Ojos Rojos Libro Il : Vendetta

Anexo "L" - 1

Anexo “L” – 1

Me siento absurdo por estar tan preocupado por ella, ha demostrado con creces estar preparada para la misión que desea llevar a cabo, pero con pensar en que no regrese, se hacen presentes en mí, mis más grandes miedos.

 La he visto escribir en un libro que le regaló nuestro padre Dissaor, por lo que he decidido experimentar si, al hacerlo, logro liberar este amargo dolor.

Le expliqué como abrir los portales, como moverse entre dimensiones y el tiempo, aunque reconozco, fue de mala gana.

Para nosotros, en Aradia, el tiempo no existe como tal, pero en aquel mundo ha pasado un año ya, desde que mi querida hermana pasó a vivir en Aradia. Si bien, la primera vez que la vi no logré ver mayor potencial en ella, ni entender porque nuestro padre la eligió para convertirse en una  vampiresa, conforme la conocía, me fue demostrando su tenacidad, su temple y constancia por alcanzar un objetivo concreto, vengarse de aquellos que destruyeron su vida humana, pagarle a los van Euwen con la misma moneda que ellos le dieron, me siento orgulloso, pero también...incómodo, puede sonar egoísta y hasta yo me sorprendo de estar pensando en esto, pero preferiría que me dijera que se olvidará de todo ese asunto de perseguir a aquella desventurada familia, que se quedará en Aradia para siempre, junto a nuestro padre....junto a mí.

Recuerdo la última charla que tuvimos Pandora y yo, me encontraba sentado en la biblioteca del tercer piso, leyendo un libro sobre alquimia muy interesante, por cierto, cuando llegó ella a mi lado.

—¿Cómo estás, querido hermano? —me sorprendió, pues rara vez subía a esta

—Mmm, bien querida hermana—le respondí—¿Y tú, ya tienes todo claro para ir a la tierra humana?

—La verdad, es que ya no sé si vale la pena este asunto—dijo esto mientras jugueteaba con sus dedos sobre los dorsos de una fila de libros y miraba distraída los nombres grabados en cada uno—Extraño tantas cosas...

Lo entendí de inmediato, había pasado por esta crisis también, al poco tiempo después de que nuestro padre Dissaor me diera el “abrazo”.

—¿Extrañas ser una humana?

Me sorprendí de que mis labios dijeran aquellas palabras, seguramente la había incomodado, nunca habíamos conversado temas tan personales.

—Disculpa, querida—me excusé de inmediato—no quise ser entrometido

Ella se volvió hacia mí y sonriendo me dijo

—No te preocupes, querido Lamec, te agradezco por preguntarme, en realidad...siento que hace mucho no converso con nadie con la confianza suficiente para hablar sin protocolo.

Así fue como nos enfrascamos en una larga charla, en donde me contó sobre su vida como humana, lo triste que fue vivir encerrada, sin poder interactuar con las demás personas, sin jugar, sin vivir como lo haría un niño normal, también me contó de sus amigos, de los pobres muchachos que murieron a manos de los esbirros de Naberius y los licántropos esclavizados de Cassius.

—También estaba...Tom

La voz se le cortó al mencionar ese nombre, un recuerdo tan nefasto, que al parecer dolía hasta mencionarlo.

—Sino quieres hablar de ello, no te fuerces—le indiqué

—No.…la verdad es, que es algo que quisiera poder compartir contigo—cerró los ojos, pensativa, y al cabo de unos minutos, continuó—Tom fue el primer hombre que he amado en mi vida, Él...me cuidó y apoyó desde que nos conocimos, le dio a mi vida el brillo que necesitaba desde hacía mucho tiempo.

Sus ojos brillaban mientras hablaba de aquel humano, se veía radiante, feliz y hermosa, como toda bella dama cuando encuentra al hombre indicado...fue en ese momento que, la frase que articuló descolocó todo mi universo.

—Ahora que lo pienso, me recuerda mucho a ti en su forma de ser.

Me quedé congelado por un instante, mirándola fijamente, asombrado, esas últimas palabras retumbaban como eco en mi mente, cuando por fin logré salir del embobamiento en el que me había sumido, ella me miraba extrañada, preguntándose si me encontraba bien.

—Estoy bien, sólo pensaba que debió de haberte hecho muy feliz, si hasta el día de hoy, tu semblante brilla cuando lo recuerdas a él.

—Ja, ja, ja—se rio infantilmente—sí, Thomas Schechter fue mi primer amor, y hasta ahora le recuerdo con cariño, pero, yo soy feliz en estos momentos, y es gracias a que los conocí, a nuestro padre y a ti, mi lindo hermanito.

Repentinamente se abalanzó sobre mí, dándome un abrazo, esa muestra de afecto casi nadie la usa en Aradia, ya que acá el contacto físico entre dos seres es casi ritualizado, algo que solo logran hacer aquellos que se aman, y que es más fuerte que el golpe de tres rayos. Mi cuerpo se apretó ante tal contacto, algo que ella notó pues se retiró, casi inmediatamente.

—Disculpa, ¿Te incomodé? —Pandora bajó la vista y se alejó unos centímetros de mí

Me dio coraje conmigo mismo al ver su rostro arrepentido, como si hubiese cometido la peor ofensa conocida, pero no pude negarlo, aunque más bien no era que me incomodara, sino que, al hacerlo, ella también removió recuerdos antiguos, los cuales creía ya completamente apartados de mi memoria consiente, me hizo recordar a Zila, mi segunda esposa y la madre de mi último hijo Tubal, ya que cuando la cortejaba, ella lejos de respetar el protocolo correcto de esa época, se colgaba de mi cuello con una infantil sonrisa.




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