peliplata la lanzó en la esquina de la habitación y después sobre la ventana, en cada rendija por donde se colaba la luz de la luna, los tres escucharon claramente como había un aleteo afuera, era el aleteo de un murciélago que se alejó.

- Hay que ponerle fin a todo esto.- dijo Chris viendo a los dos hombres.

- ¿Eso era un vampiro?- cuestionó Otabek muy sorprendido.

- Se que dudas de la existencia de los vampiros...- dijo Víktor viendo al pelinegro- Ven, quiero mostrarte algo...- fue hasta la cama de la chica y le movió la cabeza aun lado- ¿Sabes que puede ser esto?- señaló dos pequeños agujeros.

- No había visto algo así antes.- dijo el kazajo acercándose para ver mejor.

Los agujeros no eran tan grandes pero si se podían ver a simple vista, la piel alrededor se veía cicatrizada y muy pálida, era como si alguien los hubiese estado abriendo constantemente, además era muy simétricos, Otabek vio a Víktor sorprendido y sin tener la menor idea de que los había provocado.

- Es la marca que deja un vampiro cuando bebe sangre.- los ojos de Otabek se abrieron incrédulos.

Era un hombre que trataba de mantener su mente abierta a las cosas nuevas, pero le era aún difícil creer que los vampiros existieran ya que pensaba que solo eran criaturas de leyendas, sin embargo al ver esos agujeros sobre la vena principal de Sara lo hicieron creer más.

- ¿Que harán cuando ella se mejore?- cuestionó el pelinegro.

- Le recomendaré que vaya a un convento para pasar unos días tranquila, alegando un tipo de cansancio mental para protegerla del vampiro.- dijo Chris.

- Puedes buscar algún registro de los nuevos habitantes de Perovo, comenzaremos la investigación por ahí.- dijo Víktor viendo a Otabek.

- No hay problema, soy amigo del procurador y sé que él podría ayudarme con eso.- asintió con entusiasmo de ayudar.




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