El tiempo no transcurre de la misma manera en la dimensión de los humanos que en Aradia, es más, es como si en este lugar no existiera este factor. No existe lo que llaman día, ni tampoco aquel astro que llaman sol. Sin embargo, las criaturas que habitan en esta dimensión se respetan unos a otros, muy al contrario de lo que deben pensar y si hay una discusión que no se pueda solucionar, se convoca una junta del consejo de Aradia y se respeta el veredicto que este dicte.
El consejo está formado por Dissaor, Lamec y el espíritu de Enoc, hermano de nuestro padre, el cual fue asesinado por Caín, en una época ya olvidada. Su fuerza vital fue guardada por Dissaor en un colgante que lleva siempre en su cuello, una turmalina negra, mineral que al parecer en su época de humano era del agrado de Enoc.
La vegetación acá es bella, extravagante y prolífera, al no existir el sol, las plantas tenían su propia fuente de luz, haciendo que los caminos parecieran iluminados por luces artificiales, los colores son centelleantes e intensos, y como aquí nadie se alimenta de otros seres de la oscuridad o vegetación, abundan en cada rincón del lugar.
Hay tres puertas en diferentes extremos de la vasta extensión de Aradia, las cuales se abren bajo autorización de algún miembro del consejo, a través de ellas se pueden llegar a vórtices que llevan a diferentes dimensiones.
—Estas dimensiones se ramifican en diferentes realidades, tiempos y espacios del mundo de la luz—Me explicaba Lamec —El tiempo del cual tu vienes tiene a su vez diferentes versiones, así como en tu realidad Simone van Euwen desapareció junto a Dissaor, en otra aún estás enclaustrada en casa de aquella bruja, y de igual forma hay otro tiempo donde tus padres jamás fueron asesinados y tú vives una vida humana feliz y perfecta.
—¿O sea que, nosotros nos movemos en un bucle aparte de esas dimensiones? —razoné mirando con incredulidad a Lamec
—No totalmente Pandora —Me corrigió sonriéndome — Así como existen esas tres realidades, también existen otras en donde quizás eres hombre y el sexo de todos aquellos que conociste en vida es el contrario al de tu mundo, o donde simplemente no existes. Nuestra dimensión se encuentra en el centro de todas esas realidades, no es afectada por el tiempo, ni por los cambios dentro de este, somos atemporales, estamos dentro de una burbuja que impide que nos afecte el paso de las horas, meses, días o años.
—¿Entonces has visto el futuro de la humanidad?
Pregunté maravillada, pero lejos de la reacción que esperaba, el rostro de mi hermano se volvió sombrío, triste y serio.
—Si, lo he visto, grandes edificios iluminados por la luz falsa que inventaron, el propio aire que respiran los mata lentamente, la comida que ingieren los acerca igualmente a la muerte y la verdad es que hasta entre ellos mismos se quitan la vida, aquel regalo que les dio su “Dios”, lo desperdician, he visto a niños pedir llorando en las calles por el nuevo dios que ellos poseen, el dinero, y morir por no tenerlo, mientras otros se bañan en opulencia y lujos y no les interesan el bien de los demás.
Todas aquellas ganas e ilusiones de llegar a conocer el futuro algún día, se desvanecieron de mi en un instante, podía sentir el dolor de Lamec, podía ver que lo que los humanos hacían en el futuro los estaba llevando a la ruina como especie y que no hacían nada por remediarlo.
—Así es—Me interrumpió mi hermano—los seres del futuro son personas completamente ajenas entre sí, no es lugar para nosotros
Asentí, estaba de acuerdo con él, pues no tenía sentido visitar un lugar tan destructivo. Me despedí por unos instantes, quería conversar con Dissaor y ver si me podía dar algún consejo sobre como encontrar a los integrantes de la familia van Euwen, cuando Naberius apareció en su forma de cuervo y se puso a volar a mi lado. Me detuve en seco, si el demonio había estado con ellos, entonces sabía la ubicación de su hogar y cómo encontrarlos.
—Dime, Naberius—le pregunté—¿Sabes dónde se encuentran en estos momentos los integrantes de la familia van Euwen?
—Ja, ja, ja—se rio el ser mientras recobraba su forma humana en el centro del ya conocido humo negro—¡Te has acordado de que existo, creí que estarías enojadita por nuestro último enfrentamiento, sólo intenté matarte, no fue nada personal! —se expresó con sarcasmo el demonio.
—¡Responde sino quieres recibir una estocada de mi espada directo en tu cuerpo real! —lo amenacé, llevando la mano a la empuñadura de la espada
—¡Está bien, está bien, que genio! —se mofó— La Familia van Euwen originalmente vivía en una mansión ubicada en la ciudad de Rockwell, pero cada uno de los hermanos de tu ex padre se dedicó a distintos rubros dentro de la economía del país, haciendo que la mayoría viva en su propia vivienda, aunque nunca demasiado lejos de su antigua casa.
Apreté los puños, pensativa, tenía que encontrar la manera de rastrearlos y asesinarlos, debían pagar por todo lo que habían causado.
—¿No pensarás enfrentarte a todos ellos juntos o sí? —dijo Naberius luego de aclararse la garganta para llamar mi atención— ¡Ay!, Pandorita, ¡Te creía más lista!