Ojos Escarlata

XII

No sabía cuántos pastelitos eran pero si noto que solo quedaban dos en la bandeja que antes estuvo repleta, té tampoco quedaba mucho y además Yuuri había estado muy callado todo el rato, no era para menos ya que leía un libro y se veía muy concentrado.

- Gracias por todo.- dijo un tanto sonrojado.

Había parecido un muerto de hambre sin querer pero la sonrisa de Yuuri le hacía sentirse menos culpable.

- Ha sido un placer y un honor que le gustarán tanto.- cerró el libro y lo dejó sobre una mesita.

- La lluvia no parece cesar...- suspiro viendo por la ventana como arreciaba más.

- Dudo que lo haga en unas cuantas horas.- Yuuri volteo a ver- Si ya quieres irte puedo...- no termino de hablar.

- ¡No, no es eso... Por favor no me mal intérpretes, no es que me quiera ir ya pero tampoco quiero causarte problemas!- comentó Víktor sintiéndose un tanto mareado.

- No es molestia tenerte en mi casa, si fuera por mí jamás saldrías de estas paredes.- los ojos de Yuuri danzaron como llamas.

Víktor adjudicó ese hecho como un efecto óptico entre las llamas de la chimenea y el color tan peculiar de los ojos del chico.

- Desapareciste por unos días...- comentó Yuuri buscando plática.

- Si, pasaron tantas cosas que fue difícil asimilarlas.- comentó Víktor sintiéndose cansado.

- Los chismes se esparcen rápido y supe que estabas atendiendo a la joven Sara y que está murió junto a su madre.- el rostro de Yuuri reflejaba curiosidad y eso le pareció tierno a Víktor.

- Lamentablemente así pasó, la chica no sobrevivió a una anemia y murió, el mismo día que a la señora Crispino la atacó un lobo.- confesó Víktor.

No tenía problemas sobre hablar de ellas pero no se atrevía a comentar nada de lo que pasó la noche después de su entierro.

- Es verdaderamente una pena, Mila era muy amiga de esa chica y ella sufrió también con su muerte.- agachó la cabeza con tristeza- Y usted mi amigo ¿Como se encuentra de ánimos?- cuestionó viendo al peliplata.

Víktor sentía una pequeña molestia que crecía cada vez que Yuuri le decía amigo, no sabía el motivo pero si le molestaba o quizás sí lo sabía pero se negaba a admitirlo, no quería admitir que su corazón se acelerara cuando veía al pelinegro tampoco admitiría que sus labios le parecían la cosa más deseable y perturbadora que alguna vez haya visto.

- Yo estoy bien, fue mi paciente y la conocí por muy poco tiempo.- comentó Víktor desviando la vista.

Sentía rabia, rabia consigo mismo por todo el barullo de sentimientos que estaban recorriendo su cuerpo en esos momentos, no quería ser grosero pero sentía que debía irse de ese lugar o terminaría haciendo un acto aberrante.

- ¡Gracias por su hospitalidad, pero debo irme!- dijo agitado poniéndose de pie.

Sus piernas no soportaron su peso y terminaron flaqueando, esperaba sentir el golpe contra los sillones, la mesa o el mismo suelo pero en lugar de eso sintió unos brazos rodearlo y tratar de sostenerle, Yuuri se había levantado rápidamente de su lugar para impedir que Víktor se golpeara.

- ¡Oh Vitya, debí advertirte que no bebieras demasiado té!- le hecho el brazo sobre sus hombros para llevarlo a una de las habitaciones.

- ¿Que tenía ese té?- cuestionó aturdido.

- Las sirvientas suelen mezclarlo con manzanilla y otras hierbas somníferas.- el conde lo guío tambaleante hasta la habitación de la que había salido antes.

- ¡Me siento atontado... Me voy a desmayar!- exclamó arrastrando las palabras.

Al entrar Yuuri lo acostó sobre la cama y le quitó los zapatos, Víktor estaba muy somnoliento y lo último que sus ojos vieron fue la sonrisa de Yuuri mientras le acariciaba la cabeza con suavidad. Al verlo dormido Yuuri se levantó de la cama y fue hasta el armario de donde saco una manta cálida y se la puso encima al peliplata ya que el frío se sentía por toda la casa, salió para que descansara ya que mínimo dormiría unas cuatro horas con todo el té que había bebido, al bajar fue a la cocina y vio a las mujeres haciendo sus deberes.

- Muy bien hecho...- comentó al verlas.

- ¿El amo está complacido?- cuestionó una de ella con su voz sumisa.

- Mucho pero quiero dejarles en claro una cosa...- todas lo vieron atentamente- ¡La que se atreva a tocar a ese hombre se las verá conmigo, voy a salir y cuando venga quiero encontrarlo vivo y sin ningún rasguño!- dijo con una voz muy severa haciendo que las mujeres temblarán.

- ¡Lo prometemos amo!- todas se tiraron a los pies de Yuuri.

- Les recompensare si cumplen mis órdenes.- sin decir más salió de la cocina.

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Chris había despertado un poco tarde casi cuando la tormenta comenzaba a volverse más cerrada, ese día estaba dispuesto a resolver todas sus interrogantes así que fue a buscar a Víktor y a Otabek sin embargo se topó con que el peliplata había salido muy temprano así que canceló la reunión y fue a la habitación que solía ser de William Gabernet. Todo estaba en su lugar, nadie se había atrevido a entrar para ordenar y cuando iba a salir noto un papelito hecho bolita tras la pata de la cama, se agachó pensando que sería alguna ocurrencia de aquel loco pero se sorprendió al ver que era un pedazo de página de un libro, por las palabras inconclusas noto que era un libro de Shakespeare, su mente dio un recuerdo abrupto a los hechos de aquella noche y recordó que Phichit le había ido a dejar un libro a su oficina, salió corriendo de la habitación para buscar aquel libro y al llegar lo vio sobre su escritorio como si alguien lo hubiera acomodado ahí, observó a todos lados para asegurarse de que estuviera solo y cuando se sintió más tranquilo entró y se sentó para verlo. Las páginas del libro estaban manchadas, las letras mayúsculas de algunos párrafos estaban encerradas en círculos y su mente desesperada por comprender le dio la idea de que fuera alguna especie de anagrama, busco una pluma y un pedazo de papel para anotar las letras y tratar de resolver o de tener alguna pista, sus ojos se nublaron cuando terminó ya que el mensaje era algo escalofriante.




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