Ojos Escarlata

IV

Víktor abrió los ojos topándose en un pasillo largo, oscuro y frío el cual no logró reconocer, recordaba haber dormido en la habitación del hospital pero ahora estaba en ese lugar, podía sentir el aire frío chocar con su piel así que decidió buscar a alguien o un refugio, mientras caminaba sintió un escalofrío recorrer su cuerpo como si fuese vigilado por un gran depredador, volteo a ver hacia todos lados buscando el peligro sin embargo sólo había oscuridad a su alrededor, se echó a correr con el miedo creciente en su interior.

- ¡Víktor... Víktor ven a mi!- escuchó un susurro llevado por el viento.

- ¿Chris?- vio a todos lados buscando al dueño de la voz.

- Víktor... Te estoy esperando mi amor.- se percató que esa no era la voz de su amigo.

Iba caminando de espaldas asustado y entonces sintió unas manos en su pecho, eran manos frías y que lo presionaban contra un cuerpo ajeno.

- Vas a venir conmigo mi amor, vas a ser mío...- cerró los ojos y su cuerpo se desvaneció.

Su cuerpo estaba totalmente lánguido y pudo sentir un aliento frío sobre sus labios.

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Despertó de un salto en la cama, tenía la respiración agitada y su corazón latía a mil, le costó trabajo entrar en razón y darse cuenta de que estaba en su habitación, pasó la mano por su cabello pensando en lo que acababa de soñar o más bien en la pesadilla que acababa de vivir, observó la hora y era cerca de las dos de la tarde, no tenía ganas de seguir durmiendo aunque sabía que esa noche pasaría en vela en la casa de la familia Crispino, se levantó y se dio una ducha fría para terminar de serenar su cuerpo tembloroso, al salir vestido se topó con las sirvientas en los pasillos limpiando cualquier mota de polvo que hubiese podido colarse.

Una caminata por Perovo le sentó mejor, fue a sentarse en las bancas del parque sentar antes que el viento comenzara a aporrear a los transeúntes y tuviera que regresar al manicomio de donde buscaba escapar. Mientras observaba una hoja bailar con la brisa alguien se sentó junto al él, no le presto atención, una persona más una persona menos a él no le importaba en lo absoluto o eso pensaba hasta que aquel hombre le habló.

- Los vientos en esta época del años son muy bravos.- dijo con voz serena y pausada.

- Ya lo creo que lo son.- respondió Víktor viéndole de reojo.

- Los extranjeros suelen sorprenderse mucho.- el hombre se quitó su sombrero de copa y Víktor volteo a mirarle.

Cabello negro como el carbón, tés pálida y mejillas sonrojadas, labios carnosos, una nariz respingada, cejas oscuras y tupidas muy bien formadas, pestañas largas y unos ojos marrón rojizo, que al clavarse sobre los suyos le lograron erizar los bellos de todo el cuerpo.

- Usted luce como un extranjero.- dijo el hombre a su lado.

- Es porque lo soy, vengo de Yaroslavl.- respondió Víktor sin poder despegar sus ojos de los del hombre los cuales parecían brillar con cierta malicia insana.

- Disculpe mi intromisión pero ¿Que lo trae a Perovo mi buen amigo?- cuestionó el hombre volviendo su vista al frente.

- Un amigo mío me pidió visitarlo por cuestiones laborales, más bien, una segunda opinión.- confesó Víktor tratando de posar sus ojos en otro lado que no fuera aquel hombre.

- ¿Es usted médico?- volvió a preguntar sin verlo.

- Así es...- sonrió de lado.

- Es una pena que viva tan lejos, usted sería muy solicitado aquí...- dijo haciendo que Víktor no comprendiera esas palabras- Las nubes oscuras ya se vienen cerniendo sobre Perovo...- se puso de pie- Estás noches suelen ser de desgracias y es mejor quedarse en casa muy resguardado... Feliz tarde mi buen amigo.- hizo una pequeña reverencia y después se puso el sombrero para seguir su camino.

Víktor no pudo comentar nada ante esas palabras tan lúgubres que llenaron su corazón de una angustia irracional, observó las nubes oscuras y después vio el camino que había seguido aquel hombre extraño y ahí lo vio subiendo a una calesa muy elegante. Suspiro y se levantó para regresar al hospital ya que el viento de la tarde comenzaba a arreciar, esa noche iría a hacer otra transfusión a Sara para que terminara de sanar, llegó y vio a Chris con uno de los tantos pacientes.

- ¿Cómo estuvo tu paseo?- pregunto el rubio al verlo.

- Bien, las nubes oscuras y el viento fuerte me hicieron regresar.- dijo Víktor viendo al hombre que llevaba Chris.

- El es William Gabernet, está aquí por alucinaciones constantes sobre cosas irreales y lo que todos llaman leyendas.- dijo Chris ante la curiosidad en los ojos del peliplata.

- No son alucinaciones, él está aquí y vendrá por usted...- señaló a Víktor- Por mi, por nosotros... ¡El demonio vendrá por nosotros y nos arrastrará al infierno!- comenzó a rascarse la cabeza de manera desenfrenada- Pero a quien mas desea es a usted y sera el primero en arrastrar con sus garras afiladas.- modulo su voz aunque despues volvio a gritar.

Ante los gritos y carcajadas llegaron unos enfermeros robustos y se llevaron a William a su habitación para evitar que lastimara a alguien y que se lastimara el mismo más de lo que ya lo había hecho.

- Por ese motivo no me gustan los locos.- dijo Víktor de forma sería.

- El señor Gabernet tiene serios problemas mentales, su sintomatología se basa en alucinaciones de demonios sin embargo no suele ser agresivo...- Chris camino hacia su oficina mientras era seguido por el peliplata- Su caso es muy peculiar y me ha mantenido muy entretenido tratando de comprender sus acciones.- confesó sonriendo.

- ¿Cómo puedes tratar de comprender a alguien que claramente no tiene su cordura?- cuestionó Víktor.

- La locura es la razón de ser de la cordura... Sus momentos de lucidez me llevan a tratar de comprender qué es lo que lo descompenza de esa manera.- ambos entraron a la oficina del rubio.

- Dicen que los locos hacen los caminos que después los sabios recorren... Pero me niego a creer que sus palabras tengan un fundamento, los únicos demonios que existen son los seres humanos mismos.- dijo Víktor sentándose en uno de los sillones frente al escritorio.




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