Entró al mausoleo con todos sus sentidos alerta, dentro pudo ver los ataúdes abiertos, el de Sara estaba vacío sin embargo al ver el de su madre casi vomita de la impresión que se llevó, el animal le había destrozado la garganta pero en esos momentos estaba hecha pedazos, un par de ratas se estaban alimentando de lo único que quedaba de aquella buena mujer, Víktor controlando sus arcadas volteo rápidamente al escuchar unos pasos, en la entrada del lugar estaba paro Phichit con una gran sonrisa en sus labios.
- ¿Que haces aquí?- cuestionó el peliplata al verlo.
- Nada importante, solo quería asegurarme de que estuvieras aquí.- dijo observando hacia todos lados.
- ¿Tu eres el vampiro?- sintió un miedo visceral al oír la risa burlona del moreno.
- No, yo soy un fiel sirviente y un amigo de la persona que tú buscas.- los ojos del chico destellaron como la misma lumbre que Víktor llevaba.
Sus facciones cambiaron y su cuerpo se comenzó a deformar, frente a Víktor aquel chico que lucía tan inofensivo se había convertido en un hombre lobo muy grande y con afilados dientes, Víktor ató cabos y supo entonces el porqué de aquella herida en Gabernet, quien lo había matado y el aullido gutural que se escuchaba a la distancia, tuvieron al enemigo todo el tiempo en casa y ni cuenta se habían dado. El lobo se abalanzó sobre Víktor quien aterrado soltó la lámpara haciendo que se apagará dejándolo en completa oscuridad, pudo jurar que ese iba a ser su último día pero Phichit se dio la vuelta y salió corriendo entre las lápidas transformado en hombre lobo, Víktor estaba pegado a la pared temblando, una cosa había sido enfrentarse a un vampiro con un hombre experimentado y su mejor amigo pero ahora estaba solo en ese lugar.
Mientras trataba de controlar su respiración vio que una sombra pasó por la luz que entraba ahí se dio cuenta que debía salir, dio dos pasos y la puerta de piedra comenzó a cerrarse, corrió pero de nada sirvió ya que quedó encerrado en ese lugar a oscuras y con un cadáver hecho pedazos.
- ¡Chris... Otabek!- gritó dándole golpes a la puerta.
Empujó y empujó sin embargo no consiguió moverla ni un milímetro, soltó un suspiro tratando de no entrar en pánico.
- Te dará un ataque si no te relajas.- dijo una voz lúgubre haciendo eco en el mausoleo.
- ¿Quién eres?- se dio la vuelta rápidamente.
Decir que tenía miedo sería mentir, Víktor estaba aterrado, no podía ver ni su nariz ante las penumbras.
- Viniste aquí para matarme, mi hermoso Víktor.- unos ojos escarlata se encendieron en una esquina.
- ¡Dios!- exclamó al ver al vampiro o al menos sus ojos.
- Dios no te salvará de esta, solo acepta y ven conmigo.- los ojos se acercaron a él.
- ¿Que es lo que quieres?- Víktor se alejó rápidamente.
- Quiero que compartas conmigo la eternidad y que seamos uno.- la voz había cambiado a ser una dulce, el vampiro apareció tras él y lo abrazó por el pecho.
- ¡Si vas a matarme hazlo de una maldita vez!- gruñó con una fugaz brisa de valentía.
- No quiero matarte... Vitya, quiero que tu cuerpo se una con el mío, quiero amarte y quiero ser tuyo.- Víktor cayó al suelo con el vampiro sobre el.
No tenía fuerzas para hacer nada, el miedo le había paralizado por completo, sintió que el vampiro se acomodaba a horcajadas sobre su pelvis y se inclinaba hacia él, pudo adivinar que estaban a milímetros de distancia cuando una brisa fría chocó contra sus labios.
- ¿A qué estás jugando?- susurro Víktor.
- No es un juego Vitya, quiero ser tuyo.- el vampiro le tomó por las mejillas- Me prometiste que sería tu esposo cuando fueras adulto.- Víktor no entendía esas palabras.
- No sé quién eres.- comento tomando las muñecas del vampiro.
- Recuerda mi amor, las montañas al sur de San Petersburgo, como tú padre intentó matarte y yo te salve.- esas palabras fueron un verdadero shock para Víktor.
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Las montañas al sur de San Petersburgo solían ser muy traicioneras, para esos tiempos por las guerras muchas familias no tenían qué comer. La familia Nikiforov era una de ellas, el patriarca tenía serios problemas con el alcohol y todo lo que ganaba lo utilizaba para su vicio, una noche harto de las discusiones con su mujer y cuando está amenazó con irse y llevarse a su hijo el perdió el control, llevó a su esposa he hijo al bosque y asesinó a la mujer, el niño aterrado corrió entre la espesa nieve que cubría el bosque, apenas tenía siete años y estaba desnutrido por lo tanto no pudo llegar muy lejos, pero antes que el afilado cuchillo se clavara en su cuerpo un lobo salió de la nada y destrozó al hombre.
- Estás bien, ahora estás a salvo.- dijo una voz suave extendiendo su mano.
El niño la tomó y se levantó tambaleante, aquel hombre extraño le dio un abrazo protector.
- Gracias por salvarme, cuando crezca te buscaré y me casaré contigo para protegerte.- dijo el niño dándole un beso en la mejilla fría.
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Víktor había tratado de olvidar esos hechos, solo era un niño agradecido porque un extraño le había salvado la vida totalmente inconsciente de quién era en realidad, nunca se imaginó que su salvador fuese un vampiro al cual jamás pudo verle el rostro ya que siempre lo cubrió una capa roja que le cubría casi todo el rostro y solo dejaba al descubierto su mandíbula. Sumido en sus recuerdos sintió unos labios fríos posarse sobre los suyos, a pesar de que eran tan fríos como dos trozos de hielo eran suaves y hasta cierto punto pudo sentir un calor extraño que le dio un cosquilleo en el vientre, al principio se rehusó ante aquel acto sin embargo fue cediendo hasta el punto de corresponderle de forma apasionada, se sumieron en una burbuja de gemidos que estaban llevando a Víktor a perder la razón.
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Editado: 17.01.2021